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lunes, 10 de octubre de 2022

EL HORROR EN EL CEMENTERIO

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                  ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              RETOS LITERARIOS 2022

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Para el punto “un libro de un autor muerto a tu edad” de nuestro Reto Literario 2022 hemos escogido uno del llamado Maestro de Providence, en el que se recopilan siete de sus relatos.   

He escogido este libro en concreto de todos los que tenemos de Lovecraft por cinco de esos siete relatos. No por El horror en el cementerio, que da nombre a la recopilación, ni por Más allá de los eones, sin duda el mejor de todos los incluidos. Lo he escogido por los otros cinco, mucho peores y más desconocidos que esos otros dos, pero más adecuados para esta ocasión. 

Ya que el reto de hoy consiste en leer un libro de un autor muerto a la misma edad que tenga actualmente el lector, me ha parecido adecuado comentar las primeras obras conocidas de Lovecraft, aunando así de algún modo su muerte y su nacimiento como escritor en una misma lectura. Aun así, las dos historias que no van incluidas en esta categoría las comentaremos también.

Más allá de los eones empieza con el descubrimiento por parte de unos marineros de una isla emergida debido a movimientos de las placas tectónicas. La isla está coronada por un extraño templo, en el interior del cual los marineros hallan un cuerpo momificado hasta la petrificación, como un fósil, encogido en una esquina. Junto a este hay un cilindro de metal estanco que al abrirlo revela contener un largo papiro enrollado escrito en una lengua desconocida. 

En el centro de la estancia hay una pesada trampilla de piedra que los marineros no tienen medios para abrir, por lo que regresan a su barco llevándose con ellos la momia fosilizada y el cilindro con el pergamino. Nada más se obtiene de la isla, porque poco después esta vuelve a hundirse en el mar. 

La momia y el pergamino son llevados al museo Cabot, en Boston, para ser examinados. El enigma sobre la momia y su origen permanece inalterable durante más de cincuenta años, a lo largo de los cuales van circulando por el mundo fotos, informes y rumores sobre ella. Uno de los investigadores del museo comienza a ver similitudes entre las circunstancias en las que fue encontrada la momia y una leyenda recogida en el infame Unausprechlichen Kulten (Cultos Indescriptibles) de Von Juntz. Este libro, supuestamente la versión final de una larga serie de transcripciones y traducciones a diversas lenguas a lo largo de varios milenios, cuenta entre otras la historia de Mu, un isla-continente del Pacífico, desaparecida hace 175.000 años. 

Según el libro, Mu estaba habitada por una población humana que vivía bajo la continua amenaza de Ghatanothoa, una criatura única e inmortal abandonada allí a su suerte por los Yuggoth, venidos desde las estrellas. Ghatanothoa permanecía inmóvil en el fondo de una gigantesca cripta, en completa oscuridad. Los nativos de Mu le hacían sacrificios con regularidad a fin de mantenerlo calmado, en la creencia que de no hacerlo este saldría en busca de víctimas. La visión del amorfo Ghatanothoa era tan terrible, que cualquiera que lo contemplara, aunque fuera de refilón, aunque fuera medio segundo, quedaba petrificado al instante. Lo peor, es que su cuerpo se petrificaba, pero su cerebro se volvía inmortal, y permanecía encerrado en un cuerpo completamente inmóvil pero plenamente consciente, hasta que el desgaste propio del paso de los milenios fuera desmenuzando el cráneo y dejando el cerebro expuesto y vulnerable. 

Un hombre llamado T´yog, guiado por una inspiración de los dioses protectores de su pueblo, escribió un pergamino mágico cuya mera posesión inmunizaría a su portador de la visión de Ghatanothoa. Estos dioses, considerados como benevolentes por los habitantes de Mu, eran Shub-Niggurat, Nug, Yeb, y Yig, lo cual dará a los conocedores de la obra de Lovecraft una idea del terror que debía inspirar a este pueblo Ghatanothoa para considerarlo un demonio al mismo que tiempo que adoraban a estos otros dioses como sus protectores. 

Llevando con él este pergamino, T´yog descendió a la cripta de Ghatanothoa a fin de observarlo y comenzar a buscar una forma de acabar con él para librar a la humanidad de su continua amenaza. Pero el valeroso T´yog nunca regresó. Los sacerdotes de aquel reino, temiendo que la destrucción de Ghatanothoa mermara su influencia sobre el pueblo, robaron a T´yog el pergamino y lo cambiaron por una falsificación sin poder ninguno, con lo que este quedó fosilizado al instante tan pronto como contempló a la criatura.

