MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

lunes, 4 de octubre de 2021

CUARTO RETO ESCRITUBRE 2021: RELLENO

 Presentado por...Zag.

¡Extra! ¡Extra! ¡Se revela el cuarto Reto Escritubre 2021! ¡Tome su ejemplar! Eh, oiga, tome su ejemplar… ¡QUE TOME SU EJEMPLAR LE DIGO! … ejem … ¡Extra, Extra!

RETO 4: El reto de hoy está inspirado en "El almohadón de plumas", cuento de Horacio Quiroga. Los reto a escribir un pequeño relato de terror o al menos desasosiego, que tenga que ver con algo o alguien que está "relleno" de lo que no debería...

Esta vez hemos escrito algo que nos gustaría haber detallado más, y quizá algún día le hagamos una “versión extendida” para nuestro propio archivo. Esta versión corta provisional es la misma que hemos presentado oficialmente como nuestra aportación al Reto Escritubre.

 

EL PECIO

-Increíble… increíble pero cierto- dijo el profesor mientras nos mostraba las imágenes transmitidas por la cámara submarina. -Es el Almirante Vasilakos, no hay duda. Fijaos en la disposición de las torretas de artillería… el aparataje del radar… se distingue incluso el boquete en el techo del puente abierto por un obús, poco antes de hundirse, tal como se indicó en los informes. La eslora y manga coinciden también. Tiene que ser el Vasilakos.

Ninguno contestamos inmediatamente. En parte porque la mayoría nos habíamos levantado fuera de turno, apremiados por lo que el profesor consideraba un gran descubrimiento, y en parte porque ninguno queríamos pincharle el globo. Encontrar el Almirante Vasilakos era su gran obsesión. Su Santo Grial.

El balanceo del oleaje hizo que mi taza de café recién servido empezara a deslizarse por la mesa del comedor. Todavía medio dormido, la detuve con demasiada brusquedad y unas gotas de café hirviente salpicaron mi mano. Solté una maldición entre dientes, que el profesor debió entender como una respuesta. Me miró directamente a mí, y casi se pudo oír el suspiro de alivio colectivo de todos los otros presentes.

- ¿Sí? ¿Crees que me equivoco? - había un toque de ironía y otro de hostilidad en la pregunta.

-No, profesor, es solo que…- traté de ordenar mis ideas para no dejarle demasiado mal. – Es solo que el Almirante Vasilakos se hundió, según esos mismos informes que menciona, en la zona de fractura Faraday. Es decir, a unas… quizá unas setecientas millas de aquí.

-Y a más profundidad de la que está este pecio- añadió Paquita, saliendo en mi rescate. -A veces un pecio se desliza hasta un fondo mayor, pero no hay forma de que ascienda.

- ¡Ya se todo eso! - exclamó el profesor casi cortando a Paquita. - Eso es precisamente lo que hace legendario al Almirante Vasilakos. Hundido en 1944 a seiscientas cuarenta millas al oeste de nuestra posición, pero nunca encontrado en esa zona después. Captado en sonar y verificado mediante batiscafo en 1999, ciento setenta millas al noreste de donde debería estar. Pero cuando en 2002 se preparó una expedición para bajar hasta él, no se pudo volver a localizarlo. Y lo mismo en media docena de ocasiones desde entonces, localizado siempre en diferentes coordenadas, como si el pecio se desplazara en un amplio zigzag hacia el este.

-Lo cual es imposible, profesor- me atreví a añadir a modo de conclusión.

El profesor me miró fijamente durante varios segundos, de forma casi amenazadora. Estaba claro que no iba a permitir que se le llevara la contraria en esto. Ignorando mi último comentario, añadió:

-Afortunadamente, y a diferencia de todos los casos anteriores, nosotros sí contamos con el equipo necesario para bajar a echarle un vistazo. El pecio está a ciento setenta metros. Haremos como siempre, bajaremos cuatro en la esfera y dos se quedarán aquí monitorizando y como reservas- Nos miró alternativamente a mí y a Paquita. -Ustedes dos se quedan a bordo, en reserva.

Ese era su concepto de venganza por llevarle la contraria. Estaba tan convencido de estar a las puertas de un gran descubrimiento, que dejaba fuera a los que no le seguían ciegamente.

Hubo algunos murmullos de protesta porque no se respetaran las horas de descanso establecidas, y porque los reservas, que eran rotatorios, debían ser otros, pero todos sabíamos que no había nada que hacer. El profesor estaba decidido a bajar hoy mismo hasta lo que él daba por seguro que era el Almirante Vasilakos.

Cinco horas después, mientras la grúa hacía descender a la esfera estanca de observación hasta el pecio, llevando al profesor y el resto del equipo en su interior, Paquita y yo atendíamos las cámaras. Estuvimos comprobando cifras y mediciones, y tomando notas, mientras la esfera bajaba.

Finalmente se detuvo. Los focos de la esfera iluminaban lo suficiente el pecio para apreciarlo con total claridad. La imagen que nos llegaba de las cámaras, a pesar de no tener la mejor resolución, no dejaba lugar a dudas. Comparando el buque con las fotos de archivo que teníamos del Vasilakos, quedaba patente que, si no era el mismo buque, si era el mismo modelo. Pero el Vasilakos era el único buque de ese modelo cuyo paradero continuaba siendo desconocido.

