EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡Hola, amigos cinéfagos!
Esta película (una coproducción italo-franco-española) es una curiosa mezcla entre el cine de vaqueros y el de samuráis.
La historia tiene lugar en 1870. El emperador de Japón ha enviado a un
embajador a Washington, portando un regalo para el presidente: una katana ceremonial llamada El Sable de
Mikado.
Mientras cruza el país camino a Washington, el tren es asaltado por una gran banda de cuatreros, liderados por Link (Charles Bronson) y el zurdo (Alain Delon). Estos saquean el tren, que transportaba un cargamento de monedas de oro. También roban su dinero y joyas a los pasajeros. Entre estos pasajeros está el embajador y su séquito. El embajador entrega a los bandidos una caja con oro que lleva con él para pagar cualquier gasto del viaje, sin presentar ningún tipo de resistencia.
Sin embargo, cuando el zurdo ve el Sable de Mikado
se encapricha con él y se lo lleva. Al embajador lo acompaña una escolta de dos
samuráis. El más joven e impulsivo de ellos intenta impedir el robo, y el zurdo
lo mata de un tiro antes de marcharse.
El zurdo también traiciona a Link para ser menos a repartir, y se
marcha con sus hombres dándolo por muerto. El embajador entrega una wakizashi
con un cordel atado a su otro samurái, Kuroda Jubei (Toshiro Mifune), con instrucciones de deshacer
uno de los siete nudos del cordel al final de cada día. Si no ha recuperado el
sable cuando el último nudo sea deshecho, deberá quitarse la vida con la
wakizashi.
El samurái comienza a rastrear al zurdo y su banda, y se lleva con él
a Link como guía. Link, naturalmente, solo piensa en escapar de la vigilancia
de Kuroda. Lo único que le interesa es vengarse del zurdo y recuperar su dinero, y
considera toda la filosofía samurái (lo poco que sabe de ella) como un montón de
tonterías.
Link
(típico tipo duro del Salvaje Oeste) se nos presenta como alguien absolutamente materialista
y aprovechado comparado con Kuroda, que continuamente antepone su deber a todo
lo demás. La convivencia forzada a la que ambos se ven obligados, hace que el
punto de vista de Link vaya acercándose poco a poco al de Kuroda. En ningún
momento llega a establecerse una verdadera amistad entre ambos, pero sí una
especie de tolerancia tácita cercana al respeto.
Hay una escena que deja patente el carácter y la forma de ver la vida
de cada uno. Link y Kuroda llegan hasta una granja donde encuentran a varios de
los hombres del zurdo. Ya se han repartido el botín y la banda se está
dispersando. Los hombres del zurdo se han apoderado de la granja. Saben que el
matrimonio que vive allí tiene dos hijas adolescentes, y las están buscando
para violarlas.
Los bandidos amenazan al hombre con matarlo si no les revela donde ha
escondido a sus hijas, y este, tal como haría cualquier padre merecedor de ese
nombre, se niega a delatar a sus hijas y se lleva un par de tiros en la cabeza.
Para Link, que los bandidos estén pendientes de encontrar a las chicas es la
ocasión perfecta para robarles un par de caballos y armas y alejarse de allí.
Para Kuroda, la honorable muerte del padre merece una venganza inmediata.
Resuelto este pequeño asunto, y ahora con caballos y con siete
enemigos menos de los que preocuparse, se dirigen a San Lucas. Link sabe que el zurdo
está encaprichado con una las prostitutas del pueblo, a la que tiene reservada para su uso exclusivo, y la toma de rehén para
cambiarla por su parte del oro.
La dama en cuestión, Cristina (la impresionante Úrsula Andress) es una
mujer eminentemente práctica. Está con el zurdo porque es quien mejor
vida puede darle, aunque se da a entender que tuvo también una relación con
Link y prefiere el carácter más rudo y directo de este al más refinado del zurdo.
Una tercera fuerza entrará a tomar parte en el conflicto: una tribu de
comanches. Cristina se escapa de la misión en ruinas donde Link la retiene en espera
de reunirse con el zurdo, y termina en manos de un grupo de comanches. Estos la
acorralan para violarla, y aunque en realidad Link ya no la necesita (la noticia de que Cristina está en su poder ya ha llegado al zurdo) se lanza a rescatarla. Aquí se produce
un breve diálogo, que aunque no está pensado para ser cómico, a mí me resulta
bastante gracioso. Cuando Link dice que no puede abandonarla a su suerte, Kuroda murmura con cierta admiración “Ah… ¿Bushido?” a lo que Link, sin tener claro de que le está hablando, contesta “Eso será”. (El Bushido era el código de conducta de los samuráis, que
anteponía el deber a la propia seguridad o comodidad).
Link y Kuroda rescatan más o menos intacta a Cristina, pero uno de los
comanches logra escapar con vida y pone sobre aviso al resto de la tribu. Esta se
presentará justo durante el encuentro entre Link y el zurdo, lo que les
obligará a unir sus fuerzas para sobrevivir a los comanches…sin quitarse los
ojos de encima los unos a los otros.
Muy buena película a mi parecer. Es básicamente de acción con un poco
de drama, pero tiene también sus toques de humor, a costa de ridiculizar la
actitud de Link respecto a la de Kuroda. Y aunque la historia se centra principalmente en
Link, realmente es Kuroda quien acapara la atención con su actitud marcial
y sus frases lapidarias.
Puedes ver un comentario sobre otra película de Bronson pulsando aquí, o seguir con el tema de los westerns pulsando aquí.
Soleil rouge. 1971. Laird Koenig, Denne Bart Petitclerc, William Roberts (guion) Terence Young (director) Charles Bronson, Toshirô Mifune, Alain Delon (actores principales) Ursula Andress (actriz principal). Les Films Corona. Distribuida en DVD por Creative Films.
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