Miles de años después el mundo cambió, Mu fue tragada por el mar, nuevas tierras surgieron, y la historia de T´yog fue pasando de boca en boca por los descendientes de esa primitiva humanidad, y transcrita una y otra vez por diferentes culturas. 

Todo esto no hubiera sido más que una anécdota para el narrador de no ser porque con el paso de los años, un culto parece ir formándose en torno a la momia petrificada. Gente de lejanas tierras se reúnen cada vez con más frecuencia ante la vitrina de la momia, y parecen rezarle. Una noche hay incluso un intento de robo, en el que dos intrusos matan a un vigilante del museo y abren la vitrina de la momia, pero son encontrados muertos junto a esta, uno de puro miedo y el otro petrificado. En el suelo hay un rollo de pergamino como el encontrado en el cilindro de la cripta, y la momia tiene los ojos abiertos. 

Atendiendo a lo contado en el libro, todo parece indicar que los intrusos podrían ser descendientes de los habitantes de Mu, y el pergamino que llevaban con ellos, el que los sacerdotes robaron a T´yog, mientras que el que se encontró junto a la momia sería la falsificación de los sacerdotes. El narrador razona que la proximidad de ese pergamino, el auténtico, empezó a devolver a la normalidad a la momia de T´yog. Esta abrió los ojos, y la imagen de Ghatanothoa cristalizada en sus retinas había bastado para matar a los intrusos. Pero como hombre de ciencia, no puede aceptar esto que le dicta su instinto. 

Resueltos a llegar hasta el fin del asunto, el narrador y otros investigadores deciden practicarle una autopsia a la momia, cuyos ojos vuelven a estar cerrados. Con cuidado, sierran el cráneo de la momia fosilizada. Dentro de este encuentran un cerebro todavía vivo, tras cerca de doscientos mil años de una completa consciencia y enloquecedora inmovilidad. 

El horror en el cementerio se nos cuenta al revés, empezando por el final y revelándonos luego como se llegó al él. Tiene lugar en un pueblecito llamado Stillwater. En él vive Johnny, el tonto del pueblo, que por las noches recorre el cementerio hablándole a un par de tumbas concretas, como si sus ocupantes pudieran oírle. También nos hablan de Sophie, le hermana del ocupante de una de esas dos tumbas, que vive aterrorizada, sin salir de casa si puede evitarlo. Y el resto de pueblo son gente osca y con una extraña historia que contar. 

Tom, el hermano de Sophie, era un hombre brutal y violento que andaba siempre borracho, y despreciaba y era despreciado por todos los habitantes del lugar. Especialmente por Henry, el funerario de Stillwater. Henry había querido ser médico, pero no fue capaz de dar la talla con los estudios y nunca obtuvo el título. Aun así era un buen embalsamador y desarrolló su propio suero conservador a tal efecto. 

Un día Tom apareció muerto y rígido, y todos dieron por supuesto que el exceso de bebida había acabado al fin con él. Su cuerpo fue llevado a Henry para que lo embalsamara, lo cual este hizo con un extraño placer, como si fuese el paso final de una largamente acariciada venganza. Henry inyectó al cuerpo de Tom una gran cantidad de su suero embalsamador sin desangrarlo ni eviscerarlo primero. Tras una serie de extraños espasmos, Tom se arrancó la aguja de un tirón y se la clavó al propio Henry, antes de volver a quedar inerte. Henry se extrajo la aguja después de que una cantidad del líquido embalsamador fuera bombeado a su organismo, y continuó con su trabajo. 

Tras el funeral de Tom, Henry sufrió una repentina parálisis y cayó al suelo, gimoteando que no iba a morir, que aunque pareciera muerto no debían enterrarlo. Sin embargo, el médico del pueblo lo declaró muerto poco después, y se le enterró sin excesiva ceremonia. Desde el momento en que Henry cayó al suelo, Johnny no cesó de gritar a todos que no enterraran al funerario. Que no estaba muerto, solo parecía estarlo porque recibió el mismo líquido que le este inyectó a Tom para que pareciera muerto y lo enterraran vivo. 

Para el lector, la cosa está clara. Tom era un mal hombre, y Henry vio la oportunidad de deshacerse de él. Le inyectó una droga que le provocó una muerte aparente, para que despertara una vez sepultado y sufriera una segunda y verdadera muerte especialmente horripilante, enterrado vivo. 

