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miércoles, 26 de octubre de 2022

LA TUMBA DE LOS MUERTOS VIVIENTES

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                            ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                                                                                                       

Presentado por... Pecky.
 

¡Hola, amigos cinéfagos!

La tumba de los muertos vivientes (distribuida también como El oasis de los muertos vivientes y El oasis de los zombis) es una de las películas más famosas de Jesús Franco Maneras, el director español con la filmografía más extensa, con cerca de doscientos títulos en su haber. Denominado El Roger Corman español, firmó sus obras bajo unos setenta seudónimos, algunos bastante curiosos, como Generalísimo, Capitán Caudillo, Calamarón el Guay, Lulú LaverneYogourt Ungue, David Tiburón, y el más reconocible, Jess Franco

Fue también el director español más internacional, trabajando por encargo para productoras francesas, italianas, alemanas, suizas, portuguesas y americanas, porque en su época se atrevía a filmar lo que casi cualquier otro director rechazaba, y lo hacía además en muy poco tiempo y con muy poco dinero. Hizo películas sobre canibalismo, sadomaso lésbico, algunas de las entregas de Fu-Manchú, de Drácula, de crímenes estilo giallo, incluso algún western. Varias de sus películas llegaron a tener hasta cuarenta minutos de recortes por la censura, cuando lo normal eran recortes de entre uno y cinco minutos. Y aun así, la gente iba a verlas.

Los títulos de sus películas solían ser tan llamativos y estrambóticos como sus seudónimos, y en su filmografía encontramos cosas como Las tribulaciones de un Buda bizco, El abuelo, la condesa, y Escarlata la traviesa, Marie Cookie and the Killer Tarantula, Al Pereira contra las mujeres-aligátor, Killer Barbys, o La sombra del judoka contra el Doctor Wong

Vamos con la historia. Durante la Segunda Guerra Mundial, un convoy alemán que transporta por Marruecos varias cajas con lingotes de oro es interceptado por un comando inglés. Tras un feroz combate, el único superviviente es el capitán de los ingleses, que vaga malherido por el desierto hasta que una caravana de nómadas lo encuentra. 

El capitán es dejado al cargo de un jeque local, que lo acoge hasta que este recupera las fuerzas. Como en los cuentos clásicos, el soldado y la hija del jeque se enamoran. Pasan juntos una sola noche antes que él deba volver al frente. Dos años más tarde, tras el fin de la guerra, regresa en busca de su princesa para casarse con ella, y el jeque le revela que esta murió dando a luz al hijo del capitán. 

Este prologo es lo mejor que encontraremos en la cinta. Es casi cine de calidad, con un presupuesto ínfimo pero hecho con autentica dedicación. El resto de la película es bastante peor, pero llega a ser entretenido a ratos... o a ratitos.

En el presente (1982) un ex general alemán que tenía conocimiento sobre ese transporte va en busca del soldado inglés, que tras la guerra se quedó a vivir en África. Le engaña para que le revele el lugar exacto del desierto en el que tuvo lugar la emboscada, y luego le mata. Su intención, naturalmente, es recuperar los lingotes de oro para su propio bolsillo. 

La muerte del soldado se le notifica a su hijo, Robert, un chaval de unos veintipocos años que estudia en una universidad inglesa... aunque por fechas debería tener treinta y ocho, pero bueno… la magia del cine, ya sabéis. La noticia le impulsa a investigar sobre el pasado de su padre, con el que no tenía mucho contacto, y se entera también del asunto del oro. En realidad es aquí cuando vemos todo lo que he contado antes del cargamento de oro, pero me ha parecido que quedaría más claro explicándolo en otro orden. El caso es que aprovechando sus vacaciones de verano, Robert y unos amigos de la facultad toman la decisión de ir al desierto a buscar ellos también el oro. 

Como habréis supuesto por el título, la cosa va de zombis. Los soldados alemanes, verdaderos fanáticos del régimen, juraron proteger el oro de cualquiera que intentara robarlo. Y al parecer ese juramento no ha prescrito con la muerte, por lo que sus cadáveres siguen alzándose cada vez que alguien husmea por los alrededores. A pesar de la arena, el calor y el paso del tiempo, estos zombis nazis aún tienen un aspecto putrefacto y agusanado, y no rechazan saborear un poco de carne fresca cuando se presenta la ocasión. 

