LA CRIPTA DEL VAMPIRO

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, incansables pasapáginas.

Comienza octubre, establecido ya como "El mes del terror" por ser el que cobija a Halloween. Este mes vamos a dedicarlo entero a artículos relacionados con el miedo. Pero no el miedo real. No de ese miedo que te entra cuando te llega una factura inesperada que te vacía completamente la cuenta, o cuando tu niña se despierta de madrugada con fiebre muy alta, o cuando un par de desconocidos se ponen a seguirte por la calle con sonrisas torcidas, acortando distancias. 

No, no, de ese tipo de miedo real ya hay bastante fuera de este blog. Aquí vamos a dedicar este mes a ese miedo divertido, emocionante y bajo control que nos proporciona la ficción, que a fin de cuentas, es por lo que celebramos Halloween.

Y vamos a empezar con La cripta del vampiro, el primero de los librojuegos que nos trajo Arín en la colección Tú eres el protagonista, en el que aglutinaba sin ton ni son varias colecciones diferentes. Este en concreto pertenecía originalmente a Golden Dragon, como los ya reseñados El Templo de la Llama y El Torreón de las Tinieblas. Pero al contrario que estos, no somos un Caballero de Palados al que se ha encargado una peligrosa misión, sino simplemente un viajero que trata de atravesar un siniestro bosque durante una noche particularmente oscura y tormentosa. Afortunadamente (o eso creemos al principio, al menos) encontramos una mansión entre la espesura, y entramos en ella en busca de refugio. ¡Ah, cuantas historias de terror comienzan así! ¿Verdad? Con un viajero o un grupo de ellos que acude a una vieja mansión o una casa perdida en medio de la nada mientras le diluvia encima, solo para terminar anhelando volver a esa lluvia torrencial poco después.

El caso es que entramos en la mansión, empapados y con poco más que una espada y una mochila miserablemente vacía. La planta superior es una ruina abandonada, pero la planta baja y los sótanos bullen de vida. Bueno, quizá “vida” no sea la palabra más adecuada para describirlo, pero sí hay más movimiento, al menos. 

Un cura que se ha instalado cerca de la entrada, el padre Harkas, nos explica que la mansión pertenece a un vampiro, el decimotercer conde de Tenebron, y está poblada por sus servidores y amigotes: brujas, trasgos, esqueletos, espectros y ese tipo de cosas. También tiene un cierto número de sirvientes humanos y algún que otro elfo, que en realidad son antiguos aventureros o viajeros que han caído bajo su control. El padre Harkas es suficientemente poderoso para que los monstruos menores de la mansión no le ataquen, pero él mismo no es rival para adentrarse más en el lugar, donde los seres son cada vez más poderosos. En vez de eso, se ha autoimpuesto la tarea de quedarse allí advirtiendo a los viajeros y ayudando a aquellos que se atrevan a intentar destruir al conde.

Es una aventura muy típica, repleta de monstruos clásicos, montones de objetos para recoger (algunos útiles, otros inútiles y otros peligrosos para nosotros) y con algunas situaciones bastante ingeniosas, como es habitual en los librojuegos de Golden Dragon. Si lo hacemos todo bien (o lo bastante bien para llegar hasta la cripta del vampiro que da nombre al librojuego) nos enfrentaremos al poderoso decimotercer conde de Tenebron. Y si logramos acabar con él, seguiremos nuestro viaje cargando con una nada desdeñable porción de su tesoro en nuestra antaño tristemente vacía mochila. 

Un momento... ¿Empezamos con la bolsa vacía y tras lidiar con un montón de monstruos volvemos a casa con esta llena de cosas valiosas? ¡Ese es el espíritu de Halloween! 

El texto tiene algunos fallos, pero no puedo saber si ya estaban en origen o son cosa de la traducción y maquetación españolas. Nada más empezar, en la primera sección, parece que falte un párrafo en el que se describe la puerta del muro que rodea a la mansión, en la que pretendemos guarecernos de la tormenta. En esta primera sección nos describen nuestro avance a través del bosque y, sin nombrar en ningún momento la mansión, el muro que la rodea o la puerta en éste, nos pregunta si queremos abrir la puerta, trepar el muro, o recorrerlo buscando otra forma de entrar. Aquí pienso que se omitió un párrafo en que nos hablaban de la mansión, porque antes de esta primera sección tampoco tenemos una introducción, prologo o trasfondo previo en que la nombre. Además, un detalle importante sobre la puerta es que tiene un relieve muy trabajado de una figura humanoide, que no se nos describe ni tan solo nombra en ningún momento en esta sección, y que resulta determinante para lo que ocurre en algunas de las siguientes. Para empeorar la cosa, una ilustración (la podéis ver bajo este párrafo) nos muestra la susodicha puerta en ningún momento descrita, y en esta tampoco se ve la figura demoniaca.

Otro fallo es el de la sección 2 (en la misma imagen de antes, ahora arriba de este párrafo) en la que se nos explica muy mal lo que debemos hacer. Tenemos que lanzar dos dados y obtener una cifra igual o menor que nuestra puntuación de Agilidad, pero esto se nos explica con la frase “Procura mejorar tu actual valor de Agilidad tirando dos dados”. Y dicho así parece que para superar la prueba tengamos que sacar con los dados una tirada superior a nuestra Agilidad, no inferior.

Encontramos uno más en la sección 168, donde no se indica donde debemos pasar a continuación, que sería a la 129. El más grave probablemente sea el de la sección 22, donde nos enfrentamos al vampiro y se nos indica que su Vigor es 10 cuando en realidad es 18, casi el doble. Si me topo con algún fallito más en las futuras partidas que juegue, los añadiré aquí. 

Puedes ver otros librojuegos de esta colección pulsando aquí.

Crypt of the Vampire. 1984. Dave Morris (texto) Kalondi (portada) Leo Hartas (ilustraciones). Tu eres el protagonista nº 1. Publicado en 1986 por Editorial Ariel S.A.