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miércoles, 6 de octubre de 2021

SEXTO RETO ESCRITUBRE 2021: AUTORES TACAÑOS

  Presentado por...Zag.

¡Extra! ¡Extra! ¡Lea todo lo que necesita saber sobre el Sexto Reto Escritubre! ¡No se pierda nuestro suplemento diario! ¡Compruebe como han afrontado el reto literario de hoy nuestros dementes autores y/o envuelva sus bocadillos con estilo!

Reto 6: El reto de hoy está inspirado en uno de los siete pecados capitales... el que prefieran, interpretándolo de un modo distinto, inesperado.


MASACRE EN EL TEMPLO DE LOS GOBLINS

Fortus, el bárbaro, fue el primero en entrar a la gran y ruinosa sala. De inmediato sintió el acre hedor de los goblins que acechaban entre las columnas derribadas y los montones de grises escombros. Saltó hacia el interior de la estancia lanzando un rugido, mientras blandía su poderosa espada. Una horda de canijas y verdosas criaturas armadas con cuchillos, palos con un clavo atravesado y tapas de toneles a modo de escudo, apareció por todas partes.

Fortus movió su espada de izquierda a derecha con un suspiro de aburrimiento, matando a los goblins por docenas. Tras él apareció Esbeltia, la ladrona y arquera elfa, disparando sus mortales dardos en todas direcciones con su habitual precisión. Una bola de fuego azul cruzó el aire haciendo estallar a un numeroso grupo de enemigos, demostrando que el mago Soberbius también estaba allí. Las carcajadas dementes de Gruñuk, el enano, dejaron claro a sus compañeros que este acababa de entrar en modo bersek, y que sería mejor no acercarse demasiado a su hacha, que centelleaba de un lado a otro cortando a trozos a sus enemigos. La sacerdotisa Meliflús permaneció atenta en la entrada de la sala, lista para reponer las fuerzas de cualquiera de sus compañeros de aventuras que resultara gravemente herido.

Tras un combate largo, pero extrañamente monótono, en el que pareció que los goblins no fueran a terminarse nunca, todo quedó en silencio de nuevo… excepto por Gruñuk, que continuaba dando hachazos a un montículo de cadáveres, mientras su furia de combate se apagaba lentamente con cada nuevo golpe.

Los aventureros lanzaron al unísono un grito de júbilo por su victoria… de nuevo excepto por Gruñuk, que seguía a lo suyo. Y por Fortus, que limpiaba su espada de sangre de goblin, taciturno y pensativo.

-¿Qué ocurre, Fortus? ¿No te alegra nuestra victoria?- preguntó Esbeltia acercándose a él con un innecesariamente exagerado contoneo.

Fortus miró alrededor antes de responder.

-Una horda de goblins en un templo en ruinas. La semana pasada fueron dos docenas de momias en una pirámide. Y la anterior medio centenar de esqueletos en una cripta. Y la anterior los guaridas corruptos de una ciudad, en aquella bodega.

-¡Pero en todas esas situaciones luchamos juntos y vencimos, gracias a Musa!- insistió Esbeltia.

-¿Otra vez con esa tontería de Musa, la diosa de la Inspiración?- preguntó con tono burlón y condescendiente el mago Soberbius -El único dios verdadero es Arr~Ghu~Mentor, el que Decide.

-¡Patrañas!- exclamó la delicada Meliflús, reuniéndose con los demás -Todos esos dioses son falsos. Nuestra suerte está en manos del gran Autt~Thor, el que Escribe en el Libro del Destino.  

Viendo que sus compañeros iban a enzarzarse en otra de sus discusiones filosóficas, Fortus gritó -¡Que El Anciano Narrador de Leyendas os lleve a vosotros y vuestras supercherías! ¿No os dais cuenta de lo que ocurre?

Todos se le quedaron mirando… excepto Gruñuk, que se afanaba en cortar el cadáver de un pequeño goblin en pedazos aún más pequeños.

-¡Siempre hacemos lo mismo! ¡Da igual que sean goblins en unas ruinas, bandidos en el claro de un bosque, o trolls en una cueva! ¡Repetimos lo mismo una y otra vez! Admitámoslo… nuestros dioses, todos ellos, son unos perezosos. Se repiten más que las habas con tocino de la taberna de Chicotus.

-Te equivocas- hizo notar Soberbius, al parecer ofendido -No siempre hacemos lo mismo. Primero estuvimos buscando el Medallón de Zentarok…

-Siii- rezongó Fortus -Los tres fragmentos del medallón, cada uno en un lugar distinto, protegido por distintos monstruos…

-Y luego, nuestra misión fue recuperar la armadura sagrada de Kavaraj.

-Siii. Dividida en seis piezas, cada una en una mazmorra diferente…

-Y ahora buscamos el Mapa del Tesoro de Pronzag.

-De los cuales ya tenemos dos de los cuatro fragmentos- replicó aburrido Fortus -Mirad, me juego mi parte del tesoro a que el tercer fragmento está en el cofre de estos goblins.

Fortus avanzó hacia un cofre colocado de forma muy obvia sobre un bloque de piedra, y descargó su espada sobre él. La tapa se partió con un fuerte chasquido y un dardo salió disparado de su interior hacia el bárbaro. Con aire aburrido, Fortus ladeó la cabeza lo justo para que el dardo le pasara junto a la oreja, sin herirle.

-¡Debiste haberme dejado buscar trampas en el cofre!- exclamó Esbeltia -¡Imagina que el dardo llega a darte!¡Seguro que está envenenado!

-Yo le habría curado, tonta. Para eso estoy aquí- murmuró entre dientes Meliflús.

Una cascada de monedas de oro y un par de botellas de pociones se desparramaron por el suelo entre los maderos del cofre reventado. Fortus apartó las monedas con el pie. Bajo estas había un trozo de pergamino con pequeños dibujos de ríos y montañas.

-Mirad, justo como os decía… el tercer fragmento del mapa que buscamos. Y cuando tengamos el cuarto, para lo único que servirá será para llevarnos hasta otra aventura, en busca del dichoso cofre de Pronzag.

-Cofre mágico que solo es posible abrir si encontramos antes las siete llaves ocultas en las catacumbas de Fruz- les recordó a todos Soberbius, adoptando su mejor tono académico.

“Hay, madre” pensó Fortus “La vida era más variada y emocionante cuando estaba en el pueblo, sembrando patatas y dándole esquinazo a mi prima Voluptua”.

-¡Que el gran Autt~Thor nos guie hasta el siguiente trozo del mapa!- exclamó Meliflús tras guardarse las pociones.

-Querrás decir que La Musa nos inspire para encontrarlo- silabeó algo molesta Esbeltia, tomando un poco más de oro del que le correspondía.

-Perdónalas, Arr~Ghu~Mentor, porque no saben lo que dicen- suspiró Soberbius, haciendo desaparecer el trozo del mapa entre sus ropajes.

-¡Por Garabatus, el que Cincela en Piedra lo que ha de Venir!- jadeó de pronto Gruñuk, dejando de mutilar cadáveres de goblin- ¿Hemos ganado?

Mientras sus compañeros se dirigían a la salida, Fortus alzó la vista hacia un fragmento del cielo que podía verse a través del techo derrumbado, como si tratara de distinguir a todos esos dioses que decidían sus actos como si ellos fueran los personajes de una mala novela, y les gritó.

-¡Perezosos!

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