¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡ALERTA DE EXXXTREMERZ!
¡Saludos, jugadores! ¿Ya estamos todos? ¡Pulsad Start para empezar!
Por fin, después de un largo lapso de tiempo desde
que empezamos, llegamos a la más reciente (de momento) entrega de la saga.
Titulada simplemente Splatterhouse, sin título secundario ni número ordinal, es
un remake del primer juego. Es el más extenso, espectacular y sangriento de
todos, pero no el más difícil. Ese raro honor sigue perteneciendo al
Splatterhouse 2, de 1992.
La historia de (re)inicio es similar al de la
entrega original, pero incorpora también mucho material de las otras entregas,
lo que lo convierte en casi un remake general de toda la saga. También amplia mucho
el entorno de los juegos, creando por fin algo más consistente que lo visto
hasta ahora, que quedaba un tanto en el aire.
Rick y Jennifer (que ahora son adolescentes en lugar de adultos) acuden a la mansión del enigmático Dr. West. El doctor ha citado allí a Jennifer, que es redactora del periódico universitario, para concederle una entrevista sobre sus investigaciones. Pero no de la forma que ella cree.
No está interesado en ella como divulgadora de su trabajo, sino como parte de uno de sus experimentos. Al llegar a la mansión, y casi sin mediar palabra, West azuza a unas extrañas criaturas que destripan a Rick de un zarpazo. Tirado en el suelo, paralizado por el dolor y perdiendo sangre a litros, Rick no puede hacer más que ver como West y sus criaturas se llevan a Jennifer al desconocido interior de la mansión.
¡Todavía no hemos empezado a jugar y ya estamos casi muertos! Afortunadamente para Rick, alguien (o algo) está dispuesto a ayudarlo. O, mejor dicho, a usarlo, y para ello lo necesita vivo.
Al ser atacado por los
monstruos, Rick derriba en su caída unos sarcófagos antiguos. Del interior de
uno de ellos brota una máscara que parece tallada en hueso, y le habla a la
mente de Rick, ofreciéndole un trato: la posibilidad de vivir y rescatar a
Jennifer, a cambio de ser el vehículo de su venganza. Es exactamente el tipo de trato que no puedes rechazar cuando estas casi partido
en dos y tienes más sangre fuera del cuerpo que dentro.
Así pues, nos colocamos la máscara, y la
aventura... la masacre comienza. Al ponérnosla, la Máscara se funde con la piel de nuestra cara y nuestro cuerpo se transforma. Del de un flacucho adolescente estilo Shaggi pasamos al de un desproporcionado bruto que corre encorvado, moviendo los brazos con ademanes simiescos. Pero también nuestros tejidos se van regenerando y obtenemos fuerza suficiente para arrancarle las extremidades a nuestros enemigos. En la situación en la que nos encontramos, el cambio compensa sobradamente.
El juego es una sucesión de escenarios donde tenemos que machacar a todo lo que se mueva del método más expeditivo posible.
A diferencia de las entregas anteriores, donde solíamos tener a dos o tres enemigos en pantalla a la vez, aquí se nos pueden echar encima una docena de ellos para hacernos pedazos.
Y esto es literal. El daño que nos producen los
enemigos va quedando reflejado en el grafico del personaje en forma de
desgarrones y zarpazos, hasta el punto de dejar al descubierto las costillas o
columna vertebral. Pueden arrancarnos los brazos, aunque la Máscara hará que
vuelvan a crecer y se ocupará también de cerrar nuestras otras heridas. Pero es
una de esas cuestiones de ojo por ojo, o en este caso, sangre por sangre:
la Máscara se alimenta de la sangre que derramemos. Cuanto mayor sea el
destrozo que provoquemos a los enemigos y mayor cantidad de sangre derramen
estando aún vivos, más poder ganará la Máscara.
Una de las cosas que hacen que los juegos modernos tiendan a ser en general más fáciles que los antiguos, es la gran cantidad de opciones que ofrecen. En los juegos antiguos solíamos tener un par de movimientos, un par de golpes, y listo. O te los pasabas con eso, o no te los pasabas. En los modernos hay verdaderos catálogos de golpes, poderes, y opciones de mejora. Y cuantas más opciones tengamos, más posibilidades tendremos también de superar una determinada situación de una forma, si no encontramos el modo de hacerlo de otra.
Por mucho que los juegos sean cada vez más largos, complejos y rápidos, el poder elegir entre treinta ataques diferentes en lugar de limitarnos a salto-puñetazo-patada, supone una ventaja determinante. En este Splatterhouse, tenemos a nuestra disposición un extenso catálogo de habilidades que pueden ser desbloqueadas y mejoradas. No solo ataques adicionales, también movimientos de esquiva, recuperación de la barra de resistencia, o aumento de la durabilidad y/o daño causado por las armas que encontremos. Y hay otro listado igualmente amplio de golpes especiales basados en la combinación de botones y movimientos de palanca, tan grande como el que pueda tener cualquier juego de lucha estilo Street Fighter.
Tenemos además la posibilidad de despedazar a los adversarios cuanto estos se encuentran muy debilitados. Tras hacerles un agarre disponemos de unos segundos para hacer un movimiento en particular que lo mata automáticamente, además de generar una gran cantidad de sangre para alimentar a la Máscara.
Estos movimientos (los primeros, al menos)
son muy intuitivos, ya que cada joystick representa la dirección en la que estamos
haciendo fuerza con una de las manos: así pues, moveremos los dos joysticks uno
hacia el otro para aplastar entre las manos el cráneo del monstruo, moveremos
ambos hacia arriba a la vez para tirarle de los brazos y arrancárselos, o
uno hacia arriba y otro hacia abajo para abrirle la mandíbula hasta desencajársela.
