EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Superlópez es uno de los personajes clásicos de la llamada Escuela Bruguera. Fue creado por Jan (Juan López Fernández) en 1973 y es básicamente una parodia de Superman a la que el autor dio su mismo nombre y apellido. Comenzó como historias mudas y muy breves, en ocasiones de solo dos o tres viñetas que presentaban un gag o situación graciosa.
Originalmente estaba casado, pero esto se cambió cuando el personaje pasó a la historieta regular, para ajustarse más al famoso superhéroe en el que se inspiraba. Trabajaba en unas oficinas, tenía una medio novia llamada Luisa Lanas (en el papel de Lois Lane) y un compañero algo cafre y de pelo anaranjado llamado Jaime González (parodiando a Jimmy Olsen, el pelirrojo compañero de Clark Kent). Tenía básicamente los mismos poderes que Superman, pero a un grado menor, más chapucero; sus rayos oculares freían como un microondas más que cortar como un láser, y solo era parcialmente inmune a las balas e impactos, que aunque no le herían sí le dolían.
Este comic tiene la particularidad de estar estructurado como un librojuego. Al final de la mayoría de las páginas se nos ofrecen varias opciones para ir variando la historia cada vez que la leamos, y llegar a diversos finales. Está centrado en los petisos carambanales, unas diminutas criaturas que Jan comenzó a añadir a sus historias como un simple detalle gracioso. Al principio eran verdes y muy raros de ver, pero al pasar de un comic a otro fueron volviéndose más comunes, amarillos, e incluso desarrollaron un lenguaje propio. En este comic-juego se nos explica su origen. El título de portada es Los petisos carambanales y otras petisoperías, pero en el interior aparece como La espantosa / extraña / terrífica historieta de los petisos carambanales.
Comenzamos en el piso de Superlópez, que por lo que podemos ver ya está lleno de petisos. Al ir a salir volando por la ventana un montón de ellos se agarran a su capa y lo desequilibran, haciendo que se estrelle contra un edificio y reciba el primer costalazo del día. Los petisos también parecen estar deambulando por las calles. Un sombrío personaje (al que los lectores veteranos reconocerán como el doctor Escariano Avieso, un villano recurrente) lo observa todo regocijándose. A partir de aquí ya tenemos que empezar a tomar decisiones, en las que podremos tratar de solucionar el problema de la proliferación de los petisos, ignorarlos, o intentar averiguar su origen.
Las partidas son muy cortas porque hay muchos finales posibles. En todos ellos se nos recuerda a pie de página desde qué otra página llegamos hasta esa, por si queremos retroceder y probar otras opciones. No hay un argumento general, y simplemente van pasando cosas y se nos van dando explicaciones que en ocasiones son incompatibles unas con otras. En uno de los finales, por ejemplo, resulta que los petisos son seres ectoplasmáticos generados por la propia energía residual de Superlópez, de forma involuntaria. En otro el doctor Escariano Avieso confiesa que todo ha sido un experimento que él llevó a cabo para potenciar al máximo la capacidad de producir petisos de Juan López, que al parecer ya se da de forma natural. La combinación de estos dos finales es la versión oficial y la válida de cara al trasfondo general de la colección.
Pero en otro de los finales los petisos son residuos de la energía ectoplasmática del fantasma de Napoleón, que está tratando de formar con ellos un ejército con el que pretende invadir de nuevo España. Y hay otro final en el que los petisos siguen apareciendo sin cesar por razones desconocidas, vertiéndose al mar por falta de sitio y aumentando el nivel de este hasta el punto que las aguas anegan el mundo y sumergen las ciudades. Pueden acabar siendo comprimidos en bloques para usarlos como material de construcción barato, reducidos a adornos, vendidos como mascotas, cocinados y servidos dentro de un pan a modo de hamburguesas... Pueden ser enviados al espacio donde terminarán colonizando su propio planeta, o acabar orbitando la Tierra como un gigantesco anillo de asteroides como el de Saturno, solo que formado por miles de millones de petisos… un poco de todo.
Al final nos encontramos con una historieta convencional titulada Petisoperías en las que Juan López tiene un accidente de trafico y se despierta como Superlópez en el planeta que colonizan los petisos en uno de los finales del comic-juego. Es una versión de la tierra de Liliput de Los Viajes de Gulliver. Los petisos que le encuentran le explican que su civilización se ha dividido en dos bandos (Tirán y Lirán) y quieren que lidere una guerra contra el otro grupo.
Él ha aparecido en tierras de Tirán, cuya cultura es militarista y materialista. Superlópez se niega a ayudarles y es atacado por las fuerzas armadas de Tirán, huyendo a tierras de Lirán. Allí la historia se repite. Los de Lirán son espirituales y minimalistas, y han decidido que por ello son superiores a los de Tirán y estos deben ser destruidos en una suerte de Guerra Santa. Cuando Superlópez se niega igualmente a ayudar a estos, también las fuerzas armadas de Lirán le atacan.
Esto crea una escalada de violencia que termina con los líderes de Tirán y Lirán disparando sus armas atómicas a la vez y destruyendo su mundo… momento en el que Juan López despierta en la cama de un hospital. Al parecer todo a sido un sueño provocado por el accidente y la anestesia, pero cuando le llevan una bandeja con la comida, en lugar de ésta en el plato encuentra a Tiso, uno de los petisos que conoció en su supuesta aventura onírica.
Como curiosidad, Jan creó para los petisos un idioma propio basado en la simple sustitución de las letras de las palabras castellanas por símbolos. Cuando los petisos hablan lo hacen en este idioma, como habréis podido apreciar en las imágenes de ejemplo que acompañan este artículo. Se organizó un concurso en la revista Superlópez retando a los lectores a descifrar el alfabeto petiso y uno de ello lo logró. Posteriormente Jan hizo una ilustración en la que se revelaba oficialmente esta equivalencia, y que se incluye en las tapas internas de este comic-juego.
Así que, quienes estén especialmente interesados en averiguar que chapurrean los petisos en cada página, pueden armarse de paciencia e ir traduciendo sus bocadillos de diálogo uno por uno.
Los petisos carambanales y otras petisoperías. 1989. Juan López Fernández. Ediciones B/Grupo Z.
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