EL GRAN BAZAR
Bienvenidos, amigos coleccionistas.
Hoy quiero mostraros una pieza que a primera vista quizá resulte difícil de identificar, debido a que simula perfectamente el mal estado de conservación de la original. Esta figurita es una réplica reciente y a pequeña escala de una de las cuatro estatuas de toros ubicadas en Ávila, una provincia de España.
Se los conoce como Toros de Guisando, por hallarse en el cerro de ese nombre. Tienen una antigüedad aproximada de 2400 años, lo que los sitúa en plena Edad del Hierro, antes de la ocupación romana de la Península Ibérica.
Actualmente se conservan cuatro de estas estatuas, aunque se sabe que en el pasado hubo almenos una más. Están esculpidas en granito, muy degradadas por el paso del tiempo y la exposición a la intemperie. Colocadas una junto a otra, miran hacia el oeste, a la puesta del sol.
Las figuras
reales miden más de dos metros y medio de largo, y cerca del metro y medio de
altura. Esta réplica mide unos más manejables cinco cm de largo por tres de alto,
por lo que además de copiar el aspecto y color de las originales, la proporción
de tamaño se mantiene.
No se sabe a
ciencia cierta que se quería indicar o simbolizar con ellas. Se ha especulado
que podrían marcar una frontera, quizá el inicio de las tierras de pastoreo, más
allá de las cuales las casas de la población no debían extenderse. Que podrían estar
relacionados con algún culto religioso, o no ser más que objetos decorativos.
También hay quien cree (y es a este grupo al que me adhiero, porque es la sensación que estas figuras me transmiten) que son un homenaje al ganado del que tanto dependía el pueblo
vetón que les dio forma. Un monumento erigido en honor
de sus toros y vacas, como reconocimiento a lo mucho que valoraban a estos
animales. La humanidad estaba en esa época mucho más unida a la tierra de lo
que lo está ahora. El que los vetones hicieran el improductivo esfuerzo de
tallar estas esculturas en el duro granito es una prueba de ello.
Este pueblo no adoraba a los animales como a divinidades, ni los consideraban algo sagrado. Al contrario, los mataban para alimentarse con su carne, curtían su piel hasta transformarla en cuero, ordeñaban la leche de las vacas, empleaban los cuernos de los toros como ornamento, y usaban sus excrementos como abono para los cultivos. Eran de hecho un producto de consumo.
Pero también los mantenían a salvo de lobos y otros depredadores
que les hubieran deparado muertes mucho más largas y dolorosas que un simple
hachazo en la cerviz. Los acompañaban a buscar los mejores pastos, los
mantenían a resguardo de la lluvia y el frio en cobertizos, y los cuidaban cuando
enfermaban.
Y en lugar de levantar estatuas abstractas que no significan nada, como se hace hoy en día, o tallar en piedra a sus dioses y gobernantes, tallaron a una manada de sus toros para que perduraran a través de siglos y milenios, como un reconocimiento a lo mucho que habían tomado de ellos. Se han encontrado en la región estatuas similares representando a cerdos y jabalíes, y quién sabe cuantas más habrán sido destruidas o estarán ocultas bajo capas de tierra. A mi entender, los Toros de Guisando son, en definitiva, un homenaje a la propia naturaleza.
Ostras, juraría que en casa de mis padres hay uno, bastante grandote, en una peana de madera y que pesa lo suyo...
ResponderEliminarRecuerdo que de pequeña no entendía el tener como figura decorativa un trozo de piedra, pero es cierto que parecía un animal sin cabeza o con la cabeza afilada hacia la punta de manera muy abstracta.
Me estoy dando cuenta que hay una serie de objetos que se pusieron muy de moda y que estaban en todos los hogares españoles y me refiero a cosas de decoración, no muebles o cosas de primera necesidad como los platos Duralex o los sofás de sky...
Probablemente la figura que dices sea efectivamente otra representación de estos animales. La cabeza parece muy pequeña porque se le han borrado todos los rasgos por el tiempo, pero se sabe que originalmente eran toros.
EliminarDe esos objetos de decoración comunes a todas las casas, recuerdo las colecciones de figuras de elefantes de tamaño decreciente que se colocaban en fila sobre los televisores. Cuando pasamos de los televisores cuadrados a las actuales pantallas planas, esos paquidermos perdieron su hábitat natural y desaparecieron. Un minuto de silencio por la extinta especie de los Elefantus Catódicus -_-
-_-
EliminarYo tengo una torre de marfil de elefantes, uno encima del otro, que se rompió un trozo, y otra torre más pequeña de tortugas hechas con conchas.
Vamos a hacer un museo de las decoraciones vintage.
Siempre he pensado que, en cierto modo, todo coleccionista es como el director de su propio museo.
EliminarEs bonito, no me importaría tenerlo en la mesa de mi oficina como pisapapeles o algo así.
ResponderEliminarYo estuve en una ocasión viendo los toros en ese pueblo de Ávila, pero lo que recuerdo que me explicó mi madre es que ahí se firmó un acuerdo por el que Isabel la Católica, antes de ser reina se proclamaba Princesa de Asturias, y por tanto futura reina. Tiene por tanto una doble importancia histórica, aunque ahora esas cosas no se estudian tan en profundidad.
Es lamentable la poca importancia que se da hoy en día a la historia, y peor aún el poco interés general de la gente por ella. Hay chavales que conocen mejor el trasfondo del mundo de fantasía de su videojuego preferido que la historia de su propio país. En Cartagena hay un museo arqueológico cuya entrada es gratuita, incluso puedes solicitar un guía que te acompañe dándote explicaciones sobre lo que estás viendo. Hay desde fósiles hasta objetos romanos y armas de fuego piratas. Hemos ido en tres ocasiones, y en las tres éramos los únicos visitantes, y hasta me pareció que los cuidadores del museo se sorprendieron de ver alguien que quisiera visitarlo.
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