EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Bienhallados, nobles caballeros y damas.
Continuamos las aventuras de El Aguilucho con los nº 5 al 7, en los que los personajes desentrañarán los misterios de El bosque de las Brumas y se enfrentarán al terrible Noctulo, persona o criatura de la que por el momento no tienen más información que el nombre. Esta historia es una de las poquísimas concesiones que se hizo en la colección a lo fantástico.
En El Bosque de las Brumas (nº 5) únicamente intervendrán Brazos (que es quien aceptó la misión en un principio) y Marcel (que decide acompañarlo en reconocimiento de las veces que le ha salvado la vida). Una extraña luz que se ha formado ante ellos los guía hasta el Bosque de las Brumas, que se dice está embrujado. La luz los incita a seguirlos hasta el interior del bosque y una vez allí se extingue. Justo a continuación se enfrentan al primer horror del bosque ¡hormigas gigantes! Un grupo de estos seres están atacando a un anciano al que seguramente ven como un rico tasajo de cecina.
Marcel y Brazos se lanzan al galope contra las hormigas, pero estos insectos son bichos realmente duros y parece que más que salvar al anciano van a convertirse en el segundo plato. Es el anciano quien termina salvándolos a ellos, pues se dedica a encender un fuego rápidamente mientras Marcel y Brazos acaparan la atención de las hormigas.
Las llamas se extienden rápidamente quemando hormigas y matojos. Han perdido sus caballos durante el combate, por lo que tratan de seguir a pie cuando un fortísimo aleteo aviva las llamas a su alrededor. ¡Acaban de encontrar a Noctulo! Este es un murciélago gigante que se lanza sobre ellos. El anciano guía al pequeño grupo hasta una cueva donde estarán a salvo, y les pone en antecedentes.
Noctulo, al igual que las hormigas, es el resultado de experimentos llevados a cabo por un grupo de hechiceros que viven en un castillo en el corazón del bosque. El problema es que Noctulo se les ha ido de las manos, y sabiendo que el castillo está habitado, lo ataca regularmente en busca de comida. La solución temporal que se han buscado los hechiceros es raptar viajeros o gente de aldeas cercanas para dárselos vivos a Noctulo y calmar su hambre cada vez que aparece. El anciano es el padre de Gisella, una de las raptadas. En eso aparece el brujo que liberó a Brazos en el número anterior y petrifica al anciano con un conjuro. Quiere que acaben con Noctulo pero no que obtengan demasiada información sobre los brujos del bosque y sus desmanes. Como la vez anterior, el brujo desaparece al ser atacado.
Explorando la cueva, Marcel y Brazos hallan una escalera que conduce al patio del castillo de los brujos. Allí se separan para investigar y Marcel es atacado por una especie de salvajes hombres-mono, capturado y arrojado a una celda. Mientras tanto, Brazos encuentra el laboratorio de los brujos, donde estos se hallan absortos alterando animales a base de mutilaciones y pociones.
La historia continúa en Jauría de Chacales (nº 6). Brazos se enfrenta a los brujos, que cada vez parece mas claro que tienen más de científicos y charlatanes que de verdaderos usuarios de la magia. Incapaces de reducirlo, estos sueltan a varios chacales rabiosos que tenían en jaulas para experimentar, pero ni ellos pueden con la enorme fuerza de Brazos. Sin embargo un nuevo contendiente se une a la batalla. Noctulo está hambriento, y su tamaño y fuerza han crecido tanto que está derribando las torres y muros del castillo a base de chocarse con ellos.
Entretanto, Marcel despierta en una celda junto con otras personas. Son los prisioneros de los brujos. Entre ellos está Gisella. Varios brujos junto con sus hombres-mono mutados acuden a sacarlos a todos de la celda para dárselos de comer a Noctulo. Marcel se enfrenta al monstruo (que cambia de tamaño a cada viñeta, a conveniencia de la situación) pero claramente lleva las de perder hasta que Brazos logra empapar a Noctulo con la brea de un barril y le prende fuego. Es un final horrible para lo que en realidad era un pequeño e inocente murciélago hasta que los brujos experimentaron con él al estilo del doctor Moreau. A modo de postrera venganza, el monstruo en llamas se estrella contra el castillo provocando un incendio masivo.
