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jueves, 7 de noviembre de 2019

MORTADELO Y FILEMÓN. El sulfato atómico

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.

En 1969 vio la luz El Sulfato Atómico, un número clave en la historia de Mortadelo y Filemón. Sin ninguna duda se trata (después de la propia creación de los personajes) de su aventura más importante. 
Personalmente no me gusta, pero eso no es motivo para no reconocer la relevancia que tuvo en el futuro desarrollo de la colección.
En este numero, Ibáñez redefinió toda la línea argumental de la serie, dando lugar a la que conocemos hoy en día. Mortadelo y Filemón dejan de ser detectives privados que van por libre elaborando informes para terceros o haciendo de cazarrecompensas, para convertirse en agentes secretos de la TIA (Técnicos de Investigación Aeroterráquea). Aparecen dos nuevos personajes en adelante indispensables; el Superintendente (o sencillamente “el Super”) y el profesor Bacterio (que se nos presenta como doctor Bacterio, y en principio no es inventor, sino biólogo). Se inicia la dinámica de las entradas secretas (ya en la primera página tenemos una), es la primera historia larga de 44-46 páginas (que se convertiría en lo habitual), y en definitiva, podríamos decir que la serie llega a su madurez.

Ibáñez puso un empeño especial en el dibujo de esta aventura. Podemos ver un nivel de detalle en estas paginas muy superior al de números anteriores y posteriores, en cosas como los pliegues de la ropa, o que esta no se regenera pasados unos segundos, sin más explicación. En un momento en el que a Filemón le queda todo el traje hecho trizas, se lo ve a continuación encontrando oportunamente una caja con ropa con la que cambiarse, justificando así que vuelva a ir vestido normalmente. Los chichones tardan mucho en desaparecer y lo hacen de forma progresiva, volviéndose más pequeños a lo largo de varias viñetas hasta que se curan por completo...

...pero es precisamente ese tipo de detalles lo que no me gusta de esta aventura. Este realismo me parece excesivo. Cada comic tiene un lenguaje propio, y en los de Mortadelo y Filemón no hay porqué justificar que la ropa se reponga milagrosamente o los chichones pierdan su hinchazón al instante. La gracia de estos clásicos tebeos españoles viene en gran parte por la indestructibilidad inherente a sus personajes, por ser el máximo exponente del slapstick sobre papel. En ellos es habitual ver a un personaje envuelto en llamas en una viñeta, gritando y dando botes, que a la viñeta siguiente solo está cabreado y cubierto de carbonilla, y a la siguiente vuelve a estar como nuevo, sin que ni tan solo su ropa acuse el efecto del fuego. 
¿Realista? No, para nada. ¿Divertido? ¡Muchísimo! Y eso es algo que en parte se pierde en El Sulfato Atómico.
Dejando datos técnico y opiniones personales aparte, la historia es la siguiente. Mortadelo y Filemón, son ahora agentes secretos de la TIA, una organización secreta que pretende ser como la CIA pero se parece más a CONTROL (de Super Agente 86). 
El Super les encarga la misión de viajar a Tirania, un país de régimen dictatorial (inspirado en la Alemania nazi) para recuperar una redoma de un liquido que tiene la propiedad de agigantar a los insectos y animales invertebrados.
Mortadelo y Filemón se infiltrarán en el país recibiendo palos por todas partes, cruzándose en el camino de su líder militar, su jefe de la policía secreta, y el propio dictador en persona. Tras apoderarse de la formula huirán de vuelta a España siendo perseguidos por todas las fuerzas terrestres de Tirania, a las que sortearán y terminarán dejando para el arrastre a base de agigantar cuanto bicho pillen por medio. 
M
Tiene momentos muy graciosos, lo reconozco, y el salto de las historias cortas a las aventuras largas, la incorporación de los protagonistas a una gran organización secreta, y aumentar el plantel de personajes fijos. beneficia mucho a la serie. Pero ese estilo de dibujo más detallado nunca me gusto. Durante mucho tiempo pensé que no había sido dibujado por Ibáñez, sino por un imitador. Tras unas pocas aventuras largas, el propio Ibáñez decidió abandonar este estilo y regresar al anterior, porque el esfuerzo y tiempo que requería le pareció excesivo. 
M
Esta edición incluye también las aventuras cortas El pollo tomatero, El robot de Mortadelo, ¡Total, un plato roto!, Cazando mariposas, Grandes almacenes, Pintor de brocha gorda, Fin de año en el campo, Remedios contra el calor, y Filemón pierde la memoria, todas ellas de solo una o dos páginas.

