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sábado, 2 de julio de 2022

LA TIERRA CONTRA LOS PLATILLOS VOLANTES

EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                                     ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                                                                                                       

Presentado por... Pecky.
 

¡Hola, amigos cinéfagos!

Nos viene muy bien que hoy sea el Dia Mundial de los OVNIs, porque así podemos comentar una película en cierto modo relacionada con otra que tenía reservada para dentro de dos días y que tiene puntos en común con esta. 

No está entre mis películas viejunas preferidas sobre extraterrestres pero me gusta igualmente, es interesante y tuvo una especial importancia en la historia del cine. La imagen clásica de los ovnis sobrevolando ciudades y descargando sobre los edificios sus terribles rayos de la muerte, se la debemos principalmente a esta cinta. La edición en DVD que tenemos permite ver la película en color, si lo preferimos, pero os he puesto los fotogramas en el blanco y negro para que las veáis como eran en la versión original. 

La película es muy directa. Ya el título nos deja claro de que trata. No es un título intrigante pero ambiguo como El día que la Tierra se detuvo o Emisario de otro mundo. Desde antes de empezar ya sabemos que lo que vamos a ver será una batalla campal. Tampoco escatima metraje a la hora de mostrarnos a los platillos volantes. Lo normal en la época es que salieran relativamente poco, pero aquí los estamos viendo todo el tiempo, incluso antes de que aparezca el título en pantalla, y las escenas de combate entre ellos y los humanos son comparativamente largas. 

Comenzamos con el doctor Russel y su secretaria (y desde hace dos horas, también esposa) Carol conduciendo hacia su laboratorio. Recién casados y de camino al trabajo, porque los científicos son gente seria y todo eso. A pleno día y en medio de la carretera, un enorme platillo volante desciende hasta casi volar a ras del suelo emitiendo un extraño zumbido, siguiendo su coche durante unos instantes, y retomando altura a continuación hasta perderse de vista. 

El zumbido que han oído es un primer intento de comunicación por parte de los alienígenas, pero Russel no lo entiende y los alienígenas dan por sentado que sí lo hace. Russel está al cargo del programa espacial de los Estados Unidos, y por ello los alienígenas lo han elegido a él como representante de los humanos para recibirles. Al día siguiente, un platillo aterriza en medio de la base de la NASA donde trabaja Russel. Sus ocupantes, que creían que su intención de parlamentar había quedado clara, son recibidos con fuego de artillería, y reaccionan arrasando por completo la base. Únicamente Russel y Carol se salvan por encontrarse en ese momento en un laboratorio subterráneo llevando a cabo un experimento.

Tras el ataque, Russel logra al fin interpretar el mensaje de los alienígenas y encuentra el modo de comunicarse con ellos por medio de un equipo de radio. Acuerdan un nuevo encuentro en una playa, y esta vez este se produce sin demasiados incidentes. No demasiados, porque el gobierno había prohibido a Russel contactar con los alienígenas hasta nueva orden, y este lo hace a sus espaldas. 

La idea de un intento de comunicación entre humanos y aliens que debido a un malentendido termina en desastre es interesante, así como que a pesar de ello se haga un segundo intento. Ahora bien, a partir de aquí la película se vuelve más convencional. Los alienígenas sí vienen a invadir después de todo, así que, aún sin saberlo, desde el principio se les recibió como merecían. El querer hablar primero con un representante humano era únicamente para conminar a la Tierra a rendirse sin oponer resistencia, y así ahorrarse la pérdida de tiempo y recursos que supondría una guerra de conquista.

Los alienígenas informan a Russel que su sistema solar ha quedado desintegrado y están buscando un mundo en el que asentarse. No quedan muchos de ellos, solo unos pocos en una docena de platillos volantes, pero se bastan para subyugar al planeta. Las armas humanas no pueden dañar sus naves mientras estén activas debido a un campo de energía que las protege, y los aliens solo son vulnerables cuando las abandonan. A la vez, las armas con las que cuentan sus naves pueden destruir cualquier vehículo o edificio humano.

Los alienígenas no piden asilo, no piden ser acogidos, y desde luego no tienen intención de integrarse en la sociedad humana. Han venido a invadir y exigen la sumisión del mundo y la servidumbre de sus habitantes. Dan un plazo de dos días lunares (casi dos meses terrestres) para recibir una respuesta. Russel emplea esos dos meses en desarrollar un arma capaz de destruir las naves invasoras. El arma (a la que llaman cañón de interferencia) es un emisor de ultrasonidos que desactiva las naves. En teoría, las que sean alcanzadas se desactivarán y se estrellarán contra el suelo. Carentes de su escudo de fuerza, quedarán destrozadas por el impacto o cuanto menos serán vulnerables a las armas convencionales humanas. 

