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jueves, 25 de mayo de 2023

WATERWORLD

  EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                     RETOS LITERARIOS 2023

Presentado por... el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores.

Para cumplir con el punto "un libro que sea una adaptación de una película o serie de televisión" de nuestro Reto Literario 2023 (y aprovechando que se acerca el verano y a la gente ya se le está filtrando la visión del mar en la cabeza) vamos a reseñar Waterworld, de Max Allan Collins. Es una novela basada en la película del mismo título. 

Quizá deberíamos haber comentado la película antes que el libro, pero en estos momentos la tenemos extraviada, y además apenas hay diferencias entre una y otro. La película me gustó mucho a pesar de ser un colosal fracaso comercial, y por eso adquirí el libro en cuanto salió. Los motivos por los que la película fue un fracaso los comentaremos cuando encontremos el DVD 😅 Por el momento nos vamos a ceñir únicamente al libro.

Waterworld (Mundo de agua, o Mundo acuático) tiene lugar en un futuro impreciso, en el que un desastre natural ha invertido los polos de la Tierra, lo cual ha derretido completamente los casquetes polares. No se especifica cual es este desastre, pero quizá recordaréis que en 2004 se produjo un terremoto de magnitud 9.1 que cambió la inclinación del eje de la Tierra en 7 cm. Y en 2010, otro de magnitud 8.8 alteró la inclinación en otros 8 cm. Es posible que la inversión de los ejes de la que se habla en esta historia se produjera a causa de una sucesión de fuertes terremotos en cadena en un (relativamente) corto espacio de tiempo, y no de un suceso puntual. Simplemente, el motivo no se nos especifica, porque los propios personajes de la historia no lo saben ni llegan a averiguarlo. 

La novela comienza en una época en la que todo el planeta está ya cubierto por el mar. No hay tierra firme, e incluso se habla de ella como algo mítico. Cuando se produjo la subida de las aguas ésta fue tan repentina que no se pudo salvar casi nada. Los escasos supervivientes rehicieron sus vidas a base de aquellos restos que iban saliendo a flote, o que se mantuvieron sobre el agua: la madera de los árboles desgajados, muebles, enseres de plástico, embarcaciones, y lo que pudiera haber en ellas. La situación es similar a la de mundos postapocalípticos como Mad Max, pero mucho peor. En Mad Max, el referente de todo este tipo de historias, se pueden encontrar ciudades llenas de restos, millones de edificios para saquear, almacenes ocultos, depósitos de combustible, incluso las carreteras están salpicadas de coches destrozados cuyas piezas o chatarra puede aprovecharse. En el Mundo Acuático todo ello está bajo cientos o miles de metros de agua, y es inalcanzable. 

La humanidad sobrevive en atolones artificiales, unas islas flotantes construidas a base de restos. Cuando los desesperados supervivientes del caos inicial se fueron reuniendo, fundaron los primeros de estos atolones desmantelando sus propios barcos y balsas para unirlos, y los hicieron crecer a base de recolectar los restos flotantes que las olas llevaban hasta ellos. La sociedad sobrevivió así y la vida en los atolones pasó a ser lo normal. 

El recuerdo de lo que hubo antes se fue perdiendo, hasta convertirse en algo mítico, una especie de leyenda en la que solo unos pocos creen. Para la mayoría, el mundo siempre fue un mar infinito, sin fondo ni tierra firme, porque están tan adaptados a su modo de vida, el único que han conocido jamás, que les resulta imposible imaginar otro. Para ellos, el mundo tuvo su origen en El Diluvio, la época en la que se produjo esa inundación masiva que anegó el mundo, pero que en cambio casi todos consideran el inicio de la creación. 

Hay también nómadas, individuos solitarios que pasan toda su vida navegando en pequeñas embarcaciones, viviendo de lo que pescan, y solo muy raramente visitan los atolones. Y están los smokers, los piratas de este mundo. Smoker significa fumador, pero se aplica también a cualquier cosa que produzca humo. Los smokers tienen su base en uno de los barcos que milagrosamente quedaron a flote, un petrolero. La maquinaria hace mucho que quedó inutilizada, por lo que no es muy diferente a un atolón más, pero sus tanques de petróleo son algo a lo que los smokers han sabido sacar partido. 

Mientras que la gente de los atolones y los nómadas emplean embarcaciones a vela, los smokers cuentan con vehículos a motor, hechos a base de chatarra y canibalización de piezas de otros vehículos más antiguos. El petrolero transportaba además un importante contrabando de armas de fuego, por lo que los smokers también cuentan con pistolas y ametralladoras, contra las lanzas y ballestas de los habitantes de los atolones.

La historia gira en torno a un nómada sin nombre, al que el texto se refiere simplemente como “el Marinero”. La novela es, se supone, la larga narración que hace una anciana a un grupo de niños para dejar constancia de unos hechos que ella vivió, y nos presenta a el Marinero como un ser mítico, sobrenatural. Alguien que “no tenía miedo a nada ni a nadie, y podía oír a 150 km de distancia bajo el agua. Podía ocultarse a la sombra del sol de mediodía. Podía estar de pie a tu espalda sin que te enteraras hasta el momento de matarte, y no tenía nombre porque así la Muerte no podía encontrarle”.      

