MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

jueves, 10 de noviembre de 2022

LA GRAN SORPRESA

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                            ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                                                                                                       

Presentado por... Pecky.
 

¡Hola, amigos cinéfagos!

Esta película, cuyo título original es First Men on the Moon (Los primeros hombres en la Luna) está basada en un relato de H. G. Wells. Es de 1964, es decir, de cinco años antes que el hombre llegara realmente a la Luna por primera vez. 

El programa espacial era ya bastante conocido, y la llegada a la Luna se esperaba de un momento a otro. Esto se refleja muy bien en la película, en la que vemos un alunizaje perfectamente factible, basado en los preparativos que la NASA estaba llevando a cabo y que eran de dominio público. En lugar del clásico cohete de ciencia ficción de aterrizaje y despegue vertical, nos presentan un módulo de aterrizaje que se desprende del módulo principal y usa impulso de frenada, un posado sobre patas de sustentación, y astronautas con trajes de vacío realistas. Apenas hay diferencias con lo que se vería en el 68, y las diferencias que sí encontramos son premonitorias. 

En el módulo lunar hay astronautas tanto norteamericanos como ingleses y rusos. Es una misión promovida por las Naciones Unidas en lugar de por la NASA, como en las modernas colaboraciones internacionales. Tres de los astronautas descienden a la superficie lunar, toman muestras de rocas, y pasean buscando un buen lugar en el que plantar la bandera de la Tierra… hasta que se encuentran con algo totalmente inesperado: una vieja y raída bandera inglesa, junto con una nota fechada en 1899, en la que se reclama la propiedad de la Luna en nombre de la Reina Victoria. La nota está escrita en el reverso de otro documento, en el que aparece el nombre Katherine Callender.

Los astronautas informan de este hallazgo al control de Tierra. Se envía inmediatamente a un comité a localizar a una Katherine Callender, inglesa, y que estuviese viva en 1899, o a recopilar toda la información que se pueda sobre ella. Lo que averiguan es que la dama en cuestión murió hace diez años, pero su esposo, el sr. Arnold Bedford, está internado en un sanatorio debido a su extrema vejez y su delicado estado de salud. El anciano les revela entonces como esa bandera llegó ahí. El resto de la película es esa historia.  

En 1899, Arnold Bedford es un dramaturgo arruinado. Ahogado por las deudas e incapaz de escribir ni una sola línea, no puede casarse con su prometida, Katherine. Un día aparece por su casa un vecino que se presenta como el doctor Cavor, que pretende comprarle su propiedad porque necesita más espacio para sus experimentos. Hablando con él, Arnold le sonsaca a Cavor (que en realidad parece desesperado por hablarle de su trabajo a alguien) que ha creado un material al que ha llamado cavorita, una imposible mezcla de helio y metales. La cavorita tiene la propiedad de anular la gravedad cuando se encuentra en estado sólido, por lo que, reducida a un estado líquido, cualquier objeto recubierto con ella invertirá la fuerza gravitacional que le afecte cuando este barniz de cavorita se seque. A efectos prácticos, el objeto flotará en el aire. 

El plan del profesor es nada menos que viajar a la Luna. Ha fabricado una esfera metálica estanca dotada con una serie de planchas externas que pueden extenderse y replegarse como persianas. Su intención es "pintar" estas planchas con cavorita. Con todas las planchas extendidas la esfera repelerá la gravedad hasta el punto de salir disparada hacia el espacio. Una vez allí, espera controlar la dirección plegando de forma selectiva algunas de las planchas de forma que queden ocultas tras otras piezas de material aislante, lo que hará que la esfera sea atraída por el cuerpo cósmico más cercano en esa dirección. Plegando todas las planchas cuando se encuentren cerca de la Luna, esta los atraerá con su gravedad. 

Arnold se entusiasma con el proyecto y le vende la casa a Cavor, bajo la condición de convertirse en socio inversor con el dinero que le dé por ella. La esfera está pensada para contener a dos personas, pero en el último momento Katherine termina inesperadamente dentro, y despegan con ella a bordo. 

El viaje a la Luna es una parte magnífica de la película. Al igual que el inicio está hecho ciñéndose a la realidad, a lo que se sabía en ese momento sobre el vuelo espacial, este otro vuelo representa como se lo imaginaba la gente en 1899. La esfera está decorada por dentro como el camarote de un barco de la época, los viajeros comparten su espacio con gallinas vivas que han llevado con ellos para tener huevos frescos para el desayuno todas las mañanas, y no hay ingravidez. Todo tiene una estética muy steampunk, aunque el término aún no había sido acuñado por el escritor Kevin Jeter cuando se hizo esta película.  

A su llegada a la Luna, únicamente Arnold y Cavor abandonan la esfera, puesto que preveían ser solo dos en el viaje y por tanto no hay más que dos trajes de buzo disponibles, que emplean como trajes de vacío. Plantan la bandera que será encontrada setenta años más tarde, con la nota atravesada por el asta, y continúan explorando.

Encuentran un acceso a una red de galerías subterránea en los que hay una atmósfera artificial y evidentes signos de civilización. La Luna resulta estar habitada por una raza de insectoides similares en aspecto a saltamontes antropomorfos, pero con una organización social más similar a la de las hormigas. El primer contacto es violento, con los selenitas hostigándoles con lanzas como los intrusos que son en su reino. Arnold reacciona violentamente, golpeándolos. La fuerza del humano resulta ser mucho mayor que la de los selenitas y mata sin demasiado esfuerzo a varios de ellos, mientras Cavor hace lo posible por contenerlo. Para Cavor, el haber encontrado a esa nueva civilización es algo fascinante, un logro mayor que el haber llegado a la Luna, y desea un acercamiento pacifico a ellos. 

