EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Aunque no me atrae la literatura de
espías y agentes secretos, encontré este libro en un mercadillo y el
título me llamo la atención. Esto, unido a la identidad del autor y el bajo
precio del libro, me impulsaron a comprarlo. Di por supuesto que sería una historia independiente, como es habitual en los bolsilibros, pero me equivoqué. Las
damas de la muerte remota es en realidad un capítulo más en la saga del Agente M-31, al que hasta este momento desconocía.
No sé cuántas
otras historias previas habrá de este mismo personaje en la colección Servicio
Secreto. En el texto se hace referencia a sucesos o personajes de cuatro de
ellas, pero el libro es el nº 1262 de la colección. Está pensado para
seguidores asiduos del personaje, y no se explica nada sobre él, más allá de
decirnos que es un agente del FBI. La estructura es la de un folletín radiofónico,
teniendo de por sí una pequeña trama pero que pierde gran parte
de su sentido si no te ponen en antecedentes.
Comienza con M-31 amnésico y
en manos de sus enemigos, y casi no ocurre nada destacable a lo largo del texto,
por lo que parece claro que los libros de esta saga no solo mantienen
personajes, sino que se continúan de forma directa unos a otros.
M-31 es
capturado por Gold, una agente mercenaria contratada por la clásica organización
malvada de alcance global. Cuando Gold lleva a M-31 ante sus contratistas
esperando cobrar la recompensa, tanto ella como él reciben un balazo en el
corazón y son arrojados a las alcantarillas, donde una corriente de m… de mugre
líquida los transporta hacia un gran colector, en el que sus cadáveres serán triturados y mezclados con disolventes.
Pero M-31 y Gold no están muertos.
Ambos llevan un pequeño dispositivo adherido al pecho que genera a su alrededor
un campo de fuerza que frena los objetos que se desplazan a alta velocidad. Un chaleco
antibalas electrónico, para entendernos. Este es uno de los varios gadgets
que los personajes usan a lo largo del texto. El impacto de la bala contra el
campo de fuerza les deja inconscientes, pero indemnes. Excesivamente confiado
de su habilidad, el asesino los arroja a la alcantarilla sin darles un tiro de
gracia o comprobar si están realmente muertos. Su caída al rio de aguas residuales los reanima, y a duras penas logran salvarse cuando estaban a punto
de ser absorbidos por el colector.
Esta es para mí la mejor parte
del relato. La forma en la que describe las alcantarillas como un infierno de
oscuridad, chorros de vapor y calor asfixiante, en el que son arrastrados por
un rio de materia fecal y porquería hacia una muerte segura, realmente hace que nos sintamos también sumergidos en... en el ambiente. ¡Una descripción realmente muy lograda!
Antes enemigos, pero ahora
aliados por las circunstancias, M-31 y Gold unen sus fuerzas para vengarse de
sus supuestos asesinos. Y darse una buena ducha, que falta les hace.
M-31 va recuperando su memoria
poco a poco, y esto es lo que se dedica a hacer durante la mayor parte del
texto. Se presentan personajes que un lector asiduo de los anteriores capítulos
de esta saga probablemente reconozca, pero que ni yo como lector primerizo de
sus aventuras ni el desmemoriado M-31 sabemos quiénes son.
Cuando al fin logra recuperar
la mayor parte de su memoria y contactar nuevamente con su organización, M-31
traza un plan para capturar a los que intentaron asesinarle. La operación está
a punto de ser frustrada por Las damas de la muerte remota del título,
unas astutas asesinas que envían a un grupo de matones a hacer su trabajo, y cuando
esos fracasan los matan detonando a distancia pequeños explosivos que estos llevaban encima sin saberlo. Solo uno de los matones se salva de pura casualidad, siendo capturado por M-31.
Es
este prisionero quien les permite averiguar algo sobre la misteriosa organización cuyo fin
parece ser la dominación mundial, y cuyos líderes se hacen llamar Los
Superhombres. Ataviados con una especie de traje de neopreno futurista, mezcla
de buceador y astronauta, Los Superhombres resultan ser humanos creados en laboratorio
para ser física y mentalmente perfectos. Pero esto es lo ultimo que averiguan
M-31, Gold, el FBI, y el lector de este librito, porque aquí acaba el texto,
justo cuando se ponía interesante.
Tiene sus momentos y sus
toques: la escena inicial de las alcantarillas, los numerosos y exagerados
gadgets inspirados claramente en los juguetitos que Q preparaba para Bond en
sus películas, las pistolas láser de los malvados (esa mezcla de ciencia ficción
futurista y matones sacados de los años treinta), la forma en que estos se eliminan unos a otros para borrar su rastro… Entretenida, a pesar que ni las novelas
de espías son mis preferidas ni parece un genero con el que Juan Gallardo se
desenvolviera especialmente bien.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
Las damas de la muerte remota.
1974. Curtis Garland [Juan Gallardo Muñoz] (texto) Desilo [Lozano Olivares] (portada). Servicio Secreto nº 1262. Editorial Bruguera S.A.
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