El Marinero, en su deambular hacia el cambiante horizonte, llega hasta un atolón. Es uno de los más grandes, no solo una plataforma flotante con unas cuantas chabolas, sino que está rodeado de una muralla de planchas de metal. Se le permite entrar solo cuando muestra lo que trae para negociar: un tarro de tierra. 

La tierra es lo más valioso que existe en este mundo. Nadie sabe de donde proviene, pero a veces aparecen grumos a flote, movidos por la corriente, como si se desprendieran de algún lugar. La tierra es el único material en el que es posible cultivar, y cada atolón atesora toda la que consigue. Este en particular cuenta con una zona central en la que se vierte toda la tierra que traen los nómadas o viajeros, junto con los excrementos de los habitantes, los cadáveres de los que mueren entre sus muros, y los restos del pescado que es la base de su alimentación. Estas pozas de reciclaje son la única posibilidad de tener pequeños huertos y árboles frutales en este mundo. Pero la tierra es valiosa por algo más: porque de algún lugar debe salir. La tierra representa la esperanza de que todavía quede algún territorio sobre las olas, para aquellos que creen en eso. Un lugar sumido en las leyendas al que llaman la Tierra Seca.

El Marinero entra en el atolón para comerciar con su valioso tarro de tierra y allí conoce a Helen, una de las vendedoras locales. Helen está al cargo de una niña llamada Enola que no es su hija natural. Como el mítico Moisés, Enola fue encontrada en una cesta que flotaba a la deriva, arrastrada por las corrientes. Es una niña enigmática por varias razones. Una de ella son sus rasgos, diferentes a los de otros pueblos conocidos por las gentes del atolón. Tiene también un tatuaje en la espalda que parece ser algún tipo de mapa. Y se pasa el día haciendo dibujos extraños, de animales con cuatro patas que nadie ha visto jamás. Y en la cesta en la que fue encontrada, a modo de lecho, había varios kilos de tierra.  

Cuando el Marinero ha terminado sus negocios y se dispone a marcharse, alguien descubre que no es un humano puro, sino un mutante. La humanidad sigue evolucionando, adaptándose a su entorno, y el Marinero resulta tener agallas en el cuello, que mantenía ocultas bajo la melena. En realidad, el Marinero es un humano anfibio, capaz de respirar bajo el agua. Es capturado, declarado una aberración y condenado a muerte. 

Es un fortuito ataque de smokers al atolón lo que le permite escapar de su destino. Una flota de barcazas, esquifes, lanchas y motos acuáticas rodea el atolón y lo acribilla a tiros. Las balas de ametralladora de los smokers atraviesan las planchas de metal de las murallas y a los defensores de estas, derriban las puertas, y los smokers entran al saqueo. Viendo que el atolón está perdido, aprovechando el caos reinante, Helen corre hasta la jaula donde han encerrado al Marinero y hace un trato con él. La cantidad de tierra que ha traído al atolón es tal, que solo alguien que sepa de donde obtenerla podría tener tanta, y por tanto él sabe llegar a Tierra Seca. Helen se ofrece a liberarle a cambio que los lleve a ella y Enola hasta el origen de la tierra, y el Marinero acepta. 

Los tres consiguen llegar hasta su embarcación, un trimarán, y escapan del atolón condenado abriéndose paso entre los smokers. El problema, es que los smokers no estaban allí solo por saquear el lugar. Habían ido buscando a Enola. Los viajeros y nómadas de paso por el atolón que la vieron y oyeron lo que se contaba sobre su origen, esparcieron luego rumores sobre ella allí por donde fueron. Esto rumores han llegado hasta los smokers, que han estado atando cabos y creen que el intricado tatuaje que la niña lleva a la espalda es un mapa que indica la forma de llegar hasta Tierra Seca. Puesto que la niña no aparece entre los prisioneros ni los muertos del atolón, deducen que iba en el trimarán, la única embarcación que logró escapar, y se lanzan en su búsqueda. 

Mientras tanto, el Marinero, acostumbrado a la soledad, está teniendo dificultades para convivir con Helen y Enola en su camino hacia Tierra Seca. La condenada chiquilla lo saca de quicio porque llena su trimarán de dibujos de explosiones y escenas de la reciente batalla que ha presenciado. Enola simplemente dibuja lo que ve, o lo que ha visto, y el que también dibuje animales y arboles desconocidos debe significar algo.  

Tras lidiar durante varios días con Helen, Enola, los smokers y otros quebraderos de cabeza, el Marinero lleva finalmente a Helen a Tierra Seca. Emplea para ello una vejiga transparente hinchable, una especie de “bola de hámster” submarina, lastrada para que se hunda pero llena de aire para llevar a Helen con él al fondo del mar. En su descenso, a la luz de unas bengalas de fósforo, Helen ve una ciudad mil veces más grande que cualquier atolón. Edificios gigantescos cubiertos de algas, con las ventanas rotas que se abren a habitaciones llenas de esqueletos humanos. Calles donde hileras de vehículos oxidados yacen atascados en el légamo. Toda una civilización oculta, ahogada. Allí, el Marinero le muestra el origen de la tierra que él intercambia en los atolones. La toma directamente a puñados del fondo marino y la deja secar al sol. Helen comprende entonces que El Diluvio no creó el mundo, sino que lo destruyó, y que los atolones y sus habitantes no son más que los tristes despojos de lo que quedó a flote. A Helen, que siempre creyó en la leyenda de la Tierra Seca, se le parte el corazón al descubrir esto. 

