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domingo, 4 de junio de 2023

LA HORDA AMARILLA

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, luchadores del espacio.

Esta es la cuarta parte de La Saga de los Aznar, que estamos reseñando en orden a razón de un título al mes. ¡Ya solo nos quedan cincuenta y cinco más para terminar!😅

Comienza con los protagonistas del libro anterior a bordo del Rayo, el primer autoplaneta: una base espacial esférica autopropulsada de cuatrocientos metros de diámetro, erizada de armas, con capacidad para quince mil ocupantes y con un complemento de cincuenta destructores y doscientas naves de combate individuales alojados en sus hangares internos. A pesar de su tamaño, junto con el pequeño grupo de humanos solo viajan sesenta y tres soldados y técnicos saissai, y quinientos robots de combate. El resto de los saissai han decidido permanecer en el planeta errante donde los humanos se encontraron con ellos. 

El Rayo se aproxima a la Tierra, y aunque están al mando de la mayor y más poderosa máquina de guerra conocida, Miguel Ángel y sus amigos lo hacen con tanto miedo como emoción, porque no saben lo que van a encontrar. En Ragol, el planeta errante que los saissai convirtieron en su segunda patria, hibernaron aguardando pacientemente la construcción del Rayo, compuesto principalmente por dedona. Este es un metal ultradenso muy difícil de fundir y trabajar, cuarenta mil veces más duro y pesado que el acero, y por ello mismo casi indestructible una vez listo. La fabricación de la práctica totalidad del Rayo con dedona, más el tiempo de extracción y refinado de esta y la puesta a punto de la compleja tecnología que le permite funcionar, es un proceso que ha llevado cerca de mil años. Pero debido a la relatividad del tiempo, que transcurre a diferentes velocidades en los distintos planetas, calculan que en la Tierra solo deben haber pasado dos siglos desde que partieron. 

Cuando llegan a la Tierra y se detienen en su órbita, el gobierno norteamericano se pone en contacto con ellos y les envía a una representante, la coronel Peattie. Esta les pone al corriente de lo que se han perdido. Básicamente, han calculado mal y durante su ausencia en la Tierra no han transcurrido dos siglos, sino más de cuatro. Durante ese tiempo, la humanidad cayó en una locura identitaria que hizo que cada etnia se enfrentara con todas las demás, llevadas por una nueva ola de racismo generalizado. Los asiáticos, liderados por China y bajo el nombre de Imperio Asiático, se expandieron por Europa aplastando Rusia, hasta terminar siendo dueños de más de la mitad del mundo. Los africanos están voluntaria y oscamente recluidos tras las alambradas de la Unión Africana, sin querer saber nada de nadie y culpando a los demás de todos sus males. España y todos los países iberoamericanos se unieron formando la Federación Ibérica. El resto pertenece a los antiguos Estados Unidos. Estos y la Federación Ibérica mantienen una tenue alianza basada en la necesidad de sobrevivir contra el Imperio Asiático. Todo ello ha costado a la humanidad cuatro guerras atómicas, y hay otra más en ciernes porque el Imperio Asiático pretende apoderarse por cualquier medio de la mitad del planeta que le falta. El Imperio Asiático está al mando de Tarjas Kan, un tirano demente que afirma ser descendiente de Gengis Kan y estar destinado a dominar el mundo.  

Además, los terrestres han viajado hasta Venus, conociendo a los thorbod y los saissai. Estos últimos, confundiendo a los terrestres con los refuerzos prometidos por Miguel Ángel en el segundo libro, se hermanaron con los humanos casi instantáneamente. Terrestres y saissai expulsaron a los thorbod de Venus, y estos se hicieron fuertes en Marte, donde se han quedado agarrados como garrapatas. Mientras Miguel Ángel y los suyos hacen una visita guiada y escoltada a Nueva York, la ciudad sufre un ataque de miles de pequeños bombarderos no tripulados, enviados por Tarjas Kan. 

Hoy en día los drones de combate empiezan a ser algo relativamente común, pero recordemos una vez más que esto se escribió en 1953, cuando la palabra dron ni tan solo existía. 

