EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡Hola, cinéfagos de las profundidades!
Hace diez días nombré esta película mientras reseñaba la de El búnker, así que hoy vamos a hablar un poco de ella. En España se la llamó Ondas de Choque, pero nadie se refiere a ella por ese nombre. Es una película de 1977 en la que Peter Cushing tiene un pequeño pero muy recordado papel.
Es una de las primeras películas que tocó el tema, ahora tan de moda, de los zombis nazis, y probablemente la que más influyó a la hora de definir este subgénero. Y la carátula, con esos dibujos de zombis albinos gigantes con uniformes de las SS surgiendo del mar, sosteniendo un yate con sus enormes manos, es simplemente increíble. Naturalmente, en la película los zombis no son tan grandes como esos, pero sí representan una amenaza igual de grande para los personajes.
Comienza con la imagen de una foto en blanco y negro de un pelotón de soldados alemanes posando. Una voz en off nos indica que hacia el final de la Segunda Guerra Mundial los soldados aliados informaron sobre encuentros con alemanes que luchaban desarmados matando solo con las manos, y que nunca se pudo capturar con vida ni a uno solo de ellos. Sin usar la tramposa coletilla de “basada en hechos reales” (que implica mucha menos realidad de lo que la gente piensa) ya se nos inducía a pensar que había algo de verdad en lo que íbamos a ver.
De ahí pasamos a una escena en la que una barca de remos a la deriva es recogida por unos pescadores. En el interior de esta yace una muchacha con el cuerpo cubierto de quemaduras solares y signos de desorientación. Todo el metraje que sigue es la historia de como la muchacha (Rose) ha llegado a esa situación.
Rose forma parte de un pequeño grupo de turistas que han pagado un pasaje en un viejo yate para que les den una vuelta lejos de costa. El barco resulta ser una chatarra al mando de un capitán cascarrabias y el paseo está resultando más accidentado y menos placentero de lo esperado. Al pasar cerca de un islote deshabitado, una fuerza sobrenatural presente parece arrancar del fondo del mar un enorme carguero que ha permanecido hundido allí desde hace más de treinta años. El yate choca en plena noche contra este inesperado obstáculo, queda encallado, y el capitán desaparece. Al amanecer los pasajeros y tripulantes abandonan el yate en un bote y se dirigen a la isla, la única tierra firme a la vista.
En la isla encuentran el cadáver del capitán, aparentemente ahogado y arrastrado a la playa por el oleaje. Al adentrarse más en la espesura llegan hasta un gran edificio que quizá fue hace mucho un hotel, pero que se encuentra en un estado de abandono evidente. O casi, porque allí parece malvivir un anciano alemán que les conmina a marcharse cuanto antes del lugar. Les da a entender que sus vidas están en peligro, pero no concreta nada al respecto y se niega a darles más explicaciones.
El grupo pasa la noche durmiendo donde puede, y al día siguiente el cadáver del cocinero aparecer flotando en una laguna. Esta muerte, al igual que la anterior, parece accidental, pero el cadáver tiene en su mano una insignia de las SS.
Al ir en busca del anciano para exigirle alguna explicación, entran en habitaciones en las que no habían estado antes, en las que se exhiben banderas y parafernalia nazi. El anciano les explica que el barco con el que chocaron es con el que él llegó a la isla treinta años atrás. Él fue un oficial alemán durante la Segunda Guerra Mundial, al mando de un grupo de supersoldados llamados El Cuerpo de la Muerte, creados a partir de cadáveres de psicópatas. Fueron devueltos a un estado de semivida para ser empleados en operaciones en entornos extremos. Nunca se usaron demasiado porque eran difíciles de controlar y no solían distinguir entre enemigos y aliados. Su grupo en particular estaba especialmente adaptado a operaciones subacuáticas. Al final de la guerra estos soldados especiales fueron desmovilizados, y a él se le ordenó ocultar a su pelotón en espera quizá de que un hipotético cuarto Reich los necesitara. Hundió el barco cerca de la isla, con la esperanza que nunca volviera a saberse de él.
