EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Spa fon, ávidos lectores.
Ayer, un poquito antes de las diez de la noche, hora del Planeta del Espacio (para que tengáis una referencia más clara,
coincide con la hora de España, en el planeta Tierra) el robot autónomo Perseverance
aterrizó en suelo marciano tras un viaje de más de seis meses. Espero que Percy
esté bien. Y que se acuerde de traerme lo que me dejé olvidado allí la última
vez que estuve.
Marte es uno de
los pocos planetas que puede verse desde la Tierra sin necesidad de ningún aparato.
Es esa pequeña luz roja titilante que a veces se ve al anochecer, más baja respecto
a la línea del horizonte que las estrellas. Los antiguos griegos y romanos consideraban a este
planeta el dios de la guerra, y debido a esto siempre se lo ha asociado con el
peligro: hay tantas historias donde Marte se pinta como un mundo hostil del que
provienen seres a invadirnos, que durante una época la gente se acostumbró a
decir marciano como sinónimo de extraterrestre malvado.
Pero... que
aburrida sería nuestra vida sin Invasores de Marte de William Cameron, La Guerra de los
Mundos de H. G. Wells, Las Crónicas
Marcianas de Bradbury, o la saga de John Carter de Burroughs. Vamos
a comentar otra historia sobre Marte porque, señoras y señores, Marte mola. ¡Viva Marte!
La colonización de Marte es una realidad. Todavía no está muy poblada, pero ya hay un tráfico regular de naves entre la Tierra y Marte, y varias ciudades prosperan, encerradas en cúpulas presurizadas. Se han encontrado antiquísimas ruinas subterráneas, y en ellas, miles de tablillas con intrincadas inscripciones que aún no se han podido traducir.
Los humanos instalados en Marte se llaman a sí mismos marcianos, y designan a los desaparecidos habitantes de las ruinas con el término paleomarcianos. En estas ruinas, se han encontrado también objetos y abalorios de oro con joyas incrustadas. Esto ha provocado la aparición de lo que ha venido a llamarse Buscadores de Ruinas, aficionados con más de ladrones de tumbas que de arqueólogos. Aprovechando el escaso control que aún hay sobre el gran territorio marciano, los Buscadores de Ruinas deambulan de un lado a otro en grandes vehículos todoterreno tratando de localizar estos valiosos depósitos de tesoros ocultos entre el polvo.
El protagonista
es Basil Dryne, uno de estos individuos. Mientras recorre el inhóspito terreno
en busca de un muy necesitado golpe de suerte, capta una llamada de auxilio. Una
mujer a tres horas de su posición se encuentra encerrada en su vehículo averiado,
y con las reservas de oxígeno peligrosamente bajas. Podría ser una competidora,
o incluso una trampa, porque se han dado casos de asesinatos entre Buscadores.
Pero Basil acude en su ayuda igualmente, porque los mundos pueden cambiar y las
galaxias desintegrarse, pero un hombre de verdad siempre acudirá en ayuda de
una dama en apuros. Es ley de vida.
La mujer resulta
ser Katryna Vilo, una superteísta. Estos son una comunidad religiosa que
abandonó la Tierra dos siglos atrás, en teoría para viajar por el espacio hasta
encontrar al Superdiós. Pero al parecer terminaron estableciéndose en Marte y
han vivido bajo tierra desde entonces, sin haber sido hasta el momento
detectados por los actuales colonos. Katryna pide
a Basil que la lleve de vuelta con su gente, dandole para ello las coordenadas de la entrada a su base subterránea. Cuando este lo hace, Katryna intenta
matarlo con una antigua pistola que llevaba oculta, para que no los delate. Basil
le arrebata el arma, la lanza lejos, y se olvida del asunto, marchándose en su vehículo.
Vuelve a
encontrarse con ella algún tiempo después, pero esta vez Katryna le ayuda a librarse
de un grupo de otros Buscadores que iban a matarle. Basil encuentra un gran
tesoro del que forma parte un extraño libro de páginas metálicas. La venta de
todo lo encontrado lo convierte en tremendamente rico, por lo que decide volver
a la Tierra y quedarse allí viviendo a lo grande. Él y Katryna se despiden de
forma un tanto tensa, pero amistosa esta vez.
Meses después,
ya en la Tierra, recibe una visita del profesor Olaf Karlson, la persona en
manos de quien ha terminado el libro que encontró. Ha logrado traducirlo, y está
convencido que es el manual de funcionamiento de un teleportador, una
tecnología que los humanos desconocen. Convence a Basil para que lo lleve hasta las
ruinas donde halló el libro, cuya localización nunca antes ha revelado.
Basil acompaña
al doctor a Marte, pero en su ausencia algo ha cambiado. Al parecer, un movimiento de independentismo
xenófobo ha comenzado a extenderse entre los marcianos, algunos de los cuales ahora
desprecian a los terrestres y no los quieren en “su” planeta. Comenzó
con pintadas en las calles, y ya ha escalado puestos hasta llegar a los actos
de terrorismo.
Basil guia a Olaf a las ruinas, pero estas han sido vaciadas de cualquier cosa que
quedara en ellas. Un grupo de independentistas intentan matarlos, pero terminan
volándose en pedazos a si mismos en medio de una memorable exhibición de
torpeza. Sospechando que los terroristas podrían pertenecer a la misma comunidad
religiosa que Katryna, Basil vuelve al lugar donde ella le pidió
que la llevara la vez anterior, y logra hallar la entrada a su base subterránea.
Como suele
ocurrir con todas las sectas, los creyentes han sido convertidos en esclavos de
los líderes y su grupo de leales. No pueden abandonar el lugar, y trabajan
encadenados para cultivar las judías gigantes que parecen ser la base de la
alimentación de los superteistas. Un momento… las judías tamaño normal
suelen producir… y estas son judías gigantes… ¿se mantendrá una proporción entre…?
¿y estando en un ambiente cerrado, bajo tierra…? Bueno, mejor no pensar en ello. Dejémoslo en
que no me extraña que sea necesario retener a la gente con cadenas para que no abandonen
la comunidad.
Entre los
esclavos está Katryna, condenada a trabajos forzados por el líder de la secta,
al haber expresado en voz alta que tener contacto con los terrestres no tiene porqué
ser necesariamente malo. Basil descubre por ella que la mayor parte de los
superteistas han perdido totalmente la fe que les inculcaron las generaciones anteriores. Saben que
Marte está siendo colonizado por la Tierra y ansían abandonar la comunidad e
integrarse en una sociedad menos cerrada de mente y más tolerante. A partir de
este punto, lo que toca es una revolución, levantar a los esclavos, como
Espartaco.
Está interesante
y crea con poco texto una imagen muy completa y bastante creíble del Marte
colonizado. El tema del teleportador parece pasar a segundo plano y hasta abandonarse
a favor del de la secta y los terroristas, pero al final todo resultará estar íntimamente
relacionado. Y, habiéndose reencontrado Basil y Katryna, y ya sin la
interferencia de fanatismos de por medio, la cosa acaba como estáis imaginando.
Porque los mundos pueden cambiar y las galaxias desintegrarse, pero…
En fin… Spa
fon, terrestres. Y recordad que podéis ver otro libro de este autor pulsando aquí.
¡Viva
Marte! 1978. Clark Carrados (texto) Desilo (portada). La Conquista del Espacio
nº 429. Editorial Bruguera S.A.
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