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lunes, 3 de octubre de 2022

LA BESTIA DE YUCCA FLATS

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                                     ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                                                                                                       

Presentado por... Pecky.
 

¡Hola, amigos cinéfagos!

En 2010, la distribuidora Matinee sacó al mercado unos cuantos interesantes DVDs en los que, a imitación de las antiguas sesiones de autocine, podíamos ver dos películas de serie B por el precio de una. La temática de ambas solía estar relacionada, como en este caso, en el que tenemos dos muestras de la paranoia atómica desatada a nivel mundial durante la Guerra Fría entre USA y URSS. 

Las películas son La bestia de Yucca Flats (The Beast of Yucca Flats, 1961) y Esto no es un simulacro (This is not a Test, 1962). Hoy recordaremos la primera de estas, y mañana la siguiente.

Ya he comentado en alguna ocasión que lo que más valoro de una película es la historia que cuenta y como la cuenta, y estas dos historias me gustan mucho a pesar de sus actores poco convincentes y sus efectos especiales de cuatro céntimos.

En La bestia de Yucca Flats tenemos como monstruo radiactivo a Tor Johnson, el luchador de wrestling convertido en actor por el gran Ed Wood. Empezamos con un enigmático prólogo; una mujer joven se prepara para acostarse a dormir, en lo que aparentemente es su casa. Un enorme hombre al que solo vemos de espaldas aparece en pantalla, le echa sus manazas al cuello y la estrangula, no sabemos si hasta dejarla inconsciente o quizá matarla. A continuación, estira el cuerpo inerte de la joven sobre la cama, se hecha sobre ella, y se da a entender que abusa de la chica inconsciente, o de su cadáver. No son imágenes explícitas pero la idea es clara, y es bastante fuerte para lo que la gente estaba acostumbrada a ver en el 61. 

De aquí saltamos al inicio de la película. Tor Johnson hace el papel de un científico ruso que ha desertado del bloque soviético llevándose a América sus conocimientos, y un maletín con importantes documentos secretos. Tan pronto como su avioneta aterriza y es recibido por unos agentes de la CIA, un par de agentes de la KGB que también han acudido al encuentro intentan matarlo. Los agentes de la CIA hacen entrar al científico ruso en un coche para sacarlo de allí, pero los agentes de la KGB los persiguen en otro coche.

En medio de una emmm… emocionante… persecución de coches con tiroteo incluido, los agentes de la CIA se desvían inadvertidamente hacia una zona de prueba de armas atómicas, señalizada por un simple cartel. El científico ruso se adentra en esta área justo cuando se está haciendo una prueba atómica, y recibe la onda expansiva del estallido de una bomba-A.

La radiación no lo mata, sino que aparentemente le fríe el cerebro y lo vuelve loco. Olvidándolo todo sobre sí mismo, el científico se convierte en poco más que un troglodita guiado por los instintos más básicos: reproducción, seguridad, y agresión. 

Sus primeras víctimas son una pareja que detienen su coche en la carretera, junto al área de pruebas, aparentemente por una avería. La bestia (lo llamaremos así a partir de ahora) mata al hombre y estrangula y se lleva a la mujer. Encuentra una cueva de su agrado en una montaña cercana, y se instala ahí. Deja a la mujer en la cueva y sale de nuevo, a explorar lo que al parecer ya considera su territorio de caza.

Entre tanto, Joe y Jim, dos policías locales, se enteran de lo sucedido y comienzan a recorrer la zona (que recordemos, es un área de pruebas atómicas sin apenas señalizar y adyacente a una carretera habitualmente transitada) en busca de la bestia y la mujer desaparecida. Encuentran la guarida de la bestia y a la mujer aún viva, pero ésta muere en sus brazos mientras se la llevan, sin llegar a recuperar la conciencia. Como el terreno a cubrir es mucho y tiene zonas de difícil acceso, deciden emplear una avioneta para localizar a la bestia y abatirlo desde el aire con un fusil.

A todo eso, otra pareja detiene su coche cerca del lugar, también por una avería. Mientras el hombre la repara, los hijos de la pareja se alejan del coche para jugar y se pierden. Tras llamarlos y esperar a ver si vuelven, el hombre sale a buscarlos mientras la mujer espera junto al coche.