Los soldados han permanecido desde entonces en las bodegas del barco, convertido por la oxidación en un cascarón perforado. Al parecer, la presencia de varios humanos vivos en las inmediaciones de la isla es lo que les ha despertado, y movido el barco nuevamente a la superficie. Ahora ninguno está a salvo. El anciano les amenaza con una vieja pistola Luger y les dice que les matará él mismo si no se marchan de inmediato.
Los turistas intentan hacerlo, pero todos los soldados se han ido reanimando y esparciéndose por la isla, y cortan todas sus tentativas de huida. El antiguo oficial de las SS trata de darles ordenes dirigiéndose a ellos en alemán, pero estos le ignoran. Ha pasado demasiado tiempo y sus cerebros están quizá ya muy reblandecidos por su larga inmersión. Sus hombres no reconocen su autoridad, pero al principio parecen evitarlo, como si no tuvieran muy claro cómo actuar respecto a él. Termina convirtiéndose en una víctima más de las criaturas, y con él se pierde cualquier posibilidad de contenerlas.
Los soldados son lentos y algo torpes (son una variedad de zombis, después de todo), no emplean armas, y como nadie llega a disparar contra ellos no sabemos hasta qué punto son vulnerables a otras fuentes de daño más allá de unos cuantos golpes que alguno de los náufragos se anima a darles. Es de suponer que su inmunidad al daño sea muy alta, porque de no ser así no tendría sentido que la película nos revelara que tienen un punto débil; durante un forcejeo, Rose logra arrancarle a uno de ellos sus extrañas gafas estancas de cristales oscuros, y esto hace que quede ciego de inmediato, y que muera poco después.
El que lleven gafas estancas siendo tropas destinadas a pasar la mayor parte del tiempo bajo el agua es una cuestión práctica, para evitar que los frágiles ojos se degraden demasiado rápido. Es posible que, tras treinta años sumergidos, y siendo cadáveres, algún tipo de bacteria prolifere en sus ojos y que al exponerse repentinamente al aire y la luz estos se desintegren de golpe. O algo así. Todo monstruo aparentemente invulnerable debe tener una debilidad porque un enemigo invencible simplemente carece de interés. No hay historia alguna en enfrentarse a lo invencible, porque no hay más que un resultado posible. Por ello, para que el desafío sea interesante, todo monstruo debe tener un punto débil, y el de estos soldados es la exposición de sus marchitos ojos al oxígeno y la luz.
La mitad de la película es un repetitivo ir y venir de los náufragos de un extremo a otro de la isla, tratando de esquivar a los soldados. Finalmente solo Rose consigue alejarse de la costa, momento en el que la película entronca con lo que vimos al inicio. Como conclusión, se nos muestra a Rose en un hospital. Parece estar escribiendo en un diario todo lo que le ha ocurrido. La imagen se acerca al diario y entonces vemos que en realidad ella solo cree estar escribiendo, pero lo que hace son garabatos sin sentido. Ha logrado escapar, sí, pero una parte de su mente sigue atrapada en la isla.
La película no tiene más. La historia es muy sencilla y el presupuesto era bajísimo, con lo que el número de personajes (y, por tanto, de víctimas potenciales) es escaso, así como el de soldados, de los que no llegamos a ver a más de seis o siete a la vez. A pesar de esto se lograron escenas realmente inquietantes, con los soldados uniformados reactivándose y andando lentamente por el fondo marino.
Hay que agradecer también que la mayor parte de las apariciones de los seres sean en planos lentos y a pleno día, permitiéndonos observarlos en detalle, en lugar de recurrir a los planos rápidos u oscuros tan típicos del cine de terror en los que apenas se distingue lo que ocurre. Nada mal para ser el primer trabajo del director.
Puedes ver otra película de Peter Cushing pulsando aquí, o bien otra película de cadáveres reanimados como soldados pulsando aquí.
Shock Waves. 1977. John Harrison, Ken Wiederhorn (guion) Ken Wiederhorn (director) Brooke Adams (actriz principal) Luke Halpin, Peter Cushing (actores principales) Lawrence Friedricks Enterprises / Zopix Company. Editado en DVD por Paycom Multimedia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario