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lunes, 5 de junio de 2023

EL CONTINENTE PERDIDO

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                                      ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                                                                                       

 Presentado por... Pecky.

¡Saludos, amigos cinéfagos!

Esta es una película que me gusta mucho y al mismo tiempo me aburre terriblemente. Podría parecer que son situaciones incompatibles, pero si tenemos en cuenta que los máximos promotores del trafico de esclavos africanos eran los propios africanos, que en la Segunda Guerra Mundial hubo judíos luchando voluntariamente en el bando de los nazis, o que un gobierno que afirma ser "el más feminista de la historia" está poniendo en libertad a tantos violadores de mujeres como puede, eso de que una película te guste mucho y a la vez te aburra mucho ya no suena tan raro.  

Estamos a bordo del Corita, un destartalado y oxidado buque mixto de carga y pasaje que está ya para que lo desguacen. Una densa y malsana niebla anaranjada lo envuelve todo. Alguien reza en la cubierta, en lo que parece un funeral marino. La imagen nos da una panorámica en la que vemos una desconcertante mescolanza de gente que parecen sacados de diferentes épocas: marineros y civiles con ropas actuales (la actualidad de 1968) portando fusiles, otros que prácticamente van cubiertos de harapos, soldados con corazas y cascos de conquistadores españoles, sacerdotes vestidos con túnicas inquisitoriales... Todos parecen compartir por igual la solemnidad del momento. La imagen se corta y pasamos al verdadero inicio de la película, unos cinco días atrás.

El Corita está zarpando de Caracas (Venezuela). A bordo viaja un variopinto grupo de individuos que tienen prisa por abandonar el puerto y han pagado por una plaza a bordo del Corita lo mismo que les costaría un camarote en un barco de lujo. Es el clásico “barco de los malditos” en el que todos tienen un pasado trágico o algo que ocultar. Entre ellos hay una mujer que ha robado una gran cantidad de dinero a su amante (un dictador derrocado o algo así), un sicario enviado a recuperar ese dinero, un cirujano que ha sido expulsado por mala praxis, su casquivana hija que no cesa de cabrearlo todo lo que puede, un pianista fracasado y alcohólico… pues eso, un “barco de los malditos” típico. 

A esto tenemos que añadir que el capitán está transportando un cargamento ilegal de fósforo blanco; nada menos que diez toneladas de un producto químico que estalla en virulentas llamas si se humedece. El segundo de a bordo, en cambio, es un joven idealista que trata de llevar a rajatabla todo el reglamento y las normas de seguridad que su capitán se salta. Para rematar la cosa hay pronóstico de fuertes tormentas en su ruta, que el Corita no está en condiciones de resistir, mucho menos con la carga de explosivos hidroreactivos que lleva. Los marineros no están nada contentos con la situación y la idea de un motín está en el aire. 

Tras un viaje en el que debido a la tormenta, el mal estado del barco y la tensión reinante entre los pasajeros se suceden los accidentes (alguno que otro mortal) el barco entra en un banco de niebla y queda atascado en una extraña formación de gruesas algas que bloquean las hélices y se fijan al casco. Entre la niebla, como si se tratara de esqueletos de grandes animales, se divisan los restos de muchos buques, tanto antiguos veleros de madera como modernos barcos metálicos. Y al fondo, lo que parece tierra firme, en un lugar en el que según las cartas náuticas no debería haber más que mar abierto. 

De entre la niebla aparece una mujer, con unas ropas que podrían pertenecer perfectamente a una campesina o tabernera medieval, tal como nos las imaginamos ahora, al menos. Va equipada con una serie de extraños pertrechos: un arnés con grandes globos de helio amarrados, y plataformas en los pies que recuerdan a las raquetas de nieve. Estos elementos le permiten andar sobre las algas que cubren el mar sin hundirse en ellas, porque las algas son una variedad marina de plantas carnívoras, capaces de devorar en segundos a los humanos si caen en ellas. 