Y aquí tenemos lo que para mí es la mejor idea que maneja la película. Desde su avioneta, el policía Jim ve correr al hombre por el páramo, buscando a sus hijos, y da por supuesto que es el asesino irradiado que persiguen. Sin más ni más comienza a disparar contra él, mientras el hombre, perplejo, sin saber quién ni por qué le está disparando, sigue corriendo. Una bala le toca de refilón y le derriba al suelo, pero se levanta y hecha a correr de nuevo. Finalmente, una segunda bala le alcanza y le hace caer por un terraplén, aunque también sobrevive esta vez y se marcha en busca de ayuda. 

No contento con esto, Jim salta desde la avioneta con un paracaídas para rastrear a su inocente presa y asegurarse de acabar con ella. 

Los niños son encontrados, pero no por su padre, sino por la bestia, que se lanza a perseguirlos con una lentitud y torpeza exasperantes. Cuando logra darles alcance y parece dispuesto a acabar con ellos, recibe un balazo de Jim que, esta vez sí, dispara contra la persona correcta. La bala no basta para acabar con la bestia. Herido pero no vencido, la bestia se enfrenta en un feroz cuerpo a cuerpo con Jim, hasta que Joe aparece providencialmente y vacía su revolver en el cuerpo del hasta no hace mucho brillante científico ruso.   

Los policías se hacen cargo de los niños, y los llevan junto con la madre. Todo parece acabar relativamente bien. Incluso vemos una escena en la que un inocente conejito corretea junto al cadáver de la bestia y de pronto este alarga una de sus manazas, atrapa al animalito y lo acerca a su cara… ¿Para comérselo vivo y recuperar fuerzas? ¿Para contemplar algo bello en sus últimos instantes de vida? No lo sabemos. La mano de la bestia se afloja con su último estertor, y el conejito se aleja. Y fin. 

Pero volvamos atrás ahora. Al principio. A ese extraño prologo. No hay modo de encajar esa escena en ningún momento entre el principio y final de la película, porque transcurre en una casa a la que la bestia no entra en ningún momento. Y si nos fijamos en lo poco que se ve de él, no viste sus ropas chamuscadas y hechas girones por la explosión, sino lo que parece una bata de hospital, de esas que se atan por el lado, lo que solo puede significar que… ¡No era un prólogo, si no un epílogo! ¡Un epilogo colocado al inicio de la película en lugar de al final! La bestia vivió después de todo, y fue llevada a un hospital (de ahí que vista la bata) del cual se escapó para seguir con sus crímenes, pero esta vez en la ciudad (de ahí que esté en el interior de una casa). Esa es al menos mi interpretación, porque naturalmente, explicaciones por parte de la película no obtendremos ninguna. 

Está bien para lo que es: menos de una hora de metraje sin apenas presupuesto, y ni tan solo un monstruo genuino. Me decepciona un poco que la bestia sea solo un hombre abrasado y confundido por el golpe de calor y radiación de la bomba-A, pero que no muta, ni se agiganta, ni se convierte en un ser escamoso y con garras de medio metro. 

Además, parte del audio de la película se perdió o no se grabó correctamente, y hay ocasiones en que vemos a los actores mover la boca en escenas en los que no oímos diálogos. Para disimular esto, la voz de un narrador omnisciente va contándonos continuamente lo que ocurre, a veces soltando frases pseudo filosóficas que tratan de invitar a la reflexión, pero que generalmente solo consiguen descolocarnos. Mi preferida es sin duda “Aprietas un botón y pasan cosas”.

En fin… esto es La bestia de Yucca Flats. La siguiente que veremos reincide en el tema de los “monstruos” que las armas atómicas pueden crear, pero desde una perspectiva totalmente diferente.  

¡Intermedio! Rápido, ve al baño si lo necesitas y consigue otro cartón de palomitas en nuestra tienda de chucherías, porque en breves momentos comienza el siguiente pase, en el que veremos Esto no es un simulacro

The Beast of Yucca Flats. 1961. Coleman Francis (guion y dirección) Tor Johnson (actor principal) Cinema Asociates. Editado en DVD en 2010 por Matinee.

2 comentarios:

  1. Vaya con Jim, es el perfecto policia cazador, incansable el tío, a su lado Depredador es un aficionado y Terminator un aprendiz de boy scout

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    1. Solo le falta asegurarse de a quien está disparando antes de tirar del gatillo 😅

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