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viernes, 29 de enero de 2021

PORTAL OF EVIL

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.
 

Saludos, intrépidos aventureros.

El Portal del Mal, trigésimo séptimo librojuego de Lucha-Ficción, nos trae una aventura bastante interesante en las montañas Pico Nublado, una de las regiones inexploradas de Titán. Salen dinosaurios, zombis, minas de oro, un científico loco, un portal a otro mundo… un poco de todo.

Lo primero que llama la atención es lo pobres que somos al comienzo de la historia. Nuestro personaje está pasando una mala racha económica. Empezamos sin pociones y con solo dos raciones de comida, en lugar de la poción y las diez raciones con las que contamos habitualmente. Además, tal como ocurría en El hechicero de la Montaña de Fuego, solo podremos comer cuando así se nos indique, y no cuando nos apetezca. Y llevamos tanta hambre atrasada por nuestra mala racha, que comer no siempre nos devolverá Resistencia, y en ocasiones solo servirá para no perderla. Esto significa que podemos, literalmente, morirnos de hambre si se nos indica que debemos comer y no disponemos de provisiones, ya que perderemos cuatro puntos de Resistencia cada vez que esto pase.

Tampoco tenemos ni una mísera moneda en nuestra bolsa. Por no tener, no tenemos ni una verdadera aventura a la vista. Pero ya hemos comenzado librojuegos en condiciones peores: tragados por un agujero negro en La nave estelar perdida, en las garras de una secta satánica en La mansión infernal, hundiéndonos en el mar atados y lastrados en Demons of the Deep, y obligados a luchar como esclavo-gladiador en Trial of champions. Que nuestra mayor dificultad inicial sea estar sin comida, pociones ni dinero no debería frenarnos

Es por esto que nos dirigimos a las montañas de Pico Nublado y los bosques que la circundan. Se trata de una región inhóspita habitada por tribus de goblins y cosas peores. Hasta hace poco, al menos. Unos años atrás, una gran expedición de pioneros se adentró en la región buscando un lugar en el que establecerse. Solo regresaron dos hombres, pero trajeron algo con ellos: oro. Grandes pepitas de oro. Esto desató una fiebre de oro en la región. Se fundó a toda prisa una ciudad en el lindero del bosque, se talaron árboles, se construyeron puentes, y pelotones de mineros tomaron al asalto las montañas. Se aniquilaron a tribus enteras de goblins, y bandas de ladrones las sustituyeron. En pocas palabras, la civilización llegó a Pico Nublado.

La historia comienza dirigiéndonos a esa floreciente ciudad minera, Kleinkastel. En principio, nuestro objetivo para esa aventura es conseguir algún dinero para comprar el equipo básico de minero y una licencia, y convertirnos así en otro minero más. Pero antes incluso de llegar a Kleinkastel, las cosas empiezan a torcerse.

Nada más empezar nos encontramos con un enorme y monstruoso reptil con aspecto de dinosaurio. Junto a este, vemos a una temblorosa guerrera elfa, que con voz desesperada, nos suplica ayuda. En cualquier otro librojuego, esto sería la típica escena de salvar-a-la-dama-en-apuros. Pero no. La elfa nos pide ayuda para defender al dinosaurio del ataque de dos soldados humanos que van siguiéndolos, que resultan ser Guardias de Kleinkastel, la misma ciudad donde pretendíamos entrar con buen pie.

No tardamos mucho en enterarnos que la actividad minera se ha detenido casi por completo. En la profundidad de la tierra, los excavadores encontraron algo. Un portal de piedra muy antiguo, cubierto de grabados lovecrafnianos. Algunos mineros se atrevieron a cruzarlo. Unos pocos regresaron convertidos en zombis. Otros transformados en dinosaurios. Y otros no regresaron.

Desde entonces, la región se ha poblado de monstruos. Alguien o algo los dirige desde el otro lado del portal, y está avanzando hacia la ciudad. El gobernador de la misma ya no busca mineros, si no guerreros. Por una vez… por una sola y maldita vez que nuestro personaje no pretende derrocar a un tirano, acabar con un malvado hechicero, o desfacer algún entuerto… por una sola y maldita vez que lo que le apetece es pasar una temporada trabajando honradamente, empuñando una herramienta en lugar de un arma, nos pasa esto.

Así pues, no tenemos más remedio que dirigirnos a las montañas, buscar la mina, y hallar el modo de cerrar o destruir el portal. Nos encontraremos con montones de zombis, y dinosaurios de todo tipo: strutiomimus, norosaurios, triceratops, ankylosaurios… todos ellos, por descontado, con una Resistencia desmesurada. Algunos de estos dinosaurios son animales comunes, pero otros, humanos transformados que retienen su antigua mente, y pueden razonar a nuestro nivel. Pueden ser mineros, pero también pueden ser ladrones, y estar aprovechando su nueva forma para seguir con sus actividades hasta encontrar el modo de revertirla.    

Acabaremos, como no, encontrando el portal y descubriendo el mundo que hay al otro lado, donde los nativos luchan también contra el mismo mal que amenaza el nuestro. El mal no proviene, al parecer, de ese otro mundo, sino del portal en sí. Destruir esa enorme puerta megalítica no va a ser fácil. Necesitaremos un saco de ese extraño polvo explosivo que un científico desquiciado está desarrollando… si sobrevivimos a una visita a su laboratorio.

Me ha encantado este librojuego. Una historia magnifica en la que podemos incluso convertirnos en padres adoptivos de un escandaloso bebé pteranodon. ¡Lástima que crezcan tan rápido! Apenas tendremos ocasión de ver al pequeñajo matar a picotazos a su primer par de goblins antes que emprenda el vuelo por sí mismo.

Puedes ver otro librojuego de esta colección pulsando aquí.

Portal of Evil. 1989. Peter Darvill-Evans (texto) Alan Langford (ilustraciones) Lucha Ficción nº 37. Puffin Books.

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