Los terrestres tratan de volver a la esfera, pero durante su ausencia esta ha sido arrastrada, con Katherine en su interior, a la ciudad de los selenitas. Mientras deambulan por la laberíntica red de túneles buscándola terminan cayendo en manos de nuevos grupos de guardias. 

A pesar del desastroso primer encuentro, los selenitas no se muestran vengativos con ellos. No son agresivos ni desean hacerles daño. Son muy curiosos, y observan a los humanos, comprueban su esqueleto mediante un aparato equivalente a las pantallas de rayos-x, y graban sus palabras para analizarlas. Luego les sueltan y les permiten vagar libremente por su ciudad.

Arnold y Katherine solo tienen en mente volver a la Tierra, pero Cavor desea quedarse y entablar una amistad duradera con aquel nuevo y fascinante pueblo. El problema es que no tienen mucho tiempo para decidir, porque los selenitas, como auténticas hormigas que no desperdician nada, han comenzado a desmantelar la esfera para reaprovechar los materiales. 

Arnold finalmente toma la decisión de irse, recuperar la esfera por la fuerza si es necesario y llevarse con él a Cavor aunque sea a rastras. Cuando va en su búsqueda lo encuentra en plena conversación con el líder de los selenitas. Este parece tan fascinado por el humano y deseoso de aprender sobre él como Cavor lo está a su vez por el selenita. El líder de los insectoides le hace una pregunta tras otra sobre la Tierra y sobre su organización social. Inevitablemente surge el tema de las diversas culturas y gobiernos, y de la guerra entre pueblos. Estos son conceptos que no existen en la sociedad selenita con su organización de colmena, y perturban profundamente a su líder. Las armas que tiene su pueblo, que van desde lanzas a cañones de rayos, son para defenderse de otras criaturas lunares que los depredan, no para luchar entre ellos. Este decide entonces que, para evitar que otros humanos conozcan su existencia y traigan su confusión y sus conflictos hasta ellos, Cavor y sus acompañantes deberán permanecer para siempre en la Luna. 

En ese momento interviene Arnold. Lleva consigo un fusil que trajeron con ellos en la esfera, y forcejeando con Cavor para que le siga este se dispara. Los selenitas presentes entran en pánico, su líder se retira atemorizado, y los guardias se lanzan a perseguirlos. Arnold y Katherine se meten en la esfera y Cavor la prepara para despegar, pero decide quedarse en la Luna. Quiere hacer entender a los selenitas que una convivencia con los humanos puede ser posible, que puede haber un aprendizaje mutuo. 

La esfera parte, regresando a la Tierra y estrellándose cerca de la costa de Zanzíbar. Arnold y Katherine logran llegar a suelo firme a nado, pero la esfera se llena de agua y se hunde. Y con ella, se hunde también el secreto de la cavorita y toda prueba del extraordinario viaje que han realizado.

Cuando el anciano Arnold termina de contar su historia a los asombrados miembros del comité, estos trasmiten la información al centro del Control de Tierra, que ordena a los astronautas ir en busca de esa ciudad subterránea. No tardan en encontrarla, pero está deshabitada y en ruinas desde hace mucho. Arnold recuerda entonces que el profesor Cavor estaba resfriado, y llega a la conclusión que en su afán de estrechar lazos con los selenitas, en su valiente decisión de quedarse hasta el fin de sus días con ellos tanto para enseñar como para aprender, en realidad los condenó a muerte. Toda la raza se extinguió a causa de ese resfriado, esa enfermedad nueva para la cual ninguno de los selenitas tenía medicinas ni anticuerpos.    

Un final triste para una película muy bonita, desbordante de imaginación, de escenas memorables, de conceptos muy interesantes, y muy poco conocida hoy en día. Los selenitas y otras criaturas, por cierto, fueron diseñadas por Ray Harryhausen, y solo lo por eso ya vale la pena verla. 

First Men on the Moon. 1964. Nigel Kneale, Jan Read (guion) Nathan Juran (director) Edward Judd, Lionel Jeffries (actores principales) Martha Hyer (actriz principal). Ameran Films & Colimbia Pictures. Editado en DVD por Columbia Tristar Home Entertainment. 

2 comentarios:

  1. Recuerdo una escena de los selenitas luchando contra un gusano gigante.
    Curiosidad número uno¿Te suena una película de la Atlántida donde a los humanos les implantaban una especie de gusano en la cabeza para controlarlos? Curiosidad número dos: todas estas películas antiguas ¿donde compras los originales? ¿Página web? ¿Saqueas videoclubs perdidos del Amazonas?

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    1. Sí, hay una escena donde abaten con un cañón eléctrico a una especie de oruga gigante que se les cuela en los túneles. Más adelante uno de los personajes vuelve a pasar por esa cueva y se ve que de la oruga solo queda el esqueleto, y hay una hilera de selenitas llevándose pedazos de carne de la criatura tal como hacen las hormigas con cualquier fuente de alimento que encuentran.
      La de los atlantes que comentas no me suena, y la procedencia de las películas, la mayoría son de tiendas de segunda mano. Hoy en día ya escasean, pero hace unos cuantos años había tanto stock que, para librarse de ellas, en algunas tiendas te las vendían a un euro o menos cada una, igual que los libros. Mi videoteca está hecha a base de revisar pila tras pila de DVD´s en esas tiendas. Había dos de ellas que me quedaban en el camino del trabajo a casa y casi todos los días, al salir del trabajo, pasaba por ellas a dar un vistazo. También tengo unas pocas compradas en Todocolección.

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