Cuando salen a la superficie, le espera otro duro golpe. Los smokers los han localizado y tienen a Enola. El Marinero solo puede salvar a una de las dos, y elige a Helen, abandonando a Enola en manos de los smokers. Sabe que es a Enola a quien buscan los smokers, y por tanto no la matarán. Ambos terminan en otro pequeño atolón formado por los escasos supervivientes del primero. Apenas son cuatro o cinco embarcaciones de pesca amarradas unas a otras, pero vuelve a ser el inicio de algo. El Marinero deja allí a Helen y va en busca de Enola a la propia guarida de los smokers, porque aunque es incapaz de admitirlo o dejarlo entrever, ha terminado por cogerle cariño a la chiquilla.

Sin piedad ninguna (pues los smokers tienen también a sus mujeres e hijos viviendo con ellos en el petrolero) el Marinero lanza una bengala por el respiradero del tanque de crudo. Todo el petróleo que quedaba en el barco se incendia, convirtiendo el lugar en un infierno de llamas y explosiones, entre las cuales el Marinero deambula degollando a todo con el que se cruza, abriéndose paso hasta la niña. Tras rescatarla, hundir el petrolero y acabar de paso con casi todos los smokers, el Marinero conduce a los supervivientes del atolón a Tierra Seca. En realidad siempre ha sabido donde estaba, pero no quería acercarse. Ha pasado toda su vida a bordo de una embarcación, y la idea de un suelo que no se mueve, que no se mece al compás de las olas, le parece antinatural. 

Tierra Seca es una gran isla cubierta de vegetación, con algunos manantiales de agua dulce y caballos y otros animales. Allí encuentran una cabaña alzada por los que debieron ser los padres de Enola, los primeros en encontrar el lugar. Lo que queda de ellos son dos esqueletos. Algo los estaba matando, quizá una enfermedad, y con sus ultimas fuerzas entregaron a Enola a las olas; una remota posibilidad de sobrevivir, de ser encontrada por alguien que la cuidara, puesto que ellos ya no podían hacerlo. Y después de eso, se tumbaron uno junto al otro a morir. 

Los supervivientes del atolón se establecen en esa isla, que resulta ser la cumbre del Everest. El Marinero no. La sensación del suelo firme le repele, y huye de vuelta al mar. Antes de que se marche, Helen le hace un regalo. Le da un nombre. Un nombre extraído también de una antigua leyenda, que quizá, como la leyenda de la Tierra Seca, esté basada en una realidad. Le otorga el nombre de Ulises, puesto que es el de un hombre que, aunque pasó diez años perdido en el mar, finalmente logró volver a su hogar, donde aún se le esperaba. Este nombre lleva implícita una promesa; la de que ella le esperará por si en algún momento él decide volver a tierra. 

Al final, se nos revela que la anciana que contaba la historia es la propia Enola. Nos deja con la incógnita de si Ulises regresó a la isla alguna vez, con lo que queda a la imaginación de cada uno darle un verdadero final a la historia.

Realmente no hay muchas diferencias con la película. Cuando se trata de una película basada en un libro sí suelen cambiarse muchas cosas, generalmente por la necesidad de acortar y simplificar la trama. Cuando es una película la que se versiona en forma de libro ocurre el caso contrario: hay que extender un poco la historia. Esto generalmente se hace adaptando también las partes del guion que se desecharon a la hora de filmar la película. 

En este caso, nos dan información adicional sobre la vida en el atolón y, sobre todo, en el barco de los smokers. A pesar de ser una sociedad de asesinos y saqueadores, y los malos de la historia, los smokers tienen un atractivo innegable. Habitan un viejo petrolero, y generaciones enteras respirando los gases tóxicos que emanan de los depósitos medio reventados del crudo han convertido a la mayoría en una masa idiotizada que, sin embargo, son los que han preservado los conocimientos de la mecánica y los motores de combustión. Son una panda de violentos analfabetos, pero se enseñan unos a otros a fabricar o reparar motores, armas de fuego y motosierras, han encontrado la forma de refinar ellos mismos el crudo para convertirlo en gasolina, y hasta han logrado hacer funcionar un hidroavión de chatarra. Es una situación que recuerda a los morloks de La máquina del tiempo: son precisamente los más brutales, los más (en apariencia) primitivos, quienes preservan los conocimientos necesarios para usar y mantener las máquinas en una civilización donde estos conocimientos ya se han perdido.    

Puedes ver el siguiente libro de nuestro Reto Literario de este año pulsando aquí.

Waterworld. 1995. Max Allan Collins. Publicado en 1995 por Editorial Planeta.

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