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lunes, 27 de junio de 2022

GALÁCTICA

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ecléctico revoltijo de supervivientes. 

Retomamos nuestras emisiones a todo el universo después de casi una semana incomunicados. Comprobaréis que no hemos permanecido ociosos, aquí en la base, pues hemos dedicado el tiempo a dejar preparados y listos para transcribir varios artículos, como este, para poder presentar algo tan pronto como fuera posible. 

Este libro es una novelización de los primeros capítulos de la serie de TV Battlestar Galactica (Galáctica, Estrella de Combate) de 1978, en la cual se basan a su vez Galactica (1980), Battlestar Galactica (2003), Caprica (2010) y otro material como más novelas, películas (hechas con metraje de capítulos), juegos de mesa, figuras de acción/naves y comics. La serie original fue obra de Glen A. Larson, creador también de otras series como Magnum P.I. (Magnum, 1980) o Knight Rider (El coche fantástico, 1982). El propio Larson coescribió el libro junto a otro autor.

La historia comienza mil años después de que la humanidad fuera atacada por otra raza llamada los cylons. Estos son unos seres humanoides de piel verde, múltiples ojos rojos, y entre uno y tres cerebros dependiendo de su función en la sociedad. Carecen de emociones intensas y actúan por pura lógica de forma similar a una colonia de insectos. Desde su punto de vista todo el universo les pertenece, y todas las otras razas deben servirles si les son útiles para algo o ser exterminadas si no lo son. Al carecer de emociones, sus guerreros matan sin dudar, no sienten remordimiento ninguno, y tampoco temen morir. Como contrapartida, su iniciativa individual es baja, comparada con la de los humanos.  

Cuando este ataque ocurre, los humanos ya no habitan en la Tierra. Hace mucho que se lanzaron a las estrellas, y terminaron colonizando doce planetas, a los que bautizaron con nombres derivados de los signos del zodiaco, como Piscera, Scorpia, Acuaria o Cáprica. Con en paso del tiempo el contacto con el planeta madre se perdió y llegó incluso a convertirse en un recuerdo brumoso, algo casi legendario. En el presente de la historia la guerra contra los cylons se ha extendido durante un milenio sin que nunca haya habido por parte de estos el más mínimo intento de diálogo, tregua, demandas o explicaciones. Y, sin embargo, son los cylons los que han propuesto al fin un tratado de paz. Hastiados de una guerra que ya creían eterna, los gobernantes de los Doce Mundos aceptan la inesperada paz que los cylons ofrecen. 

El mismo día de la firma del tratado, dos pilotos de patrulla, Apolo y su hermano menor, Zac, encuentran una nave-cisterna de combustible cylon oculta tras una luna. Muy lejos de las líneas cylon, y peligrosamente cerca del sistema de los Doce Mundos. Esto les hace sospechar que el tratado podría ser solo una encerrona para lanzar un ataque relámpago contra sus mundos. Además, algo parece interferir en las comunicaciones a larga distancia, por lo que no pueden alertar al resto de su flota. Sus sospechas se confirman cuando son atacados por una gigantesca oleada de cazas de guerra cylon. El caza de Zac es destruido, y Apolo logra escapar y regresar a su nave-base, la Galáctica.

El padre de Apolo y Zac es el comandante Adama, al mando de la Galáctica, la mayor y más poderosa nave de guerra de los Doce Mundos. Adama está asistiendo a la firma del tratado, en el que se han reunido todos los lideres humanos, pero ningún representante cylon acude a él. Los cylon envían a Baltar, un zalamero comerciante de los Doce Mundos, a firmar en su nombre. Asqueado por las formas y la hipocresía de los políticos, Adama regresa a la Galáctica tan pronto como puede, dejando reunidos a los líderes. 

Una vez allí cobra conciencia de lo que está ocurriendo, de los movimientos inusuales de naves cylon y el ataque a sus pilotos. Adama pide a los líderes de los Doce Mundos permiso para contraatacar, pero el portavoz de estos le prohíbe intervenir, aludiendo que sin duda se trata de algún tipo de malentendido y que reaccionar con suspicacia ante él sería mal visto por sus nuevos amigos, los cylons. Incluso en plena invasión, los políticos son incapaces de reconocer su error. El resultado es la devastación de los Doce Mundos y de la practica totalidad de la flota de guerra. Solo la Galáctica y menos de un centenar de cazas logran salvarse porque Adama, ignorando las órdenes recibidas, ordena alistar las estaciones de combate antes de la llegada de los cylons.

Aunque la situación es desesperada y ya no hay ninguna posibilidad de derrotar a los cylons, Adama no se rinde. Reúne a los supervivientes de los mundos y crea con ellos una flota. Viajando en naves de transporte, de carga, de ganado… en cualquier cosa que sea capaz de desplazarse por el espacio, y encabezados por la Galáctica, los restos de la humanidad ponen rumbo a la Tierra. El plan de Adama es seguir un camino inverso al que siguieron sus ancestros. Nadie sabe en realidad donde está La Tierra, ni si sigue habitada, ni tan solo si es real o una mera leyenda. Pero en los registros quedan datos sobre los últimos planetas que los humanos exploraron antes de asentarse definitivamente en los Doce Mundos. 