La mujer llega hasta el barco pidiendo ayuda. Tras ella aparece un grupo de hombres igualmente equipados, portando sables, hachas y antiguos mosquetes de chispa. Algunos visten como harapientos mendigos y otros como conquistadores españoles del siglo XVI. Estos hombres tratan de abordar el barco, pero son rechazados por los marineros y pasajeros gracias a que el capitán llevaba consigo unos cuantos fusiles y pistolas, por si acaso. 

La muchacha queda a salvo a bordo del Corita, pero es muy parca en sus explicaciones. Algunos días después, trata de regresar al barco del que partió, un gran galeón español que es el único en el que se ven luces encendidas y parece haber actividad. Unos hombres que salen en su busca (empleando los arneses y raquetas de los asaltantes que mataron en el encuentro anterior) son atacados por un par de bestias marinas: un enorme centollo prehistórico y un descomunal escorpión mutante. Ambos están cubiertos por duros caparazones, motivo por el cual pueden vivir entre las algas carnívoras sin ser devorados por estas. Los hombres se salvan por la intervención de más de esos extraños soldados españoles salidos de otra época, que se los llevan prisioneros al galeón. 

Allí se nos explica al fin de que va todo el asunto. Están en el mítico Mar de los Sargazos, el cementerio de los barcos. El galeón perteneció a la flota de Hernán Cortés, que pasó por esas aguas en el año 1504. Quedó atrapado en las densas algas, y desde entonces han vivido allí, capturando como esclavos a las tripulaciones de todos los buques que fueron llegando posteriormente, perpetuándose con ellos, robando las provisiones y cargamento de los barcos varados, convertidos en simples piratas. Los globos que emplean para restar peso a sus cuerpos y andar sobre las algas, por ejemplo, debieron ser parte del cargamento de un buque de investigación de una época posterior a la suya, porque vemos que llevan códigos de números impresos. 

Es una sociedad que vive aterrada, atascados en un mar de algas carnívoras habitadas por monstruos blindados, continuamente bajo la amenaza del hambre y la superpoblación. Para contener ambas cosas, se guían por unas leyes basadas en una religión totalitaria y extremista, en la que se condena a muerte a todo el que fracase en su cometido. 

El actual “rey” de este diminuto país es un niño con delirios de grandeza y el cerebro lavado que actúa como títere y portavoz del Gran Inquisidor, el verdadero gobernante.

Un partida de rescate del Corita llega en busca de sus hombres secuestrados, armados hasta los dientes y portando un as en la manga: unos cuantos barriles de fosforo blanco. El capitán del Corita hace una oferta a los habitantes del galeón; todo aquel que quiera hacerlo podrá acompañarlos cuando abandonen el Mar de los Sargazos. Para horror y sorpresa del Gran Inquisidor, una pequeña avalancha de hombres y mujeres corren hacia la promesa de libertad que les ofrecen los recién llegados. Incluso algunos de los soldados y sacerdotes lo hacen. El propio niño-rey, que quizá siempre fue consciente que la vida ahí no tenía ningún futuro, ruega a los desconocidos que le permitan ir con ellos. Viendo que su poder se desmorona, el Gran Inquisidor lanza un cuchillo al niño-rey, acertándole en la espalda y dejándolo malherido. 

Los marineros y pasajeros del Corita rechazan a tiros a sus perseguidores y provocan incendios incontrolables en el viejo y húmedo galeón con el fósforo blanco. El galeón se consume en llamas rápidamente, acabando en unos instantes con la pequeña y extraña sociedad que había logrado sobrevivir en ese entorno totalmente hostil durante más de cuatro siglos. Entonces observan que las llamas del fósforo blanco también consumen completamente los sargazos que aprisionaban el galeón.  