Lo más tétrico del caso es que nos da a entender que la gente del pueblo se dio cuenta de esto. Por pequeños tics, movimientos, espasmos del cadáver, falta de rigidez, que su carne estuviera todavía tibia muchas horas después de su “fallecimiento”… pero lo enterraron igualmente. Comprendieron lo que Henry había hecho, y también ellos vieron la oportunidad de deshacerse de Tom. Pero esto implicaría que igualmente enterraron a Henry sabiendo que estaba vivo y le aguardaba el mismo destino que a Tom. Y por ello ignoraron las suplicas del propio Henry antes de quedar “muerto” por su propio suero, y las suplicas del loco Johnny, deliberadamente ignoradas. 

Después de todo, a pesar que Henry les libró de Tom… ¿quién querría tener viviendo en su pueblo a alguien capaz de hacerle eso a otro ser humano?  

Y llegamos por fin a las historias que realmente quería comentar de este lote. Son muy inferiores a las dos anteriores en lo que a calidad literaria se refiere, pero más importantes para entender bien el conjunto de la obra de Lovecraft. Los dos siguientes los escribió con ocho años y son lo más antiguo de su obra que se conoce y conserva.  

La botellita de cristal. Los tripulantes de un barco avistan una botella de ron a la deriva. La pescan y suben a bordo, y esta resulta tener en su interior una nota indicando la localización de un tesoro. Se dirigen hacia allí sin más ni más, hacia una x marcada en pleno mar, en un plano dibujado a mano sin coordenadas ni escalas. Unos buzos se sumergen en el punto indicado y encuentran otra nota en una botella de hierro estanca, en donde se les indica que la nota anterior era una broma. 

Es una historia cortísima y muy tonta (escrita por un niño pequeño, después de todo) pero ya apunta a los temas de Lovecraft: búsqueda, investigación de un misterio, y un final que no implica el triunfo de los protagonistas. Un detalle interesante de este relato, es que el capitán del barco se llama Jones, el único de sus marineros del que llegamos a saber el nombre se llama John, y el firmante de las notas en las botellas es un tal John Jones. Ponerles nombre a los personajes el difícil al principio. 

En La cueva secreta los padres de John, de diez años, y Alice, de dos, los dejan solos en casa unas horas. Inmediatamente ambos bajan al sótano y se ponen a jugar revolviéndolo todo. Alice toca alguna parte del muro que abre una puerta secreta. Se adentran por ella y llegan hasta una cueva en la que encuentran una cajita de madera, que John se guarda. Mas adelante, al apartar un obstáculo que bloquea el paso, la cueva se llena de agua rápidamente. John logra sobrevivir y volver a la casa, pero a pesar que trata de salvar a su hermana, esta se ahoga. Tras el funeral de Alice, John recuerda la cajita y la abre, hallando en su interior una moneda de oro antigua valorada en 10.000 dólares. 

Aquí volvemos a ver el tema del agua (a la que Lovecraft temía) como antagonista. En la primera historia era el escenario de una burla, y en esta de la muerte de un familiar. También está presente el misterio, en la forma de un pasadizo secreto en la propia casa del protagonista, y el nombre de John, que al parecer era el único que consideraba adecuado para un protagonista. Respecto a la moneda de 10.000 dólares que el niño obtiene como ”compensación” por la muerte de su hermanita, esa es precisamente la misma cantidad que el padre de Lovecraft les dejó a él y a su madre cuando murió, pocos meses antes de que este cuento fuera escrito.

El misterio del cementerio está mucho más elaborada que las dos anteriores, aunque es de la misma época, y denota un rapidísimo progreso de Lovecraft como escritor. Aquí tenemos a un hombre llamado Joseph, que poco antes de morir da a su abogado unas instrucciones. Antes de enterrarlo, deberá bajar a su cripta y colocar en determinado punto una bola dorada que le entrega. Cuando Joseph muere, se cumplen estas instrucciones. Al colocar la bola dorada en el punto indicado no parece ocurrir nada, pero mientras el abogado y los otros asistentes al entierro están ocupados con esto, el cadáver de Joseph desaparece. Y también lo hace un tal señor Dobson.

Un misterioso individuo llamado Bell visita a la hija del sr. Dobson y le promete desvelarle lo que realmente ha ocurrido con su padre a cambio de 10.000 dólares. En lugar de pagarle, esta contrata a King John, el famoso detective del Oeste, que se presenta con un revolver ya preparado en cada mano, como si fuera lo más normal del mundo. Bell se escapa y toma un tren, pero King John le persigue en un carro de caballos, que para eso viene del Oeste nada menos. Además, un testigo llamado John Spratt afirma haber visto a tres individuos colarse en la cripta de Joseph y llamarle a gritos.