Adama tiene la esperanza que, en cada uno de esos mundos, en las ruinas de antiguas bases que queden en ellos, podrá hallar pistas o información sobre cuál fue el anterior, de que mundo vinieron los colonos que lo exploraron, y así ir retrocediendo hasta el mundo de origen.

La huida de los cylons ha sido algo terriblemente apresurado, y la flota no tarda en presentar problemas de todo tipo. La mayoría de las naves no están preparadas para un viaje de tal magnitud, son viejas o quedaron dañadas en el ataque a los Doce Mundos. La escasez de combustible y alimentos es extrema, y están a punto de producirse revueltas por hambre. Pasado el miedo inicial, la gente vuelve a formar grupos identitarios que desprecian a otros por ser nativos de un mundo distinto al suyo, o que tratan de mantener los privilegios con los que contaban como políticos o gobernantes de esa sociedad que ya no existe. Y ese es un tipo de guerra en el que Adama no se desenvuelve bien.

El comandante ordena poner rumbo a Carrillón, uno de los mundos anteriormente explorados, en el que se encontraron vetas de un mineral que puede refinarse como combustible. A su llegada a Carrillón descubren que el mundo, antes desierto, está ahora habitado por una raza de insectos antropomorfos, las ovionas. Estas no solo han creado una extensa explotación minera sino que también tienen… ¡un casino! Un casino gigantesco y extremadamente lujoso al que invitan a los humanos a visitar. 

Starbuck, uno de los pilotos de combate, muy aficionado a los juegos de cartas, las apuestas y las trampas, es el primero en darse cuenta que en ese casino es demasiado fácil ganar. Los juegos de casino están preparados para que las posibilidades siempre estén a favor del local. Incluso si no hay trampa ninguna, el casino tiende a ganar mucho más de lo que pierde por mera estadística. El casino de las ovionas parece funcionar al revés, y ganar una fortuna es lo habitual a poco que se juegue. Además, la comida y bebida es abundante, exquisita y extremadamente barata. No parece un negocio sostenible. Adama solicita comprar alimentos y mineral refinado para su flota, y las ovionas acceden a entregarle gratis todo el que necesite, reiterando su ofrecimiento para que todos los humanos desciendan a su casino a pasarlo bien mientras preparan el envío. 

Creo que no hace falta que os diga que todo es una trampa. Las ovionas son una de las razas vasallas de los cylons, y además se alimentan de otros humanoides inteligentes. Informan a los cylons de la presencia de los humanos, y luego cierran su trampa sobre ellos. 

Los humanos de los Doce Mundos no son los únicos huéspedes de las ovionas. Muchas otras razas alienígenas disfrutan de la comida, licores y juegos del casino, pero no de sus ganancias, ya que ni ellos ni las fichas de oro que consiguen en las mesas de juego abandonan nunca el planeta. El casino no es más que una granja de engorde de ganado, cuya función es cebar a los humanoides y volverlos dóciles con pequeñas dosis de drogas mezcladas con los alimentos, hasta que estén listos para ser consumidos por las ovionas.

Cuando los protagonistas descubren todo esto, la mayor parte de la flota ya está en tierra, disfrutando de la hospitalidad local, y tienen a un ejército de cylons encima. Afortunadamente, Adama es un veterano demasiado anticuado y endurecido como para caer fácilmente en engaños del tipo "¡Todo gratis! ¡Sin esfuerzo!", y tiene un as en la manga con el que darle la vuelta a la situación.  

Los humanos no logran encontrar la Tierra al final de la novela, y simplemente siguen su camino en busca de ese mundo madre legendario. Y llegados a este punto quizá muchos de vosotros os estéis preguntando ¿pero los cylons no son robots? Pues en la versión novelada no. Los que vemos en la portada del libro, con su reconocible y siniestro ojo rojo electrónico moviéndose de un lado a otro del visor, son soldados cylon enfundados en sus armaduras de combate. Ni los cylons son robots, ni Baltar tiene un papel relevante (tras su traición a los humanos ya no es útil a los cylons y estos lo ejecutan), ni Adama tiene poderes telequinéticos. 

La novela, sin embargo, se publicó una vez la serie original ya estaba en marcha, y todo esto me hace suponer que probablemente es así como Glen A. Larson la concibió y presentó a los productores. Quizá estos consideraron que los cylons como criaturas alienígenas serían muy difíciles (y caros) de mostrar, y puesto que tenían que hacer sus armaduras de combate de todas maneras, estas podían perfectamente representar a robots. En la serie justificaban este cambio diciendo que los cylons fueron seres orgánicos en el pasado, pero estaban abocados a la extinción y, conscientes de eso, fabricaron a los cylon-robot para codificarlos con sus mismas pautas de comportamiento. De este modo, los robots podrían continuaran en su nombre su obra de expansión universal una vez ellos hubieran desaparecido.

