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martes, 20 de abril de 2021

CEMENTERIO INDIO

EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                                    ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                ¡ALERTA DE EXXXTREMERZ!

Presentado por... Pecky.
 

¡Hola, amigos cinéfagos!

El título original de esta película es Scalps (Cabelleras), pero hay como mínimo otras tres películas de diferentes temáticas tituladas así. He preferido presentarla por uno de los títulos con los que se distribuyó en castellano, para evitar confusiones.

En palabras de su director (el mítico Fred Olen Ray) su objetivo principal era hacerla lo más barata posible. Y lo cumple con creces, sin ser una mala película. Tampoco es especialmente buena. Es otra película más de matanzas de su época. De hecho, probablemente habría sido mejor si no hubiese sido censurada y remontada por los distribuidores. 

Seis universitarios viajan al desierto de California para llevar a cabo una pequeña excavación. El profesor de arqueología que debía acompañarlos tiene que quedarse en la universidad a resolver otros asuntos ligeramente turbios.

Los jóvenes, tres chicos y tres chicas, desoyen los habituales consejos del anciano local sobre tierra maldita, nativos asesinados, y fuerzas malignas. Una de las chicas, DJ, parece tener una cierta percepción extrasensorial que le provoca confusas y fragmentadas visiones sobre guerreros indios de rostro monstruoso.

Lo que a la película le falta en efectos especiales y calidad de imagen, lo compensa con el ambiente que logra crear a base de planos lentos, música inquietante (que a veces sube de tono sin motivo aparente), las visiones de DJ, y su cada vez más extraña actitud. En ocasiones entrevemos un guerrero indio que de entrada no se nos deja claro si es real, metafórico, o un espíritu, y contribuye a crear una sensación de irrealidad.

Al parecer, en una de las escenas que se cortaron se explicaba que cuando los estudiantes llegan a la zona en la que debían llevar a cabo sus prácticas malinterpretan las indicaciones que les dio el profesor de arqueología, y cavan donde no es. En lugar de una antigua zona de campamentos indios, cavan en una zona de entierro, desatando la furia de Garra Negra, el espíritu protector del lugar. 

Probablemente Garra Negra no se habría manifestado si los estudiantes se hubieran limitado a recolectar y clasificar objetos comunes, y es el que tocaran la zona de enterramientos lo que le despertó.

Es cierto que alguna de las manifestaciones de Garra Negra, que es capaz de presentarse bajo varios aspectos, es bastante penosa. La forma de hombre-león, en particular, da más risa que miedo. Pero otras de sus manifestaciones sí resultan inquietantes, en gran parte por su simplicidad, como la música de tambores y cantos tribales que parece brotar del suelo, o el pequeño cuenco de barro que se llena por si solo de sangre fresca.

Llamadme cobardica, pero a mí, con que me pasara una sola de estas cosas me bastaría para entender la indirecta y largarme de allí. Como decían en Trece fantasmas “La mayoría no pueden hacernos daño. La mayoría no quieren hacernos daño”. Y cuando un fantasma que sí puede hacerte daño (y mucho) te lanza unos cuantos avisos, lo mejor es devolverle la cortesía dejándole tranquilo.

Los estudiantes cometen el error de no ser capaces de seguir sus corazonadas, no ver las evidencias, y confiar en que cosas tan ridículas como una fogata o un fusil los mantendrán a salvo. Finalmente, Garra Negra pasa a la acción y comienza a recolectar sus cabelleras. A partir de ese punto, el resto del metraje es una sucesión de asesinatos a base cuchillo, tomahawk, y flechas, las armas tradicionales indias. 

Tras los créditos aparece un cartelito anunciando la segunda parte, que nunca hubo intención de hacer. Esto era una broma recurrente de Fred Olen Ray, que hizo lo mismo en varias de sus películas.

Para mí gusto es una película aceptable, considerándola siempre dentro de sus márgenes de intencionalidad, temática, época y presupuesto... sobre todo, presupuesto. El presupuesto (o más bien la falta de él) es lo que más daña el conjunto final. Los actores son novatos y parecen poco motivados (probablemente no se les pagó mucho, si es que llegaron a ver algo de dinero) y los efectos especiales se reducen a caretas de goma y sangre falsa. El metraje está alargado a base de repetir escenas, añadir planos innecesarios y pasar otros a cámara lenta, y hay momentos (bastantes) en los que aburre. Aún así, la idea base me gusta, y para la historia que cuenta los efectos especiales no son muy necesarios. 

Esta edición es bastante mala. No viene acompañada por la caratula original, mucho más vistosa, que se empleó como cartel publicitario para su pase en cines y para la edición en VHS. Tampoco se ha restaurado la imagen ni se incluyen los fragmentos cortados por los distribuidores. Una pena. Quizá Scalps no era ya de por si una gran película, pero el remontaje a espaldas del director la dejó peor. 

Puedes repasar otra de sus películas pulsando aquí.

Scalps. 1983. Fred Olen Ray (guion y dirección) Jo-Ann Robinson (actriz principal). Richard Hench (actor principal).

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