LA COLECCIÓN DE FIERAS
¡Hola, raros!
Este es otro de esos casos en que las colecciones de cromos (o en este caso, de figuras) de monstruos incluían en sus filas a alguien sin ninguna característica mítica o sobrenatural, al que a pesar de ello se calificaba (por su comportamiento o aspecto) como un monstruo.
Aunque no se le da un nombre, este personaje de la colección Super Monstruos es claramente el campanero Quasimodo, de la novela Nuestra Señora de París (1831), de Víctor Hugo.
La novela es (muy básicamente) un retorcido triángulo (o más bien pentágono) amoroso entre un hombre deforme y sordo, un poeta sin blanca, un distinguido caballero, un estricto y pervertido clérigo, y una bailarina callejera de dieciséis años, que siendo aún una bebé fue robada a su madre por unos gitanos. Esta joven, Agnes (apodada Esmeralda) fue criada por sus raptores, los cuales le hicieron creer que era su hija.
La verdadera importancia que tuvo esta novela (dejando aparte la elegancia de su prosa, lo detallado de sus descripciones urbanas y las trabajadas personalidades de los protagonistas) es que es la primera que se sepa en la que tomaban parte todos los estratos sociales de la época, desde nobles a mendigos, y se les retrataba de un modo realista.
En los cuentos populares, la imagen de los protagonistas pobres era habitual. Pero a estos pobres generalmente se los presentaba como una sola familia de humildes campesinos que debían trabajar duro, no podían permitirse grandes lujos, y aun así a ratos encontraban el modo de ser felices con lo que tenían. Víctor Hugo los presentó como verdaderos mendigos callejeros, una ingente masa de individuos miserables, harapientos y perpetuamente hambrientos que no disponían ni de un techo en el que cobijarse, ni muchísimo menos una granja en la que trabajar.
Los personajes feos o deformes como protagonistas tampoco eran una novedad, ahí están cuentos clásicos como La bella y la bestia, El príncipe rana, y otros similares en los que el protagonista es total o parcialmente un animal o monstruo. Pero siempre lo eran debido a una maldición que al final de la historia desaparecía, revelando que el protagonista en realidad estaba dotado de una belleza extraordinaria.
En Nuestra Señora de París (o El Jorobado de Notre Dame, como se la conoce más comúnmente) los pobres no eran granjeros humildes sino mendigos sucios y famélicos, las más de las veces ladrones cuando no asesinos. Y el personaje feo (y feo hasta el extremo de la deformidad) lo seguía siendo al final de la trama, y lo sería por el resto de su atormentada vida. Era una vuelta de tuerca a la imagen plácida y benevolente que se había dado hasta ese momento de la pobreza y la extrema fealdad, como algo siempre temporal y no especialmente terrible. Quasimodo, en cambio, era objeto de burlas, desprecio e incluso torturas por su apariencia física, que ni había elegido ni tenía forma de remediar. Y a la vez era fácilmente engañado y manipulado debido a su pobreza, sordera y falta de formación. Únicamente Esmeralda, la bailarina callejera, llegaba a sentir lástima por él. Lástima... que no atracción, ya que en ningún momento la belleza interior de Quasimodo llegaba a pesar más que su fealdad exterior, a ojos de la joven.
Al final de la novela Esmeralda es ejecutada, y años después se encuentran los esqueletos de ésta y Quasimodo abrazados en las catacumbas de Notre Dame. Esto implica que Quasimodo debió robar su cadáver para ocultarlo cerca de él, en algún lugar que él considerase seguro, quizá con la infantil creencia de que haciendo esto la estaba protegiendo… o quizá con algún otro motivo sobre el cual no voy a especular. La novela es un absoluto dramón, que releeremos algún día de estos para comentarla en detalle. Por el momento, os dejamos con la descripción de la figura que nos daba Super Monstruos en su mini catálogo.
“Ser deforme y misterioso del que todo el mundo se ríe por su fealdad. No obstante tiene buen corazón y es capaz de dar su vida por la persona amada”.
Puedes ver otra figura de la colección pulsando aquí.
Jorobado. Super Monstruos. Yolanda. Presentado en blindbag. Sin puntos de articulación. 1992.
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