Estaba cubierto de coral y vida fosilizada, como era de esperar, pero en un estado excelente, aparte de eso. Se encontraba tumbado de lado en el fondo marino, y el costado del casco que estaba en contacto con este sí parecía muy degradado, como si el propio barco hubiese ido arrastrándose de un lado a otro.

-Mira que curioso- me hizo notar Paquita, señalando a una formación de coral muerto cercana al pecio -No coincide ¿verdad?

Era cierto. No parecía el mismo tipo de coral que cubría al buque. Realmente daba la impresión que algo lo hubiese llevado hasta allí después de pasar una larga temporada en otro lugar. ¿Un maremoto? ¿Una corriente desconocida de una fuerza extraordinaria?

- ¿Lo están viendo? - nos preguntó con sorna el profesor a través de la radio - ¿Es o no es el Almirante Vasilakos? ¿”El buque que nadie puede encontrar”?

Paquita y yo nos miramos, consternados. Seguramente nos esperaba una larga temporada de reproches como ese. Entonces la imagen comenzó a enturbiarse. Algo estaba removiendo el fondo marino y levantando una nube de arena.

Los de la esfera empezaron a gritar todos a la vez. Estaban viendo algo que nosotros, por el ángulo de las cámaras y las aguas revueltas aún no apreciábamos. Gritos de “¡No es posible!” y “¡Subidnos, subidnos!” se sucedieron. Le pregunté al profesor si debíamos subirlos, pero antes de que pudiera contestar, la comunicación se cortó. Algo atrapó la esfera y tiró de ella con tanta fuerza que por un momento pensé que arrastraría a nuestro barco al fondo, pero cuando el ángulo de escora era críticamente alto, recuperamos la verticalidad de golpe. Después de unos cuantos tumbos en los que todo, nosotros incluidos, volamos de un lado a otro, me levanté magullado y eché un vistazo a los monitores. La cápsula estaba aplastada y llena de agua. Nadie en su interior podría seguir vivo. El cable metálico de la grúa se había descolchado, y ni tan solo la podíamos izar.

Pasados un par de minutos, el capitán bajó corriendo hasta la sala de monitoreo de la esfera y comenzó a aporrear la puerta, pidiendo unas explicaciones que no teníamos.

La nube de arena levantada del fondo, que por un momento había llegado a cegar completamente las cámaras, volvía a posarse con agónica lentitud. Y una de las cámaras, que milagrosamente seguía funcionando en el amasijo de la esfera aplastada, nos ofreció brevemente la imagen del Almirante Vasilakos, torcido sobre uno de sus costados, alejándose de nosotros. Andaba por el fondo marino sobre las numerosas patas de un imposiblemente gigantesco cangrejo ermitaño, que había convertido el acorazado en su hogar.


4 comentarios:

  1. ¿Es posible que haya algo de inspiración e influencia del recientemente leído "La Bestia"?
    Me ha recordado a un pasaje en concreto.
    Aún así, está muy bien escrito, me ha gustado mucho.

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    1. Ah, sí, es muy posible que el haber leído "La Bestia" hace poco me haya influido a la hora de orientar el relato hacia un monstruo marino. Creo que nadie nacido en este último último millón de años puede atribuirse el mérito completo de lo que crea, ya que todo se basa en creaciones anteriores. No existirían los teléfonos móviles sin el precedente de los teléfonos fijos. Ni los fijos sin el precedente del telégrafo. Ni el telégrafo sin el aprovechamiento de la electricidad. Y esta no se habría sabido aprovechar sin milenios previos de observaciones meteorológicas, etc. Sin duda, todo lo que yo escribo (y todo lo que cualquiera escriba) surge a partir de lecturas anteriores, películas, experiencias reales, etc. Un poco de todo más un poco de ti y ¡puf! otro pequeño granito de arena aportado al total de la cultura humana.

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  2. No todo está inventado.
    Es posible que los libros que se escriben ahora tengan reminiscencias de otros anteriores, de leyendas, relatos, pergaminos, dibujos en piedra que cuentan batallas, pero no todos sabemos escribir historias.
    Hace falta tener imaginación, buscar en nuestra mente esas palabras que nadie sabe y ordenarlas en un simple papel para formar historias inéditas como ésta de hoy.
    El Pecio.
    Me ha gustado mucho.

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    1. Gracias 😀. Yo suelo tener facilidad para escribir, pero todo el mundo tiene facilidad para algo. Puede ser por talento natural, por experiencia, por esfuerzo, o por un poco de todo lo anterior. quien sabe. A mi me ha tocado tener facilidad para escribir (en realidad, es que disfruto haciéndolo) y en cambio no soy capaz de preparar nada más elaborado que un sándwich al microondas. Mi madre, en cambio, prepara unos canelones que ya quisiera saber hacerlos el Ferran Adríaj ese 😋🍲. Todos tenemos facilidad para algo.

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