De regreso a su propio barco, utilizan el fósforo para abrasar los sargazos que lo envuelven, y abandonan el lugar llevándose con ellos a los que se han atrevido a acompañarlos, y que tendrán que adaptarse a vivir en un mundo completamente distinto. La escena del entierro marino que vimos al principio cobra sentido ahora. El cadáver que el extraño grupo estaba entregando al mar era del del niño-rey, que muere de camino al Corita

Toda esta trama me parece genial, la ambientación que se logra es magnífica, incluso el tema musical de la película (una melancólica canción acompañada de música suave) me gusta mucho. ¿Por qué dije antes que me aburría? Pues porque todo lo bueno está concentrado en los últimos cuarenta minutos. Durante los cincuenta primeros la acción se limita al barco navegando, teniendo accidentes, y a los pasajeros resolviendo sus miserias: que si hay una tormenta, que si los marineros se nos amotinan, que si estos dos se pelean, que si se nos va a mojar el fósforo, que si el borracho se nos enfada, ahora la mitad de los tripulantes se largan en un bote, luego terminan volviendo al mismo barco del que salieron… 

Y no es que esté mal hecho, ni mucho menos. Nos sirve para conocer a los personajes, se logra una cierta tensión y todo, pero más de la mitad de la película está dedicado a eso. Se produce lo que me gusta llamar (referencia para los fans de Los Simpson) el efecto “¿Pero cuando van a llegar a la fábrica de fuegos artificiales?”. Quiero decir, que si nos han contado de que trata, o hemos leído la sinopsis, o visto un tráiler, desde que empieza la película estamos esperando a que lleguen al anunciado Continente Perdido. Y esperamos, esperamos, esperamos, esperamos… y terminamos exclamando ¿¡Pero cuando van a llegar al Continente Perdido de los 🤬🤬🤬🤬!? 

Pues como digo, todo lo relacionado con las algas carnívoras, los barcos atrapados, los crustáceos monstruosos, los marineros de otros tiempos… todo eso se concentra en los últimos cuarenta minutos. Pero no es que tengamos cuarenta minutos dedicados a eso, porque casi la mitad siguen siendo escenas intercaladas de los pasajeros lidiando con sus traumas y miserias, con lo que el tiempo de metraje realmente dedicado a todo lo relacionado con el Continente Perdido, son solo unos veinticinco minutos. Y en mi humilde opinión, debería haber sido al revés; veinticinco minutos de viaje, prolegómenos y miserias de trasfondo, y otros sesentaicinco de algas carnívoras, moluscos mutantes y españoles desubicados. 

Al final, el tiempo dedicado a eso es tan escaso que nos deja con muchos cabos sueltos. Nos quedamos con ganas de saber más sobre como se llegó a esa situación, de donde sacan el alimento entre el saqueo de un barco y el siguiente, con que gas llenan los globos, etc. Hay una referencia a unos cultivos ¿pero donde están? ¿En las cubiertas de los barcos varados? ¿En la tierra firme del Continente Perdido, que nadie llega a pisar? ¿Es habitable? ¿Hay alguien viviendo y cultivando allí, o también está lleno de crustáceos mutantes? Los sargazos reales salen a flote porque han evolucionado para crear bolsas de gas que los sacan a la superficie, en busca de la luz del sol ¿Obtienen estos piratas estancados el gas para hinchar sus globos de las bolsas de flotación de los sargazos o algo así? Son muchos los interrogantes que podrían haber dedicado algo más de tiempo a resolver. 

La película está basada en la novela Uncharted Seas (Mares no cartografiados, o quizá Mares inexplorados) escrita por Dennis Wheatley en 1938. Trataré de conseguirla para ver si se nos amplia algo la escasa información que nos dan aquí.

Otra película de piratas pulsando aquí.

The Lost Continent. 1968. Michael Carreras (guion y dirección). Eric Porter, Victor Maddern (actores principales) Hildegard Knef, Dana Gillespi (actrices principales). Hammer Films & Seven Arts Productions. Editado en DVD por Manga Films. 

2 comentarios:

  1. Me flipa la historia tal y como la has contado, la buscaré. Si llegan al continente o no, a lo mejor no es tan importante. Esas películas de personajes encerrados en un sitio tienen siempre su aquel.

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    1. La verdad es que la primera vez que la vi me gusto toda en general, pero las siguientes veces, la parte no relacionada directamente con el Mar de los Sargazos se me ha alargado mucho. Sabiendo que hay monstruos y mundos perdidos al final, las riñas y quejas de los personajes entre ellos saben a muy poco. No es una mala película para nada, pero deberían haber equilibrado mas esas dos facetas.

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