El personaje de Baltar, que en la novela muere poco después de que los humanos inicien su éxodo, en la serie era elevado al rango de enemigo principal. Y en cuanto al tenue poder telequinético de Adama, al que tampoco se daba mucha relevancia en la serie, fue más que nada una forma de darle un toque exótico al personaje que en verdad no necesitaba. 

Hay más personajes que no he nombrado, para no complicar demasiado la reseña general, y algunos, como Serina, están arropados por una buena historia de trasfondo propia. Serina es una periodista que sobrevive a la destrucción de su ciudad en el ataque sorpresa de los cylons. De entre las ruinas rescata a un niño de seis años llamado Boxey que ha perdido a sus padres y su mascota. Apolo conoce a ambos mientras comprueba el estado de los refugiados en las naves. Casi sin darse cuenta empieza una relación con Serina, que ha adoptado extraoficialmente a Boxey. Y el empezar a cuidar él también del niño hace que Apolo se reponga en parte por la pérdida de su hermano menor Zac, porque por fin vuelve a tener a alguien a quien cuidar y enseñar. La misma tragedia que les arrebató a cada uno de ellos toda o parte de su familia los reúne también en una nueva familia formada por los fragmentos de las anteriores, tal como Adama ha reunido a los restos de la humanidad y les ha dado un nuevo propósito.  

En mi opinión, Adama, a pesar de estar casi siempre en un segundo plano, dando órdenes, es el verdadero protagonista principal de la historia. Personajes como Apolo y Starbuck pueden llevar el peso de las escenas de acción, y otros como Serina y Boxey pueden darle un toque más humano a la historia para que no se reduzca a una sucesión de batallas, pero Adama los eclipsa a todos con su mero carácter. De hecho, el texto va alternando capítulos de la historia escritos en tercera persona con otros, más breves, con el título común de El diario de Adama, narrados en primera persona por este. En ellos comparte con el lector reflexiones y recuerdos, que en ocasiones no tienen relación con la situación que está viviendo, y a pesar de ello me atrevería a decir que son lo mejor del libro.

Tenemos también en DVD la serie de TV de 1980. La revisaremos y comentaremos en algún momento. 

Battlestar Galactica. 1978. Glen A. Larson, Robert Thurston (texto) Yzquierdo (portada). Publicado en 1979 por Editorial Martínez Roca para Circulo de Lectores. 

4 comentarios:

  1. Galáctica (la original) era una gran serie. De las modernas mi favorita fue Caprica por todo el trasfondo. El difunto Richard Hatch amplió con novelas y cómics el Galactiverso ¿Has leído algo de él?

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    1. De las modernas solo llegué a ver algunos capítulos de la de 2003. No me convenció y no pasé de los cuatro o cinco primeros. Todo ese rollo de que los cylons querían destruir a los humanos porque estos se habían vuelto politeístas, mientras que los cylons (robots fabricados por los humanos, en esta versión) eran cristianos... Me contaron que al final de la serie aparecía Dios en persona y les decía a los pocos humanos que quedaban vivos que los cylons eran sus ángeles y todo lo ocurrido era un castigo porque ya no creían en él... Es lo de siempre, hacen una serie completamente nueva, pero para atraer al público desde el principio, la hacen pasar por una versión o continuación de una serie antigua de éxito.
      En los capítulos que vi si había algunas cosas que me gustaron. Ese en el que deben estar saltando en el hiperespacio cada 33 minutos, por ejemplo. Eso me pareció interesante. Pero había demasiadas cosas mal: las cylon con forma de rubias despampanantes, Baltar convertido en un muchachito llorón, cuando en la serie original era un villano implacable y endiosado... Muchas cosas mal. Quizá si la vuelvo a ver ahora me guste más, pero en 2003 mi día a día era demasiado complicado como para calentarme la cabeza con tanta metafísica religiosa.
      De Cáprica no vi ningún capítulo, y lo único que he leído de Galáctica es esta misma novela. Leería algo más de lo ambientado en la serie antigua. La nueva la verdad es que no me atrajo.

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  2. Solo he visto la serie de 2003 de la que apenas recuerdo nada 😅
    Tengo este libro también pendiente de leer

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    1. De la de 2003 vi los primeros capítulos... espera, mejor lee la respuesta que le di a Manor, justo arriba. Así me ahorro de repetir lo mismo, que me quedó muy largo😅
      El libro está muy bien. Tiene alguna traducción rara (se emplea la palabra autobús para hablar de naves espaciales de pasajeros, por ejemplo) pero imagino que esto se habrá cambiado en la versiones de la novela que se reeditaron para aprovechar el exito de las series de 2003 o 2010.
      Y no te preocupes por los menajes duplicados. Cuando me los encuentro dejo el segundo, por si se ha enviado para corregir algo que se puso mal en el primero.

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