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jueves, 22 de julio de 2021

LAS AVENTURAS DEL BARÓN DE MÜNCHHAUSEN

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                          RETO QUELIBROLEO 2021

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, crédulos lectores.

Aunque hoy en día se lo conoce bajo ese título, esto no es más que una versión acortada y más cómoda del título completo, que es Viajes prodigiosos por tierras y mares, campañas y aventuras festivas del Barón de Münchhausen, tal como él suele contarlas en su tertulia junto a una botella

Esta versión es la de Gottfried August Bürger, que se considera la mejor, y está acompañada por ilustraciones del gran Gustavo Doré. Y digo “esta versión” porque en realidad, en su momento hubo varios otros libros escritos casi a la vez por diferentes autores, todos relativos a este mismo tema. La primera versión de la que se tiene constancia es la de Rudolf Erich Raspe, de la que se conserva un sola copia en el Museo Británico.

Estos libros se escribieron sin informar previamente de ello al susodicho barón, que era un personaje real de la época. Karl Friederich Hieronymus von Münchhausen (1720-1797), más conocido simplemente como El barón de Münchhausen, fue un soldado alemán al servicio del Príncipe de Riga, en la Baja Sajonia.

El barón, una vez retirado y tras haber tomado parte en varias campañas militares en Rusia y Turquía, se hizo popular por hacer reuniones sociales muy particulares. En estas veladas, a lo largo de almuerzos y cenas, narraba incansablemente a los invitados sus numerosos viajes, combates, cacerías y amoríos. Estas historias eran tan exageradas que nadie las creía a pesar que estamos hablando de una época en la que no se tenía ni una fracción del acceso a la información que hay hoy en día. Incluso en esas circunstancias, nadie daba crédito a sus historias sobre lo ocurrido en sus viajes por lejanas tierras. 

Pero ese era su principal atractivo. El barón narraba sus historias como absolutamente verídicas, hablaba con seriedad y aplomo, y sus invitados le seguían la corriente, sin contradecirlo o cuestionarlo, mostrándose interesados y asombrados, porque nadie tenía una imaginación tan extraordinaria como la suya. Aun siendo consciente de no estar diciendo nada más que disparates, el barón exageraba sin medida sus narraciones, y el fingido asombro de sus invitados le animaba a exagerar cada vez más. Es decir, más o menos lo que eran los creepypastas en su origen, aunque esto ya se ha perdido: historias ficticias en las que escritor y lector acordaban tácitamente hacer ver que lo narrado era una situación real, de forma que todos los que comentaban y reaccionaban a la historia fingían creer lo que se les estaba contando. La perfecta compenetración entre el narrador y su público, porque si todos tenemos claro que estamos inventando y exagerando por pura diversión, no es necesario hacerlo notar.

Si alguien se está preguntando cuando voy a empezar a comentar lo que ocurre en el libro en sí, pues… no lo voy a hacer. Comentar el texto del libro sobra, porque no tiene una historia general ni trata sobre nada en concreto. Es solo una colección de anécdotas absurdas que además tienden a ir in crescendo. Las películas de imagen real y animación que se han hecho sobre el personaje crean un hilo argumental en torno a alguna de estas anécdotas, y salpican el resto del metraje con otras, pero lo que es el libro en sí no tiene argumento. Empieza directamente contando una anécdota y termina contando otra. Son parte de las historias con las que el barón entretenía a sus invitados, y que sin duda estos contaban a su vez a sus amigos y familiares, de forma que estas fueron extendiéndose.

Ninguno de los autores de los libros pidió permiso al barón para poner estas anécdotas por escrito, y el barón tampoco recibió ningún beneficio de la venta de los mismos. Una de estas cosas, o quizá ambas, debieron sentarle bastante mal. Cuando se enteró que sus historias estaban siendo publicadas, sus veladas narrativas cesaron y su bulliciosa imaginación permaneció encerrada en su cabeza hasta el fin de sus días. 

Lo que para él había sido hasta ese momento un divertido ejercicio de suspensión de la realidad con un grupo intimo de amigos que le permitían ser el centro de atención, se convirtió en una especie de libro de chistes que estaba al alcance de todos. Sus historias las leían ahora personas que no le conocían, que ignoraban su carácter fantasioso y exagerado, y que probablemente lo tomaron por un loco o un mentiroso. El barón fue convertido en una especie de bufón, un personaje al que ridiculizar. Una edición que se vendió en Inglaterra incluía un Certificado de autenticidad firmado por Aladino, Simbad y Gulliver, en el que los tres confirmaban personalmente que todo lo contado por su buen amigo el barón era rigurosamente cierto.  

Por eso, en este comentario, no voy a mencionar ninguna de esas anécdotas. En lugar de eso, voy a proponeros algo: recrear ese juego que el barón se traía con sus invitados. Si tenéis la oportunidad de leer este libro, no lo hagáis como una novela más. Entrad a fondo al juego. Imaginad que sois uno de los invitados del barón, que estáis sentados a su mesa, disfrutando de un último vaso de vino mientras él en persona os cuenta esas anécdotas. Imaginad las exclamaciones de asombro de los otros comensales, sus interrupciones para hacer preguntas o pedirle que matice algo, y las respuestas del Barón. Haced el ejercicio mental de suspender la realidad, tomándoos lo que os están contando como si realmente lo creyerais, y añadid a la narración todo lo que vuestra imaginación os sugiera en ese momento. 

En definitiva, leedlo como si fuera el guion de una obra de teatro, en el que se marca una pauta pero siempre hay margen para la improvisación. Creo que esa es la forma correcta de leer este libro. En realidad, creo que esa es la forma correcta de leer cualquier libro.

Y esta ha sido nuestra lectura de julio del reto Quelibroleo 2021. El próximo será La Bestia de Peter Benchley, en algún momento de agosto... si no nos derretimos antes.

Las aventuras del Barón de Münchhausen. 1785. Gottfried August Bürger (texto) Gustavo Doré (ilustraciones). Publicado en 1982 por Alianza Editorial.

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