El ataque no se limita a esa ciudad, sino que abarca toda Norteamérica. El Imperio Asiático ha declarado al fin una guerra total contra, literalmente, “todo aquel que sea blanco o cristiano”. Oleadas de misiles caen sobre toda estructura no protegida. Un diluvio de bombas atómicas volatiliza cincuenta ciudades en una tarde. Una gran parte de la antigua Canadá queda cubierta por nubes de gas venenoso y lluvias corrosivas. Los bombarderos comunistas se ensañan especialmente con las presas y embalses de agua, destruyendo todas las del país a fin de provocar una sequía generalizada. A las decenas de miles de drones bombarderos siguen oleadas de misiles intercontinentales y cazas tanto tripulados como automatizados, armados con proyectores de rayos z (que son, básicamente, rayos desintegradores de metales). 

Reaccionando a este ataque a sus aliados, la Federación Ibérica declara públicamente que Tarjas Kan es el Anticristo, y lanza a su infantería y tropas de tierra (compuestas principalmente por españoles, brasileños y portugueses) a una cruzada de reconquista por Europa, que ya es comunista de Pirineos para arriba. Es una batalla a escala mundial de proporciones delirantes… en más de un sentido. 

Miguel Ángel decide tomar parte en el conflicto y se reúne con los suyos. No está dispuesto a involucrarse en una larga guerra de desgaste, y propone dos vías de acción. La primera, es abandonar a los enloquecidos terrícolas a la autodestrucción, llevándose en el Rayo (por la fuerza si es preciso) a entre diez mil y quince mil niños y niñas para crear una nueva sociedad humana en otro mundo. La otra es llevar directamente todo el poder del Rayo a Jakutsk, en Siberia, donde Tarjas Kan se oculta en una gigantesca ciudad subterránea, y aniquilarlo a él y toda su plana mayor a como dé lugar. 

Tras un breve debate se opta como primera medida por la destrucción de Kan, y si esta se revela demasiado problemática, recurrir a la otra opción. Le transmiten su decisión al alto mando norteamericano, y este se muestra reacio a ayudarles, porque no quieren enviar a parte de sus tropas con ellos. Miguel Ángel lleva entonces al Rayo a gravitar sobre España y hace la misma propuesta a la Federación Ibérica, que acepta poner a su servicio las tropas que necesite. Escoltado por una flotilla de cazas atmosféricos, además de su propio complemento de cruceros y cazas espaciales, el Rayo sobrevuela toda Europa aniquilando a las fuerzas enemigas con las que se cruza. Finalmente llega a su objetivo, y sin pensárselo dos veces, convierte Jakutsk y toda su población en un inmenso cráter.

Tras poco más de un mes de derrotas continuas en todos sus frentes, retiradas y luchas internas por los despojos del poder, el Imperio Asiático solicita humildemente la paz. 

La verdad es que no me esperaba esto. El personaje de Miguel Ángel es un héroe muy atípico en este sentido, que no duda en liberar armas atómicas contra las poblaciones civiles de sus enemigos con tal de acabar con los lideres que los dirigen. Es el protagonista, el bueno de la historia, y todo lo que hace persigue un mejor destino para la humanidad. Pero no es el clásico héroe mojigato que perdona al enemigo derrotado por muy horribles que hayan sido sus acciones. Es un héroe implacable y hasta despiadado, muy cercano (por sus métodos, que no por sus intenciones) a lo que podríamos considerar un villano. Si ese mejor futuro posible que persigue implica raptar a miles de niños, permitir que los terrestres se aniquilen entre ellos o desintegrar ciudades enteras junto con los millones de personas inocentes que las habitan, no duda ni un segundo en hacerlo. Y si es capaz de tratar así a otros humanos (y no porque los odie, sino por el bien de la especie) tengo curiosidad por ver como trata a los perversos thorbod en los siguientes libros. 

¡Próximamente en sus kioscos, Policía Sideral!

La Horda Amarilla. 1974 (reescritura del texto original de 1953). George H. White [Pascual Eguídanos]. La saga de los Aznar nº 4. Editorial Valenciana S. A. 

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