Al principio solo vamos persiguiendo a
West através de la mansión, pero llega un momento en que comenzamos a cruzar
portales temporales y terminamos persiguiéndole también por otras realidades:
un macabro parque de atracciones, un matadero donde cuerpos humanos cuelgan de
los ganchos y son triturados en picadoras de carne, un futuro (¡cercano!) donde toda la
civilización ha sido consumida por los Seres del Vacío… a lo largo de todos
estos lugares, y gracias a la incesante cháchara de la Máscara, iremos
enterándonos de toda la historia.
El doctor West lleva un par de siglos vivo. Perdió a la mujer que amaba y trató de recuperarla de la peor forma posible. Experimentando con portales dimensionales y brujería, extendió su propia vida, halló el alma de su mujer... y recientemente encontró un cuerpo compatible con ese alma: el de Jennifer.
Mediante los rituales adecuados, y coincidiendo con un eclipse que será la parte visible de una extraña conjunción cósmica, West
puede hacer que el alma de su perdida esposa se reencarne en Jennifer. El que,
como efecto secundario, los Dioses Primigenios del Vacío y la Corrupción vayan
a apoderarse del mundo, es algo que no le preocupa. Hace mucho que no le queda
cordura suficiente para comprender cuan efímero será su triunfo. Obsesionado
con alcanzar su objetivo, no ve nada más allá del regreso de su amada.
Podría parecer que la Máscara, que trata
de detener a West, es buena, de algún modo, pero la situación es más
compleja que eso. La Máscara es otra entidad extradimensional que durante mucho
tiempo fue prisionera de Los Corruptos a los que West intenta invocar, y lo
único que la impulsa es vengarse de ellos. Todo el asunto es en realidad una
lucha entre aberrantes dioses que coge a West, a Rick, y a la humanidad misma
por medio.
El juego tiene muchas referencias a Lovecraft: el propio doctor West (del relato Herber West, the Re-animator), la universidad de Miskatonik, la localidad de Arkam, los dioses primigenios…
Y donde está Lovecraft, Poe no anda muy lejos: la esposa de West se llamaba Leonora (del relato Leonore, que trata también sobre la obsesión por un amor perdido), y un gran corazón late bajo el suelo de la mansión (probable referencia a El corazón delator).
Hay un escenario en el que nos topamos nada menos que con el cadáver de Ash Williams, de la saga Evil Dead, con su reconocible camiseta azul, su mano-motosierra, y su escopeta de dos cañones, que podemos recoger para acabar con unos cuantos monstruos.
Hay referencias aún más curiosas, como el momento en el que
nos encontramos con la nueva versión de uno de los monstruos de final de fase que aparecían en el Splatterhouse original. Al verlo, la Máscara exclama “¿Tú otra vez?” aunque esa es la primera
aparición de ese monstruo en la versión Xbox. Entonces...¿la Máscara recuerda al monstruo por haberse
enfrentado a él en la versión arcade de las salas recreativas? Bueno, cuando cruzas
alegremente portales dimensionales, debes estar preparado para un montón de situaciones
extrañas...
La Máscara es más elocuente que nunca. Se
permite incluso el filosofar con nosotros sobre el sentido y el valor de la
existencia, y darnos ánimos a su modo (burlándose de nuestro dolor y
llamándonos nenazas, por ejemplo).
El desarrollo del juego es bastante
entretenido: hay pequeños puzles en los que debemos encontrar el modo de abrir pasadizos secretos para poder continuar, mientras nos atacan sin cesar
oleadas de monstruos. Tendremos que hacer cosas como
agarrar enemigos y empalarlos en grandes pinchos que surgen de las paredes para
que hagan de contrapeso y nos abran una compuerta, o dárselos de comer a una boca
gigante.
El final es por desgracia un poco flojo: el ultimo enemigo es una especie de golem de carne gigantesco creado con los cadáveres de algunos cientos de enemigos previamente destrozados, pero es más que nada un adorno. El combate contra él se limita a efectuar una combinación de botones y movimientos de palanca que se nos van dictando, y además tiende a fallarle el sonido precisamente en medio de ese épico momento. El juego cambió de manos a mitad de su desarrollo y probablemente esto y otros pequeños fallos sean consecuencia de la falta de coordinación entre los diferentes grupos de programadores.
Por si fuera poco, nuestro esfuerzo no se ve totalmente recompensado, ya que, si bien logramos cerrar los portales y expulsar a los dioses del Vacío, algo consigue apoderarse de Jennifer. En el juego original de arcade, Jennifer aparentemente moría, y luego en la segunda parte la rescatábamos de la dimensión infernal donde había quedado atrapada.
Probablemente se planeaba hacer una continuación de este
remake que fuera a su vez una nueva versión del Splatterhouse 2 (y en el que rescataríamos
por tanto a Jennifer) pero el relanzamiento de la saga no tuvo el éxito que esperaban y la Máscara volvió a sumirse en el olvido.
En lo que a rejugabilidad se refiere, además de varios niveles de dificultad tenemos extras desbloqueables: arenas de lucha donde vamos enfrentándonos a grupos de monstruos para ver cuanto aguantamos, fotos coleccionables escondidas por todas partes (la mayoría de ellas de Jennifer desnuda, o casi) y los tres Splatterhouse antiguos.
Puedes darle un repaso a esta saga desde el inicio pulsando aquí.
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