King John consigue detener a Bell y sus cómplices, y en medio del juicio, el sr. Dobson aparece dramáticamente, anunciando que había sido secuestrado y logro escapar en un descuido de sus captores. 

El final es algo confuso (el autor tenía nueve años en ese momento) pero es un trabajo de escritura ingente comparado con sus dos primera obras. Tiene muchos más personajes, aunque dos de ellos se llaman John y otro Joseph, lo que nos indica que seguía teniendo problemas con lo de ponerles nombre. La cantidad que pedía Bell como rescate eran también 10.000 dólares, que tras la temprana muerte de su padre fue una cifra que debió quedar grabada en la mente de Lovecraft como la correspondiente al precio de una vida humana. Y volvemos al tema de la investigación, esta vez con criptas y cementerios de por medio.

Quizá lo más curioso de este relato es que el propio Lovecraft anotó al final el precio por el que pretendía vender su obra: 25 centavos. 

El buque misterioso es un relato que escribió con unos doce años. Está dividido en capítulos cortísimos, de un solo párrafo cada uno redactado en un tono escueto, casi telegráfico, que se da a entender que son recortes de prensa. Nos habla de un buque sin nombre que entra en el puerto de Ruralville (el nombre de la localidad es, literalmente, Pueblo Rural). Poco después un hombre de Ruralville llamado John Griggs desaparece, y el buque zarpa al día siguiente.

El buque es interceptado por una fragata de guerra. Durante el combate que se produce, desaparece uno de los marineros de la fragata (llamado Henrry Johns) y el buque misterioso escapa. El buque pone rumbo a Madagascar, donde coincidiendo con su paso desaparece un hombre llamado Dahabea. También desaparece otro hombre llamado John Brown. Los cuatro son encontrados más tarde encadenados en una cabaña en el Polo Norte, y se logra detener a los tripulantes del buque misterioso, que habían cambiado este por un submarino. 

Este es mucho peor que el anterior, más confuso y carente de sentido a pesar de la forma en la que está redactado, más cercana a lo que se volvería habitual en su obra más adelante. El misterio es en este caso tan cerrado que en ningún momento llegamos a enterarnos del motivo de estos raptos. Y vemos que Lovecraft sigue teniendo poca inspiración para los nombres, con dos John y un Johns.    

La dulce Ermengarde lo escribió con ya casi treinta años. Es un rarísimo caso de relato humorístico dentro de su obra. Ermengarde es la rubia (teñida) y adolescente (en realidad ronda los treinta) hija de un honrado contrabandista de licor casero. Tiene dos pretendientes, uno muy rico y muy viejo llamado Hardman, y otro mucho menos rico y mucho menos viejo llamado Jack. Ermengarde se decanta por este último. 

Mientras Jack se mata a trabajar en la gran ciudad y Hardman planea y máquina,  Ermengarde termina fugándose con un tercer pretendiente. Se marcha con él en tren, pero al encontrar en su bolsillo una carta de amor de otra mujer, lo lanza por la ventana del tren en marcha, segura de poder sobrevivir ella sola en el gran mundo. 

Pasadas un par de semanas es ya una mendiga, que es adoptada por una anciana rica sin descendencia, que la nombra su heredera. Llega así a convertirse en una dama acaudalada, por un mero golpe de suerte. No contenta con esto, chantajea a Hardman (que ya había perdido el interés por Ermengarde) para casarse con él y así aumentar su fortuna. Al mismo tiempo, nos enteramos que Jack llega mendigándole a Hardman algo de dinero para mantener a su esposa, porque mientras trabajaba en la ciudad para reunir dinero con el que casarse con Ermengarde, terminó casándose con otra. 

Es una especie de comedia de enredo, vamos, cuyo principal atractivo radica en que surgió de la misma mente que el famoso ciclo de dioses y monstruos cósmicos que revolucionó para siempre la literatura de terror. 

El próximo punto del reto será un verdadero desafío, porque nos toca comentar Harry Potter y la Piedra filosofal, y no considero fácil escribir una reseña que realmente le haga justica. 

Puedes ver una reseña sobre una película basada en la obra de Lovecraft pulsando aquí.

Horror en el cementerio. 1898-1934. H.P.Lovecraft. Obras completas/Colaboraciones VII. Publicado en 2004 por Editorial Edaf.

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