EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Hoy tenemos entre manos un bolsilibro que tiene lugar en un futuro en el que la humanidad se ha extendido por la galaxia, encontrando numerosos mundos habitables. Y en algunos casos, ya habitados por diversas razas alienígenas inteligentes. En todos esos mundos se han establecido prósperas colonias donde trabajadores humanos y nativos sirven de forma voluntaria, proporcionando a la Tierra todo tipo de lujos y suministros como agradecimiento por su amistad, cultura y protección.
Ahora, antes de seguir leyendo, adivinad cuanto de lo anterior es verdad y cuanto es propaganda.
En esta ocasión los terrícolas son los malos de la historia. Y nuestro protagonista, Mauro Jaspe, es uno de los peores. La Tierra está habitada por trescientos millones de privilegiados que no necesitan trabajar más que un par de horas al día en tareas administrativas durante solo uno de sus años de vida. El resto del tiempo lo tienen a su disposición para holgazanear y disfrutar del tributo de recursos y manjares que les llegan continuamente desde todos los otros mundos.
Hay miles de millones de humanos fuera de la Tierra, en las colonias, donde son enviados los criminales e indeseables. Todo el que nazca fuera de la Tierra es así mismo un paria, y no se le permite viajar a esta, aunque no tenga ningún crimen en su haber. De entre estos parias, tanto humanos como alienígenas, se reclutan (por la fuerza) a los miembros de la EEA, el Ejército Expedicionario de Asalto, una sanguinaria tropa similar a la Legión Extranjera que se encarga de mantener subyugadas a las colonias.
La Tierra lleva un siglo en guerra contra los meskas, la única de las razas alienígenas que ha encontrado que dispone de una tecnología lo bastante similar a la terrestre como para plantarles cara. Los meskas son tan sanguinarios y expansionistas como los terrestres, por lo que se trata de una guerra por la supervivencia.
Mauro es un joven estúpido y banal que básicamente se dedica a consumir y vegetar. Tampoco podemos echárselo en cara, teniendo en cuenta que vive inmerso en una sociedad sin desafíos ni dificultades que le impulsen a mejorar ni un ápice. Unos amigos le invitar a visitar una de las colonias, porque allí su capacidad económica es mucho más notoria que en la Tierra y pueden presumir y abusar más de su posición, al estar en un entorno mucho más pobre. Estando en la colonia es confundido con otra persona y reclutado por error para formar parte del EEA.
Su actitud arrogante y su absoluta negativa a participar en los entrenamientos le valen una serie de castigos a los que evidentemente no está acostumbrado, y que ni tan solo concebía que pudieran existir. Los terrestres nativos viven en una burbuja de fantasía, creyendo que todos los tributos que recibe el planeta son regalos de los colonos y los alienígenas, y que la EEA es un cuerpo de heroicos caballeros andantes que defienden la galaxia de los terribles meskas.
Puesto que sus superiores se niegan incluso a admitir la posibilidad de que el sistema de reclutamiento de la EEA cometa errores, su caso no es investigado. Mauro se resigna y acepta su nueva situación, puesto que su alternativa es terminar muriendo de una paliza si sigue negándose al adiestramiento. Únicamente una de sus instructoras, la teniente Bárbara Huntig, que se encapricha con él, investiga lo suficiente como para verificar que se le ha reclutado por error, y en realidad sí es un nacido en la Tierra.
Para cuando Bárbara averigua esto Mauro ya no esta interesado en abandonar la EEA. Tras sobrevivir a las primeras semanas de adiestramiento se ha dado cuenta que es muy superior física y mentalmente a como era antes. Se le ha forjado un verdadero carácter y ha desarrollado unas capacidades de combate que encuentra más estimulantes que la opulencia y los refinamientos a los que estaba acostumbrado. Además, está deseando entrar en combate porque planea aprovechar la confusión de la batalla para matar a sus instructores cuando nadie mire y achacar sus muertes a los meskas.