Tanto el general alemán como Robert y sus amigos encuentran el lugar, y básicamente terminan igual, sin llegar a ver un solo gramo del oro y devorados por los zombis. Solo Robert y su novia se salvan, y la historia se repite. Huyendo del lugar, son encontrados por el hijo del jeque que acogió al padre de Robert, y este los pone a salvo.    

Sinceramente… la película, en términos generales, es mala. No lo digo por los efectos especiales bajo mínimos o la banda sonora estridente. Es más bien por los diálogos y las actuaciones de Robert y sus amigos, que siendo los protagonistas principales, son los peores actores de todo el reparto. 

Tiene algunos buenos momentos. Empieza con dos amigas que están haciendo turismo por el desierto en un jeep (algo de lo más normal) y se bajan a estirar las piernas precisamente donde están enterrados en la arena los restos del convoy. Esta escena, que pretende dar miedo mostrándonos la primera aparición de los zombis, es más bien cómica. Una de ellas tiene una voz gruesa y basta y no para de quejarse por todo, soltando frases como “Estoy de desierto hasta los mismísimos” o “No sabía que me ibas a traer a un país tan sucio y tan pobre", mientras la otra encuentra maravillosa cada roca y cada rama seca con la que se cruzan.

Está también el enfrentamiento entre los soldados ingleses y alemanes, filmado de forma bastante dinámica. Resulta algo confuso debido a que ambos bandos visten exactamente el mismo uniforme, (imagino que por cosas del presupuesto) y hay veces que no sabes quien está disparando a quien. Pero es una escena bastante entretenida, con tiroteos filmados a la italiana, más cercanos al estilo frenético de Hong-Kong que al estilo más estático del cine americano.

Los zombis son, dentro de lo que cabe, suficientemente convincentes para dar grima. Hoy en día ya no se hace eso de pegar puñados de gusanos vivos a las caras de los actores, porque ya no se dejan (los actores, quiero decir) pero en esta época era todavía algo normal. Hay también alguna escena donde vemos solo el perfil de los zombis recortado contra el cielo, saliendo lentamente de tras las dunas, y resultan más inquietantes que vistos de cerca. Y durante la lucha final, hay otra frase que encuentro genialmente divertida: uno de los chicos corre hacia el jeep con unas botellas vacías en las manos. Una de las chicas le pregunta “¿Qué vas a hacer con eso?" y la respuesta del chico es “¡Cocteles Molotov, como en la facultad!”. Vaya... las fiestas de estudiantes en ese sitio deben ser bestiales.

Este es el tipo de películas españolas que se deberían financiar hoy en día, porque La tumba de los muertos vivientes es claramente carne de remake. Puede que Jesús Franco fuera un director cutre de películas de serie B con guiones mediocres, pero sus obras tenían dos cualidades que la mayor parte del cine español actual ha perdido: interesar al público y ganar mucho más dinero de lo que costaba hacerlas.

Puedes ver también el comentario de una película en la que salen unos zombis bastante particulares pulsando aquí.

La tumba de los muertos vivientes. 1982. Ramón Llidó, Jesús Franco (guion) Jesús Franco (director). Manuel Gelín, Eduardo Fajardo (actores principales) Lina Romay, Doris Regina (actrices principales). Marte Films. Editado en DVD en 2008 por Divisa Home Video.

2 comentarios:

  1. Jess Franco, toda una leyenda. Tarantino lo consideraba uno de los mejores directores de cine. La verdad es que es una pena que el cine español haya perdido el interés del público pero es que escupir para arriba es lo que tiene.

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    1. En España hay muchos directores que olvidan que el origen y la finalidad del cine es entretener. Una película es a fin de cuentas un producto de consumo, y por tanto debe estar hecho de cara al público, no ser un reflejo de los traumas del director. Ese es uno de los grandes fallos que tiene el cine hoy en día; que hay directores que hacen las películas para disfrutarlas ellos mismos, y no para su público.

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