EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, incansables pasapáginas.
Ya estamos de vuelta. Hemos tenido un parón porque nuestro Supervisor General ha estado enfermo una temporadita. Al parecer ya se ha recuperado y vuelve a estar tan gruñón e insoportable como siempre, haciéndonos trabajar y ese tipo de cosas aburridas.
Para celebrar su recuperación nos ha parecido adecuado comentar este librojuego titulado El lodo verde, en recuerdo de las grandes cantidades de lodo verde que estuvieron saliéndole de las narices estos últimos días.
Tomamos el papel de una niña de unos nueve o diez años con interés por la ciencia, especialmente la química y el espacio. Ayer fue nuestro cumpleaños y nos regalaron un juego de experimentos de química, en teoría inofensivos. El “regalo” que hemos recibido hoy, en cambio, es mucho menos agradable. Nos toca quedarnos en casa a cargo de nuestro primo Stevie, de cuatro años y medio; un incordio de niño que destroza todo lo que atrapa con sus manazas.
Estamos trasteando con los experimentos del juego de química cuando llaman a la puerta. Bajamos a ver quién es, dejando momentáneamente el juego de química al alcance de Stevie… y lo siguiente que sabemos es que una masa pringosa y gelatinosa de color verde se está extendiendo por toda la casa, creciendo sin parar al contacto con el aire, cubriéndolo todo y disolviendo algunos materiales. Nuestra misión en este breve librojuego es simple: tratar de llegar hasta Stevie y rescatarlo antes de que nuestros padres vuelvan a casa y, encima, nos echen la culpa por lo ocurrido.
No hace mucho, reseñando Harry Potter y la Piedra filosofal, sacamos el tema del caldero narrativo de Tolkien: las obras que toman elementos de otras, los hacen suyos, y a su vez inspiran a autores posteriores. Tomas una cucharada de la poción del caldero y a cambio añades tu propio ingrediente, para que lo aproveche el siguiente autor que tome su cucharada del caldero. En El lodo verde ocurre esto de forma muy clara. La única forma de vencer (aunque sea temporalmente) al lodo verde, es congelarlo, tal como ocurre en The Blob, en la que la masa gelatinosa rosa solo podía ser derrotada por congelación. Una de las formas que tenemos aquí de derrotar a la masa gelatinosa verde es cubriéndola de cientos de cubitos de hielo, con lo que se congela. No se nos explica que hacemos luego con la masa congelada, pero al menos logramos detener su expansión temporalmente, que ya es mucho más de lo que logramos en la mayoría de los finales. En esto, El lodo verde está tomando su cucharada del caldero narrativo, empleando como rival una versión muy levemente modificada del monstruo gelatinoso de The Blob.
¿Y cual es el ingrediente que la autora añade a cambio al caldero? El agigantamiento. La sustancia de The Blob era terriblemente corrosiva, por lo que ingerirla era la muerte segura. En cambio, la sustancia de El lodo verde disuelve la materia inorgánica en lugar de la orgánica, por lo que sí puede ser comida. Otra de las formas que tenemos de deshacernos de ese lodo, es verter sobre él cubos de agua llenos de unas micro-gambas que nos entrega un científico. Las gambitas devoran rápidamente la sustancia verde, pero esta tiene el efecto inesperado de hacerlas crecer. Hacerlas crecer mucho, hasta el tamaño de caballos, con lo que en realidad cambiamos un problema por otro.
¿Una sustancia gelatinosa verde que crece sin parar al contacto con el aire? ¿Y que si es tragada y digerida agiganta al consumidor? ¿A que nos recuerda esto? A mí, al relato Sangre de Monstruo de R. L. Stine. La película The Blob es de 1958. El lodo verde se escribió en 1982. Y Sangre de monstruo, en 1997. Tomas una cucharada del caldero común, añades tu propio ingrediente a cambio.
Poco más hay que decir sobre este título. En la mayoría de los finales no logramos detener el crecimiento del lodo, y este se extiende a gran velocidad y aparentemente sin control al exterior de la casa, por el jardín, luego por la calle, por todo el barrio… lo peor de todo, es que tampoco nos libramos de Stevie.
Puedes ver la reseña de otro librojuego de esta colección pulsando aquí.
The Green Slime. 1982. Susan Saunders (texto) Paul Granger (portada e ilustraciones). Elige tu propia aventura/Globo Azul nº 8. Publicado por Timun Mas en 1985.
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