La historia concluye en Lucha contra lo imposible (nº 7). En realidad solo un tercio del comic está dedicado a terminar con la trama iniciada en El Bosque de las Brumas. Este comic no se publicó originalmente en formato grapa (es decir, tipo revista o comic, con los pliegos sujetos por una o dos grapas centrales en lugar de cosidos o pegados). Para publicarlo en este formato tuvo que ser adaptado. Vemos esto en algunas viñetas que se notan ampliadas por uno de los lados, con un trazo diferente. También nos encontramos de vez en cuando con dos viñetas seguidas en las que ocurre exactamente lo mismo, porque originalmente una de ellas era la última viñeta de una publicación y la siguiente era la primera del número siguiente, que a modo de conexión o recordatorio nos mostraba el final del comic anterior.
Esto se hizo en muchas publicaciones de la época por la necesidad de convertir un formato apaisado en el formato grapa que se había convertido en el nuevo estándar. Debido a esto, también se da el caso de que con el cambio de formato, una trama terminaba en medio de un número y se pasaba sin transición a otra, en lugar de estar cada comic dedicado a un mismo tema. Como queremos ir comentando los comics agrupados por tramas, solo vamos a reseñar del nº7 la parte que corresponde al final de la mini saga de El Bosque de las Brumas.
Cuando Noctulo, moribundo y envuelto en llamas se estrella contra el castillo de los brujos, provoca que este se derrumbe e incendie. Los prisioneros de estos logran escapar, y podemos suponer que cada uno marcha hacia su pueblo. Los brujos y sus hombres-mono quedan aplastados por los escombros.
Entretanto, Marcel, Brazos y Gisella han descendido a la cueva que comunica con el patio del castillo, en busca del padre de esta. El anciano se ha despetrificado. Se nos explica de forma poco convincente que en realidad lo que hizo el brujo fue hipnotizarles a todos a la vez, a él para que se creyese convertido en una estatua de piedra, y a los otros dos para que creyeran que se había convertido en una estatua de piedra. Hoy en día sabemos que no es posible hipnotizar a una persona salvo si ésta desea ser hipnotizada, que no se le puede obligar a creer cosas que vayan contra la lógica, o hacerle llevar a cabo actos que esa misma persona no haría de forma voluntaria, pero en la época en la que se hizo este comic la imagen que se tenía respecto a la hipnosis era más fantasiosa.
El ahora cuarteto trata de escapar de la cueva, puesto que el derrumbe del castillo que se alza sobre la cueva parece haber bloqueado todas las salidas. Mientras tratan de abrirse paso entre los escombros, un muro se agrieta también a consecuencia del derrumbe y una poderosa corriente de agua subterránea inunda el lugar arrastrando a Marcel y separándolo de sus amigos, hasta precipitarlo al exterior, a un lago donde queda flotando, aturdido.
Y aquí lo dejamos por el momento. Lo siguiente que toca es la mini saga a la que llamaremos de El falso príncipe, que reseñaremos en breve.
¡Aparece una palabra salvaje! Como de vez en cuando me encuentro palabras desconocidas leyendo libros o comics, a partir de este año vamos a ir indicando el nuevo vocabulario que hemos aprendido tras cada lectura, cuando se dé el caso. Siempre que nos encontramos con un término nuevo conviene buscarlo para enterarnos de lo que significa exactamente, y hoy en día, con internet, ni tan solo es necesario tener un diccionario actualizado a mano. La palabra desconocida que me encontré leyendo este comic fue himenópteros, nombre con el que se refieren en una de las viñetas a las hormigas gigantes. Lo he buscado y efectivamente, himenóptero (de himen -membrana- y ptero -ala-) es un término que se emplea para designar un subtipo de insectos que incluye entre otros a las hormigas, algunas de las cuales tienen alas membranosas. ¡Palabra salvaje capturada!
El Aguilucho. 1959. Manuel Gago (guion y dibujo). Reeditado en 1981 por Editorial Valenciana S.A.
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