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sábado, 16 de octubre de 2021

EL CONGRESO DE LOS DESAPARECIDOS

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                              ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Aunque todavía tenemos muchos bolsilibros de terror y ciencia ficción en reserva, este (de género policiaco) nos llamó la atención y le dimos prioridad a su lectura. Y nos llamó la atención por el título, porque nos recordó a una imagen que ha estado circulando hace poco del Congreso de los Diputados de España, en la que, en plena sesión, la mayoría de los asientos aparecían vacíos. Supongo que, para algunas personas, el cobrar una media de 6000 € al mes no es motivo suficiente para acudir al trabajo, que eso cansa.

Pero no es de ese congreso ni de esos desaparecidos de los que trata este bolsilibro, sino de algo bien distinto, y potencialmente, casi tan malo. La historia nos es narrada en primera persona por miss Norton, una joven doctorada en ciencias exactas, que, a pesar de estar considerada una pequeña celebridad en el campo de las matemáticas, trabaja como periodista. Su redactor jefe suele enviarla precisamente a cubrir eventos científicos, porque conoce mejor la terminología que emplea la gente a la que entrevista que sus otros periodistas, y se mueve con mas naturalidad en ese mundillo.

Otro dato sobre nuestra protagonista, es que tiene el corazón dividido entre dos amores, a los cuales conoce personalmente por haberlos tenido que entrevistar en un par de ocasiones: por un lado, está Claude, un científico formal, amable, atento, y extremadamente inteligente, pero con dos graves defectos a ojos de miss Norton: no es guapo ni rico. Por otro está Serge, un musculoso luchador de wrestling y playboy millonario que trae locas a todas las chicas (miss Norton incluida) pero es banal, frívolo, y está decidido a no comprometerse con ninguna. También es importante saber, para más adelante, que el padre de nuestra narradora (otro genio matemático) murió hace algunos años.

Su redactor la envía hasta un apartado hotel en las afueras de Le Havre (Francia) para cubrir un modesto congreso que va a celebrarse allí, pero que reúne a científicos de todo el mundo.

Ya a su llegada al hotel (una antigua villa familiar reformada) miss Norton empieza notar cosas raras. El taxista que la lleva insiste en no dejarla en la misma puerta, sino a cierta distancia de esta, como si temiera acercarse demasiado al edificio. Mientras camina arrastrando su maleta hacia la puerta, oye varios desgarradores gemidos de dolor, que parecen provenir de un ventanuco que hace las veces de respiradero del sótano.

Una vez dentro del hotel, que se encuentra sorprendentemente vacío para estar celebrándose un congreso, se escabulle hasta la puerta del sótano. Allí tiene ocasión de contemplar una insólita escena: una joven desnuda y encadenada a una columna está siendo azotada con un látigo por otra, una rubia que sonríe y jadea de un modo bastante significativo a cada golpe que le da. ¡Es bueno disfrutar con el trabajo, pero sin pasarse!

Miss Norton recula y se instala en su habitación, dejando estar la sala de juegos por el momento. Cuando intenta llamar a su periódico para informar, el recepcionista le sale con la típica excusa de que el teléfono no funciona. Estamos en 1974, así que nada de móviles. Como tampoco puede llamar a un taxi para que vaya a recogerla, y se siente vigilada por el escaso personal de la villa, decide esperar a la noche para tratar de llegar a pie hasta algún lugar con teléfono.

Su escapada nocturna desde una ventana la lleva hasta un antiguo cementerio, donde se encuentra con uno de los científicos que teóricamente acudían al congreso. Este se halla en un estado de confusión extrema, e intenta estrangularla, pero súbitamente pierde las fuerzas y se derrumba. Miss Norton logra hacer una llamada desde Le Havre a su editor, que al enterarse que hay algo turbio en el congreso, le prohíbe terminantemente avisar a la policía para no perder la exclusiva. Vuelve al hotel refunfuñando todo el camino, y al colarse por la misma ventana por la que salió, se da de bruces con una de las criadas. Reconoce en ella a la joven que estaba siendo azotada en el sótano, y la conmina a contarle todo lo que ocurre. Pero cuando esta se decide a hablar, ambas son capturadas y llevadas a un quirófano secreto instalado en los sótanos, junto a la sala de las cadenas y los látigos. ¡Dan para mucho, los sótanos de ese sitio!

Entre los hombres que las apresan (todos se estaban haciendo pasar por el personal del hotel) hay uno llamado Robert al que miss Norton le había oído pronunciar varias expresiones muy concretas que eran típicas de su padre.

