EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por... Pecky.
¡Saludos, amigos cinéfagos!
¿Qué tal va el verano este año? ¿Muchos tiburones, pulpos y pirañas en las playas? ¿No? Bueno, vamos a añadir algunos más, que no se diga. Probemos con unos cuantos tiburones mako, a los que quizá conozcáis más como marrajos.
Mako, jaws of the death (Mako, las mandíbulas de la muerte, por su traducción literal) es la película más conocida de la etapa de “animales asesinos” de su director, William Grefé. Tiene algo que la distingue del resto de películas de tiburones. ¡En esta, los tiburones son las víctimas de los humanos, y no al revés! En ese aspecto, es mucho más realista que las otras. El promedio anual de humanos víctimas de tiburones es de unos ochenta. En ese mismo plazo de tiempo se pesca para consumo o por diversión a más de cien millones de escualos.
El protagonista es Sonny Stein, un buceador profesional con un vínculo especial con los tiburones. En una ocasión en la que se encontraba en Filipinas, recuperando materiales de un barco hundido, su grupo fue atacado por bandidos que mataron al resto. Él se lanzó a un manglar (lago o pantano de agua salada) infestado de tiburones para huir de dos de los bandidos que le perseguían. Sorprendentemente los tiburones respetaron a Stein a la vez que despedazaron a los bandidos. Un chaman local vio lo ocurrido y entregó a Stein un amuleto mágico que desde entonces le ha permitido hacerse entender por todos los tiburones, los cuales además tienen tendencia a obedecerle.
En la actualidad Stein vive en la costa de Florida y tiene su propio santuario de tiburones. Vigila que los turistas no los pesquen por diversión e incluso asesina de vez en cuando a algunos de ellos si ponen en peligro a los escualos. Stein tiene a su cargo a varios tiburones que viven en las inmediaciones del pequeño islote en el que se ha instalado. Entre sus tiburones está Matilde, una mako embarazada a la que le quedan un par de semanas para tener sus crías.
Un grupo de científicos locales lleva mucho tiempo insistiéndole a Stein para que les ceda por una temporada a Matilde y poder observar el parto en un entorno controlado. Aunque Stein es muy reticente a dejar a Matilde en manos de desconocidos, estos le convencen que los estudios que están realizando hará que gente conozca mejor a los tiburones y se les respete más.
Stein está secretamente enamorado de Karen, una bailarina acuática que lo engatusa para que le venda uno de sus tiburones y así añadirlo a su espectáculo. Hace creer a Stein que el contrato que firma es una mera formalidad y podrá recuperar a su tiburón cuando lo desee. Pero llegado el momento, Karen se niega a devolvérselo, escudándose en el papel que el ingenuo Stein ha firmado.
Simultáneamente, unos pescadores furtivos han estado haciendo una matanza de tiburones usando arpones y balas explosivas para que los turistas se hagan fotos como si los hubieran pescado ellos. Además, Stein descubre que los científicos a los que prestó a Matilde, supuestamente para hacer un seguimiento exhaustivo del parto, la han abierto en canal matándola a ella y a todas las crías para recopilar datos.
Esto último enloquece a Stein, que desata una sangrienta venganza sobre aquellos implicados en el sufrimiento de cualquiera de sus tiburones. A algunos los mata personalmente. A otros los deja a merced del resto de tiburones para que los devoren. Al jefe del grupo de científicos lo lanza a un tanque con tiburones de su propio acuario, a la vista de testigos, por lo que la policía empieza a perseguirle.
Malherido por los disparos de uno de los policías, Stein se refugia en su isla y toma la decisión de abandonar este ingrato mundo. Siente que ha decepcionado a sus amigos los tiburones y a la vez ha sido derrotado por los traidores humanos. Valiéndose del amuleto mágico, Stein le habla a Sammy (el macho de Matilde) y le ordena continuar con su venganza. “Debes matar a tanta gente como puedas. Tienes que aterrorizarlos. Debes provocar el pánico hasta que nadie se atreva a meterse en el agua”.
A continuación él mismo salta al mar y es devorado por sus propios tiburones. En una última imagen vemos su amuleto tirado en el suelo con la cadenita rota, pero se nos deja con la duda de si lo ha perdido accidentalmente justo antes de saltar al agua, o si él mismo se lo ha arrancado para que sus tiburones no lo reconocieran y acabaran con él, huyendo así de la justicia de los humanos.
Este final es interesante porque, si quisiéramos reunir en un mismo universo todas las películas de tiburones normales que atacan gente, esta podríamos situarla la primera haciendo algo de vista gorda con las fechas (es un año posterior a Tiburón). La orden final de Stein a Sammy, transmitida de tiburón a tiburón, sería una forma tan buena como cualquier otra de explicar el porqué de todas estas historias en las que los tiburones de pronto empiezan a atacar bañistas en plena costa, barcos, e incluso instalaciones flotantes o submarinas.
Mako, the jaws of death. 1976. Robert W. Morgan (guion) William Grefé (dirección). Richard Jaeckel, Buffy Dee (actores principales) Jennifer Bishop (actriz principal). Mako Asociates & Universal Majestic Inc. Editado en DVD en 2005 por Manga Films.
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