Cuando su unidad es movilizada, son enviados al planeta Sarkamat, que ha sido invadido por los meskas. Allí Mauro tiene la oportunidad de contemplar por primera vez a uno de ellos. Son criaturas de tamaño similar a los humanos, con un torso-cabeza en forma de pera y seis extremidades: dos piernas y cuatro brazos. El combate con los meskas es brutal. Son menos hábiles y disciplinados que los soldados de la EEA, y carecen del carácter sanguinario con el que se los vende al gran público, pero son valientes y decididos. Mauro y sus compañeros matan a montones de meskas, pero también sufren muchísimas bajas.
Los meskas retienen en un laberinto subterráneo a un grupo de granjeros humanos, y los EEA son enviados a rescatarlos. Cuando Mauro los encuentra, se da cuenta de inmediato que los granjeros no se alegran precisamente de ser “rescatados”. Al contrario, parecen sentirse más seguros con sus captores que en manos del EEA.
Una de las granjeras le cuenta toda la historia: los meskas nunca fueron una especie violenta ni expansionista, pero eran muy inteligentes, adaptables e imitativos. Al encontrar su mundo natal, los lideres del EEA decidieron hacer una matanza y luego marcharse, advirtiéndoles que volverían periódicamente a diezmarlos. Dejaron “olvidados” en su mundo algunas armas y naves, sabiendo que los aterrados meskas las estudiarían y las replicarían, para defenderse del próximo ataque humano. En un intento de alejar los combates de su planeta natal, los meskas comenzaron a establecer colonias en todos los mundos que pudieron, como línea de defensa ante sus agresores. Esto fue presentado ante la Tierra y las colonias humanas como una invasión planeada por una maligna raza agresiva y expansionista. De este modo, el EEA se prefabricó un enemigo con el que justificar su cada vez mayor presupuesto.
Mauro comunica esto a la teniente Bárbara, que con el tiempo se ha convertido en su amante. Ha decidido llevar a la granjera hasta la Tierra para que cuente su historia a todo el que quiera escucharla. Los escasos supervivientes de su unidad, aunque son en su mayoría criminales e indeseables, se han hermanado con él a lo largo del brutal entrenamiento y los combates librados, y se ponen a sus órdenes, pues ya les da lo mismo matar meskas que a otros soldados de la EEA. Cuando los oficiales les ordenan entregar las armas, Mauro revela que es un nativo de la Tierra (algo que Bárbara puede corroborar) que en esta época es similar a pertenecer a la realeza. Eso significa que, si exige ser llevado a la Tierra, debe obedecérsele y facilitársele el viaje.
La historia termina aquí, con Mauro, Bárbara, la granjera, y un grupo de soldados renegados dispuestos a todo, viajando hacia la Tierra. No sabemos si llegarán o no, o en caso que logren llegar, si se les creerá por muy terrestre nativo que sea Mauro.
Pero esto no importa. La parte importante de historia ya está contada. Solo queda añadir, por costumbre, que Mauro y Bárbara deciden pasar el resto de sus vidas juntos. Y puesto que Bárbara no es nativa de la Tierra y por tanto no se le permitirá vivir allí, Mauro renunciará a su derecho de nacimiento y se convertirá voluntariamente en un indeseable para instalarse con ella en alguna colonia.
Me ha recordado mucho a la novela Tropas del Espacio. Los soldados del EEA luchan enfundados en armaduras mecanizadas capaces de alimentar, drogar y eliminar los desechos del ocupante durante cien días, en los que este no necesita quitársela para nada. El suministro de drogas de cada armadura está controlado por los oficiales de forma remota, de modo que estos pueden dormir al ocupante, despertarlo, calmarlo o llenarlo de adrenalina según les convenga en cada momento, algo muy similar a las armaduras Marauder de la novela de Heinlein. También los combates son descritos de forma parecida, sistemática, sin dar apenas importancia a las muertes de los soldados, más allá de la pérdida de potencia de fuego que estas puedan significar. Bastante bueno en general.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
La batalla de Sarkamat. 1981. A.Thorkent [Ángel Torres Quesada] (texto) Antonio Bernal (portada). La conquista del espacio nº 558. Editorial Bruguera S.A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario