DJANGO EL BASTARDO

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                            ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                                                                                                       

Presentado por... Pecky.
 

¡Hola, amigos cinéfagos!

El personaje de Django apareció en las pantallas por primera vez en 1966. En plena era dorada de los westerns, destacó por mostrar un nivel de violencia muy por encima de lo habitual en ese momento. Naturalmente fue imitado hasta la saciedad, convirtiéndose en un arquetipo; el del vengador frio e implacable que tenía una deuda por saldar, y que no dudaba en matar a todo aquel que se interpusiera en su camino. Entre películas oficiales y oficiosas podemos contar con unos treinta títulos, desde Django de Sergio Corbucci, la película original, hasta las versiones más recientes Sukiyaki Western Django de Takashi Mike (2007) y Django desencadenado de Quentin Tarantino (2012).

Estas películas rara vez tienen relación directa entre ellas, y algunas incluso nos dan datos contradictorios sobre el personaje. Entre los actores más conocidos que han dado vida a este polvoriento y desarrapado pistolero encontramos a Franco Nero, Terence Hill, y Lee Van Cleef. A pesar de todos los cambios de rostro e historia, se crea una imagen general sólida; la personificación de la venganza encarnada. En esta, la primera que comentaremos de las pocas que tenemos, se juega un poco con la idea de que Django pudiera ser una entidad sobrenatural. 

Nos encontramos en 1881. Esto es un fallo de concepto, porque más adelante se nos habla de algo ocurrido seis años atrás, durante la Guerra de Secesión Americana… que terminó en 1865. Incluso aunque el mencionado suceso tuviese lugar en el último año de la guerra, nos encontraríamos como mucho en 1871. Pero bueno, tampoco es importante para la trama, lo comentaba a modo de curiosidad. 

Un hombre misterioso llega a un pequeño pueblo llevando una cruz de madera. La clava en el suelo, en plena calle, enfrente de una casa, y se queda esperando tras ella. En la cruz vemos una fecha y un nombre. La fecha es la de ese mismo día. El nombre es el de uno de los ocupantes de la casa. 

Cuando este y sus matones salen a pedirle explicaciones al forastero, sus miradas se cruzan y vemos unas imágenes fugaces, en plan flashback: fusiles con bayonetas caladas disparando y hombres uniformados cayendo. Todos echan mano a sus pistolas, y el forastero acaba con el grupo al completo con una precisión envidiable. El último en morir es el hombre al que venía buscando, que dando traspiés en plena agonía termina cayendo junto a su propia cruz.

Pasan unos días y el mismo forastero aparece en otro pueblo, en medio de una celebración. Su mirada se cruza con la de otro hombre, y de nuevo se repiten los flashbacks que vimos antes, aunque esta vez el forastero se retira. Demasiados inocentes de por medio para iniciar un tiroteo.

En lugar de eso, acude a un carpintero y le pide que le fabrique una cruz. Cuando le dice que nombre ha de poner en esta, el carpintero le contesta que se la hará gratis, con lo que se nos deja claro que la persona a la que el forastero busca no es alguien muy querido en el lugar. 

Poco a poco nos vamos enterando de toda la historia. El forastero es Django. Seis años atrás era un joven e idealista soldado confederado. Formaba parte de un destacamento al mando de tres oficiales, que los vendieron a los unionistas a cambio de poder conservar sus vidas. Los oficiales traidores abandonaron su propio campamento poco antes del ataque de los unionistas, asesinando ellos mismos a los centinelas para que sus propios hombres fueran tomados por sorpresa. 

Al principio se nos induce a dudar de si Django es un fantasma, o si simplemente sobrevivió de algún modo a la matanza. No parpadea, no se inmuta, se deja ver de pronto junto a sus enemigos y con la misma facilidad y velocidad desaparece en cuanto se le quita la vista de encima. Hay hasta un par de ocasiones en las que su imagen parece multiplicarse, o se desvanece como un fantasma, pero se nos muestra de forma que esto pueda interpretarse también como que su víctima está desvariando por el miedo que siente hacia él.

Los dos primeros oficiales son despachados bastante rápido, y solo están allí para presentarnos la historia. De lo que trata la película es realmente del enfrentamiento de Django con el tercero de ellos, Murdok, el que era el mando principal del regimiento. Este ha prosperado en esos seis años y es ahora un poderoso terrateniente con muchos hombres armados a su alrededor dispuestos a defenderle. 

Sospechando lo que les ha ocurrido a los otros dos y que él será el siguiente, Murdok se rodea de más hombres aún, contratando por sumas astronómicas a cada delincuente de la región para que se congreguen a su alrededor en Dirty City (Ciudad Sucia). Muchos de ellos ni tan solo llegan con vida al pueblo, porque Django los intercepta por el camino y acaba con ellos. 

Cada vez más asustado, Murdok manda desalojar por la fuerza todo el pueblo. Sus matones van casa por casa echando a todo el mundo solo con lo que puedan cargar. 

La idea es que al estar el pueblo vacío, Django no podrá esconderse entre la población, pero la cosa no funciona. La mayoría de los hombres de Murdok no saben que aspecto tiene Django, y debido a la gran cantidad de matones recién contratados, este se pasea tranquilamente entre ellos porque todos piensan que es simplemente otro más de los nuevos reclutas. Django se une a los hombres que patrullan por el pueblo y los va liquidando por grupos. 

Hay una escena que me gusta mucho en la que una docena de matones conversan sentados en torno a una hoguera. Uno de ellos lanza al fuego un puro que se estaba fumando, se levanta y se marcha lentamente, como aburrido de la conversación. Segundos después la hoguera estalla matando o hiriendo a los demás. El que se acaba de marchar era Django, y el puro llevaba en su interior un pequeño cartucho de dinamita.  

El más peligroso de sus adversarios no es el propio Murdok como podría suponerse, sino su hermano Luke; un demente que alterna profundas depresiones con estados de ira asesina. La única ayuda con la que contará Django será Alethea, la esposa del propio Luke, una prostituta a la que Murdok contrató a tiempo completo para que se casara con su hermano, en un intento de mantenerlo calmado. Parece que Alethea y Django ya se conocen de antes (puede que Alethea aparezca en una película anterior) porque se llaman por sus nombres desde el principio y ninguno de los dos duda a la hora de dar la espalda al otro. De hecho, durante la mayor parte del tiempo que están juntos, Django se limita a recorrer las casas y calles del pueblo matando a todos los sicarios de Murdok mientras Alethea le sigue registrando los cuerpos y guardándose todo el dinero que llevan encima. 

Al final, tras dispararse el último tiro y con Django y Alethea como únicos humanos vivos en Dirty City, Alethea propone a Django seguir juntos. Ha reunido oro y billetes suficientes para que ambos vivan bien el resto de sus vidas. Pero tal como hacía Maciste al final de todas sus películas, Django rechaza riquezas, comodidades y amantes, y se marcha en pos de seguir desfaciendo entuertos. 

Django il bastardo. 1969. Antonio De Teffé (guion) sergio Garrone (director) Anthony Steffen, Paolo Gozlino, Luciano Rossi (actores principales) Rada Rassimov (actriz principal). Società Europea Produzioni Associate Cinematografiche. Editado en DVD en 2012 por Tema Distribuciones.