EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.Eran pocas las autoras de bolsilibro que se dedicaban a escribir en las colecciones de terror. Y entre estas, solo había una que se atreviera a hacerlo bajo un seudónimo femenino. El terror era (y sigue siendo, pero algo menos) un género eminentemente masculino. Las autoras que trabajaban este género lo hacían bajo seudónimos masculinos, del mismo modo que los autores que escribían novela romántica para mujeres lo hacían bajo seudónimo femenino.
Las obras de Ada Coretti son muy
irregulares. No en cuanto a calidad se refiere, que suele estar en la media del
bolsilibro, sino por la forma. Cada vez que leo un libro atribuido a Coretti
tengo la impresión de estar leyendo a una autora diferente, mientras que los
estilos de los otros autores son fácilmente identificables.
Una misma persona no escribe (ni hace
ninguna otra cosa) siempre igual. El rendimiento y resultado depende de muchas
cosas: tiempo disponible, humor, salud, inspiración, ganas… pero en líneas
generales los estilos característicos de los otros autores se reconocen apenas
se han leído tres o cuatro de sus libros. De Coretti nunca sabes que esperar.
Muy sangrienta y retorcida en ocasiones, y muy recatada en otras. Argumentos
muy rebuscados en algunos casos y muy simples en otros. Descripciones de
ambientación a veces muy cargadas, y otras casi inexistentes.
Creo que es bueno que un autor cambie
frecuentemente de temática y estilo para pillar por sorpresa a sus lectores
asiduos, manteniendo al mismo tiempo su toque característico. Pero en este caso
los cambios son tan bruscos que muchas veces he llegado a pensar que Ada
Coretti pudiera ser un seudónimo compartido por varios autores. Ocurría en ocasiones, pero en este caso no hay ninguna constancia de
ello. Oficialmente, todo lo escrito bajo el nombre de Ada Coretti fue obra de la misma persona.
Vamos con la historia. Raquel, una periodista,
ha sido enviada por su editorial a la pequeña localidad de Hopper-Foile. Un
trabajo rutinario en el que ha de conseguir entrevistar a una bailarina de ballet
clásico retirada, para llenar páginas. Ya cerca del pueblo se detiene y se
aleja del coche para estirar las piernas y disfrutar del ambiente rural.
Alguien parece estar disfrutándolo más que ella, pues de pronto oye una
atronadora carcajada que retumba como emitida por la garganta de un gigante. Y
nada más cercano a la realidad que eso. Ante sus atónitos ojos, un gigantesco
humanoide de unos ocho metros de altura, desnudo y peludo, aparece saliendo de
un bosque y aplasta con su enorme pie a una muchacha que huía desesperadamente
de él.
Olvidándose del coche, Raquel echa a
correr. Guiándose por la dulce tonada de un violín, llega hasta una casita de
campo, donde es recibida por el dueño de la misma. El sujeto, David, es
un guardaespaldas retirado y violinista aficionado. Fue guardaespaldas de
mafiosos, no de gente honrada (que paga mucho menos) por lo que pudo retirarse
tras unos pocos años y ahora se dedica a vivir de sus cuantiosos ahorros.
Raquel le cuenta a David lo que ha visto, y este la toma por loca, pero decide
ayudarla. La acerca con su coche al pueblo, después de comprobar que el de Raquel
ha sido despeñado por un terraplén cercano al punto de la carretera donde lo
detuvo.
Ya instalada en la pensión del pueblo,
Raquel se entera que la muchacha que vio morir bajo el pie del gigante era la
prometida del sr. Presley, el hombre más rico de la región. Este, sin perder
tiempo, ya ha comenzado a cortejar a otra chica. Pero también esta otra joven
es encontrada aplastada poco después. Y lo mismo ocurre con la siguiente. A
medida que las prometidas del sr. Presley mueren, este le propone matrimonio a
otra de las chicas del pueblo. Aceptar la propuesta parece una sentencia de
muerte, pero pasar de ser una más en un pequeño pueblo sin futuro a ser
prácticamente la dueña de la región con tansolo un “Si quiero” de por medio es una
tentación muy grande, y las jóvenes que reciben la propuesta del sr. Presley la
aceptan sin apenas vacilar.
Raquel recuerda haber hecho, cuatro años
atrás, una entrevista a un tal doctor Zaroff. Este afirmaba ser capaz de crear
una raza de gigantes inyectando un suero de su invención en la columna de los
pacientes. Zaroff terminó internado en un manicomio, pero logró escapar de allí
y no se volvió a saber de él. Decidiendo que los asesinatos son algo más
interesante que el motivo por el que su periódico la ha enviado a Hopper-Foile,
Raquel vuelve a la casita de David para pedirle que la ayude a resolver el caso.
Entre un aplastamiento y otro, Raquel y
David van haciendo sus pesquisas. Tomando como buena la teoría de que el
desaparecido doctor Zaroff es el culpable, centran su investigación en los tres
hombres del pueblo que les parecen mas sospechosos. El sr. Presley, porque
todas las muertes están relacionadas con él. El boticario, por ser el único que
tiene conocimientos de medicina. Y el dueño de la pensión donde se alojan, sin
ningún motivo en particular.
El doctor Zaroff se encuentra efectivamente en el pueblo y ha
cambiado su identidad para continuar sus experimentos. Pero su identidad no es
lo único que ha cambiado. Ahora es la maestra de escuela de Hopper-Foile, y sus
motivos para matar no pueden ser más burdos. Necesita la fortuna del sr.
Presley para continuar con sus experimentos. Y está haciendo que su gigante
mate a todas las prometidas de Presley para que, por eliminación, este termine
eligiéndola a ella en algún momento. Pero la única boda que el final permite
intuir es, como no, la de la pareja protagonista.
Admito que la identidad del villano de
turno me cogió un poco por sorpresa, lo cual no es malo. Este es además uno de
los pocos bolsilibros de Coretti en el que lo que al principio de la trama
parece ser un monstruo o algo sobrenatural, finalmente sí resulta ser un
monstro o sobrenatural, y no alguna clase de engaño.
Puedes ver otro libro de esta autora pulsando aquí.
El diabólico doctor Zaroff. 1976. Ada
Coretti [Isabel Irigaray Echevarri] (texto) Desilo (portada). Selección Terror
nº 198. Editorial Bruguera S.A.
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