El plan de Russel es descubierto, y esto precipita el ataque de los alienígenas. Provocan una serie de explosiones en el sol que a su vez alteran el clima de la Tierra generando tornados y huracanes. Esto es un punto oscuro porque cuando conceden los dos meses de plazo a los humanos parece que les estén haciendo un favor. Pero que en cuanto se enteran que los humanos están desarrollando un arma contra ellos esperen hasta el último día de ese plazo para llevar a cabo un ataque directo con sus naves cambia esto. ¿Es posible que fueran los propios alienígenas los que necesitaran esos dos meses para preparar su ataque y quisieran disimularlo de algún modo? Este tema no se desarrolla ni explica, y cuando el plazo termina y los platillos volantes se reúnen sobre Washington, los humanos ya tienen listos un montón de cañones de interferencia.

Lo que sigue es el combate final. Los cañones de interferencia y las grandes baterías necesarias para hacerlos funcionar están cargados en camiones del ejercito que van moviéndose de un lado a otro de la ciudad hasta acabar con todos los atacantes. Y esto también me intriga, porque ninguno de estos se retira a pesar que su derrota se hace evidente. Viendo que entre todas sus naves no son capaces de destruir una sola ciudad humana, lo lógico sería que se retiraran, pero no lo hacen ¿quizá porque ya no pueden llegar hasta otro planeta? A la hora de la verdad el poder de los alienígenas resulta no ser tanto, y el ataque directo a la ciudad se revela más que nada como una última medida desesperada después de haber fracasado con sus intentos de intimidación. 

La batalla está magníficamente conseguida a nivel técnico (considerando los efectos y recursos de la época) pero vista a día de hoy puede resultar rutinaria. Los platillos volantes se dedican a destruir los edificios más emblemáticos y reconocibles de la ciudad, y los camiones-cañón a derribarlos. Los platillos no parecen tener un plan de ataque concreto, y se limitan a disparar a edificios al azar. Parecen destruir preferentemente los más altos, quizá en la creencia que esto indica que son más importantes. 

Los platillos alcanzados por la señal de interferencia de los cañones simplemente pierden su energía y caen, como un avión alcanzado por un pulso IP. Algunos explotan con el impacto, y otros se estrellan en edificios y quedan enterrados bajo los escombros, matando a muchos civiles en el proceso. Vemos uno que queda parcialmente hundido en un estanque, y un grupo de soldados con fusiles corre hacia él. Debemos suponer que no todos los alienígenas mueren al estrellarse sus naves, y no habría estado de mas algunas escenas de estos seres combatiendo en las calles contra los soldados o incluso contra ciudadanos envalentonados lanzándoles adoquines, pero no llegamos a ver nada de eso.

Lo triste es que nada de lo anterior tenía por que pasar. Los alienígenas eran una cultura avanzada e inteligente. Podrían haber llegado pidiendo en lugar de exigiendo, integrándose en lugar de imponiendo. Y cualquier país habría recibido encantados sus conocimientos y tecnología a cambio de cederles un terrenito donde fabricarse un pueblecito, si lo de integrarse desde el principio les cuesta un poco. Pero cuando alguien llega poniéndose chulo y metiendo miedo, suele acabar mal.

Los efectos especiales estuvieron al cargo de Ray Harryhausen, y sin duda los platillos volantes (tallados en vidrio por su padre) son los mejores de su época, y de muchos años posteriores. Los aliens, a los que vemos enfundados en unos toscos trajes espaciales son algo más flojos estéticamente, pero transmiten bien la imagen de seres físicamente muy débiles que dependen totalmente de su tecnología. Se utiliza también muchísimo metraje de archivo, pero está bien integrado, en ocasiones montado con otras imágenes. Lo malo es que no se puede dotar de personalidad a un platillo volante, por lo que en esta ocasión, los efectos de Ray no impresionan del mismo modo que sus monstruos gigantes.

Earth vs the Flying Saucers. 1956. Curt Siodmak (guion) Fred Sears (director) Hugh Marlowe (actor principal) Joan Taylor (actriz principal). Columbia Pictures. Editado en DVD en 2008 por Sony Pictures Home Entertainment.

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