Como suele ocurrir en estos casos, los villanos le explican a la protagonista su malvado plan antes de acabar con ella: la rubia del látigo que vio en el sótano azotando a la criada es la líder de una organización que se dedica al trafico de cerebros. Intercambian los cerebros de sabios ancianos con los de jóvenes cabezas de chorlito, con lo que el resultado es un cerebro lleno de conocimientos y experiencia en un cuerpo joven, por un lado, y un cerebro vacío en un cuerpo débil y envejecido por otro. No trabajan para particulares sino por encargo de varios gobiernos, por lo que en ocasiones incluso el anciano sabio es obligado a participar en ello contra su voluntad, si su gobierno aún quiere exprimirlo unas cuantas décadas más.    

El proceso no es perfecto, ya que al parecer el cuerpo retiene parte de la personalidad de su anterior cerebro, y esta se mezcla con la del nuevo cerebro, de forma que se crea una combinación de ambas personalidades, pero con los conocimientos de uno y el cuerpo de otro. Esto hace que varios de los sujetos, como el que miss Norton encontró en el cementerio, actúen erráticamente.

Y tras las explicaciones, le llega el turno de intercambiar cerebros a miss Norton y a la criada. Realmente ellas dos tienen prácticamente la misma edad, pero tras una serie de sanas sesiones de látigo, la rubia (que se llama Lucrecia, por cierto) ha vuelto a la criada extremadamente dócil y obediente. Como una parte de esa obediencia inculcada hacia su ama se mezclará en el cerebro de miss Norton cuando lo introduzcan en el cráneo de la criada, Lucrecia espera controlarla sin problemas para que ponga ese esplendido cerebrito matemático a su servicio.

Sin embargo, Lucrecia ha cometido un terrible error. El cerebro del padre de la periodista está en el cráneo de otro de sus siervos, el tal Robert. Al ver a su hija en peligro la reconoce al fin (la mezcla de personalidades lo tenía algo confuso) y ataca a los demás para liberarla. Miss Norton no deja pasar la oportunidad y se une a la refriega: le sacude a uno de los sicarios una tremenda patada en la ingle (lleva zapatos de esos de punta), a Lucrecia le endiña otra tremenda patada en pleno pezón (también llevan un buen tacón, los zapatitos), y a otro tipo le estrella un frasco de vitriolo en la cara, que se le derrite. Ahí quizá si se pasó un poco… 

¡No, no! ¡Que va a pasarse! ¡Qué se joda! ¡Así aprenderá a no codiciar el cerebro del prójimo!  

Mientras Papá/Robert mantiene a raya a los otros, miss Norton escapa del sótano solo para chocarse con lo que parece ser un muro de ladrillos salido de la nada. Afortunadamente, el muro es en realidad el pecho de Serge, el wrestler playboy que comentábamos antes, y que termina de decantar la situación a favor de la protagonista.

¿Qué demonios hacía un luchador en el congreso científico? Pues al parecer se le había invitado como VIP solo para provechar su cuerpo y darle un mejor cerebro. Casualmente, el de Claude, que estaba a su vez secretamente enamorado de la periodista, con lo que la joven termina liada con el cerebro que admiraba metido en el cuerpo que le gustaba, y de paso recuperando a su padre muerto en un cuerpo más joven. Visto así, el tema del trasplante de cerebros ya no le parece tan horrible y “se le olvida” mencionar a Claude/Serge y a Papá/Robert a la policía, no vaya a ser que alguien pretenda devolver cada cerebro a su cuerpo original y le chafen el final perfecto.

Sinceramente, esta ultima parte (la del wrestler con cerebro de científico, como un Hulk de la vida real) me parece tan exagerada y forzada que da la impresión que el autor esté riéndose de su propia historia. Y claro que sí ¿por qué no habría de hacerlo? Después de recurrir a lo de que, cuando todo parecía perdido, uno de sus captores “fuera su padre”, que más da exagerar la broma un poco más.

La verdad es que nunca hemos prestado mucha atención a los bolsilibros policiacos, porque nuestros temas preferidos son el terror y la ciencia ficción. Pero los pocos que hemos leído hasta ahora pueden englobarse perfectamente en esos temas. Muchos bolsilibros de terror y ciencia ficción son solo de crímenes cometidos por asesinos comunes con una ambientación adecuada, y este en cambio es básicamente una historia más de científicos locos o experimentos médicos, de las cuales hay bastantes en los bolsilibros de terror. 

Lo mismo ocurre con Gatos asesinos, que podrían haberla presentado como un bolsilibro de terror, o la de Las damas de la muerte remota, que roza la ciencia ficción por todos los exagerados gadgets que usan tanto los héroes como los villanos. Quizá también empecemos a leer bolsilibros policiacos a partir de ahora, si van todos en ese plan 😅

El congreso de los desaparecidos, 1974. Silver Kane [Francisco González Ledesma] (texto) Jorge Núñez (portada). Punto Rojo nº 644. Editorial Bruguera S.A.

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