El Sulfato Atómico. 1995. Francisco Ibáñez (guion y dibujo). Colección Olé Mortadelo y Filemón nº 100. Ediciones B S.A. 

4 comentarios:

  1. A mí sí me gusta, y mucho, precisamente por el nivel de detalle. Con unos personajes o unas historias mediocres, el realismo no serviría para nada, o incluso perjudicaría al cómic, haciéndolo pretencioso y aburrido de leer. Pero con Mortadelo y Filemón funciona, justo porque el humor de chiste y payasada no está reñido con la calidad artística del dibujo. El que en viñetas con muchos personajes, como la que incluyes en esta entrada, cada uno de ellos esté tan definido como los guerreros de Xi-An, es algo que hace cada imagen más tronchante que la anterior. Ibáñez tuvo que abandonar este estilo minucioso por exigencias de la editorial; no podía entregar X álbumes al año si a todos les dedicaba este nivel de atención, por lo que fue simplificando el dibujo en favor de la productividad. Pero mantuvo las viñetas grandes con infinidad de chistes, y los detalles de gentecilla rara, animales o incluso alienígenas haciendo de las suyas en fondos o esquinas, que ya es una de sus marcas de fábrica.

    Cuando yo releo "El sulfato atómico", además de volver a reírme con los chistes que ya he leído mil veces ("Erunder, Bruteztrausen, erunder!", "¿Ve? Ya estamos dentro) vuelvo a quedarme encantada al ver los bolsillos de la chaqueta de Filemón o los pelos del mostacho del Súper, y pienso en cómo habría sido que Ibáñez hubiera seguido sacando un álbum así de vez en cuando, aunque fuera uno cada dos, cinco, diez años. ¿Cómo no imaginarse al "gang" del Chicharrón, o a Chapeau el Esmirriau, con ese nivel de detalle?

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    1. Si, ese es por lo que parece el sentir general respecto a esta aventura. El Sulfato Atómico está considerada una de las mejores obras de Ibáñez, por muchos y bien ganados motivos. Es totalmente lineal, sin los saltos temporales que se volverían habituales mas tarde en los que la aventura va por etapas (hay que encontrar x cosas y tras cada una pasa un tiempo indeterminado antes de empezar a buscar la siguiente). En esta todo sucede "en tiempo real" por decirlo así. También hay muchos chistes geniales. Yo me quedo con el del guardia fronterizo que vacuna a Filemón de la glosopeda asnal cuando este intenta entrar en el país disfrazado de borrico. ("Articlen treinta y tres. Asnen, mulen und caballen vacuna anti-glosopeden ¡da!) y es en todos los aspectos una gran historia.
      Hay incluso algunos detalles intrigantes, como el conductor que les recoge en un camino y esta obsesionado con la guerra, pareciendo desear que esta estalle para participar en ella. Me recordó al "superviviente loco" de La Guerra de los Mundos, que escondido en un sótano fantaseaba sobre lo gloriosa que sería su vida cuando, de algún modo no definido, los humanos se apoderaran de las maquinas de guerra marcianas y le dieran la vuelta a la situación, dando por hecho que eso iba a suceder antes o después.
      Pero lo que es el dibujo no me llamó nada. Es una cuestión de gustos, claro, pero a mi modo de ver, fue como maquillar algo que no necesitaba maquillaje ninguno, y el único efecto que me produjo es que no sintiera hacia los personajes esa cercanía que siento por ellos en las aventuras dibujadas de forma más sencilla.

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  2. Lo más curioso para mi de esta historia (si la memoria no me falla) es que Filemón nunca persigue a Mortadelo, a pesar de las meteduras de pata que provocaban que Filemón saliera lastimado. Una pena que el nivel de detalle del dibujo, me suena que se mantuvo en “Ole toro” y alguno más

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    1. No había caído en la cuenta de ese detalle. Es cierto, la típica escena en la que Filemón persigue a Mortadelo esgrimiendo un hacha gigante o alzando con ambas manos una bomba atómica para lanzársela encima no se da en este número. Quizá la novedad de haber pasado a formar parte de una organización "seria" como la TIA hizo que Filemón estuviera más comedido que de costumbre.

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