Comunicado del Supervisor General.
Este libro recopila algunas de las leyendas de Castilla (una región de España) que durante siglos se han transmitido de forma oral. Como es habitual en las leyendas, muchas están basadas en hechos reales que en su momento fueron malinterpretados, o cuyo recuerdo fue tan alterado y exagerado por el boca a boca que el resultado final hace irreconocible el suceso original.
Otras son anécdotas o fragmentos de la historia que tuvieron una especial relevancia para la población de la época y han llegado hasta nosotros muy adornados, romantizados o envueltos en un halo de misticismo. Y como también suele ocurrir con las leyendas, éstas tienen variantes y puede que ya las conozcáis con alguna diferencia respecto a cómo las cuentan aquí.
Leyenda de la casa deshabitada. Don Antonio es un orgulloso Guardia de Corps de Carlos IV. Una noche, mientras deambula por una estrecha callejuela ve una ventana iluminada en una casa de fachada muy humilde. En la ventana se recorta una deliciosa silueta femenina que con gestos le invita a entrar. Tan pronto como Don Antonio se acerca a la puerta de la casa la misteriosa mujer le abre, y resulta ser una joven de belleza extraordinaria. Casi sin mediar palabra, Don Antonio se ve más arrastrado que invitado al interior de la casa, y al interior de la dama.
Cuando quiere darse cuenta de la hora que es descubre que lleva allí toda la noche. Falta poco para el amanecer y su turno de servicio está a punto de comenzar. Se despide a su pesar de la mujer, se viste a toda prisa y corre hacia el palacio real. A medio camino cae en la cuenta que se ha olvidado su espada corta en la casa de la mujer y regresa a ella. Llama a la puerta, pero quien le abre en esta ocasión es un viejo bajito y gruñón. Creyéndole sin duda un criado de la misteriosa mujer, Don Antonio le explica su problema. El hombre le dice entonces que debe haberse confundido de portal, puesto que esa casa lleva muchos años deshabitada y él es solo el vigilante.
Ante la insistencia del soldado, el viejo accede a dejarle entrar para que lo compruebe por si mismo. Don Antonio ve que se trata de la misma casa, reconoce habitaciones y muebles, pero todo está cubierto de polvo y telarañas. Y sin embargo, en el dormitorio de la mujer, encuentra su espada corta tan perfectamente limpia y pulida como siempre.
Y se dice que la espada fue depositada por Don Antonio a los pies del Cristo de los Guardias de Corps, donde ha permanecido desde entonces.
Fijaos que esta es muy similar a una leyenda moderna, la del motorista que una noche recoge a una chica en una carretera rural y la lleva a su casa. Como la chica (que solo lleva un camisón o ropa ligera según las distintas versiones) va a pasar frio en la moto, el motorista le presta su cazadora. Una vez llegan hasta la casa de la chica esta se despide del motorista, abre la puerta y desaparece en el interior.
Cuando el motorista ya estaba retomando su ruta se da cuenta que ella se ha quedado con su cazadora y vuelve a la casa. Quien abre la puerta es una anciana, que al escuchar la historia del chaval le dice que a quien describe es a su hija, que murió muchos años atrás. Ante la insistencia del joven, la anciana le da todo tipo de indicaciones sobre como llegar al pequeño cementerio del pueblo y donde encontrar su tumba. Intrigado, el motero llega al cementerio y localiza la tumba. Desde la lápida, una foto acristalada del rostro de la chica que recogió en el camino le sonríe. Y colocada sobre la lápida, como si la chica aún la llevara sobre los hombros, está su cazadora.
Hemos cambiado el caballero por el motero, la noche de amor por un paseo en moto bajo la luz de la luna, y la espada por una cazadora, pero en esencia la historia es la misma.
La dama blanca. Nos cuenta la historia de un anciano extremadamente rico que siente el deseo de casarse con una jovencita. El tutor de esta, ante la riqueza e influyentes contactos del anciano no pone ninguna objeción y se acuerda una fecha.
La ceremonia se planea y lleva a cabo sin tardanza. El novio hace esplendidos regalos a la novia, pero esta no se separa de los que le dio su tutor, un pañuelo de encaje y las arras tradicionales de trece monedas de oro.
Durante el copioso y multitudinario banquete la novia se retira conteniendo el llanto. Cuando el anciano se decide a buscarla por la casa no la encuentra por en ninguna de las habitaciones. La joven es hallada finalmente por los invitados en el sótano, muerta, con un elegante cuchillo enjoyado hundido en el pecho. Nunca se supo si la joven se suicidó porque no quería ese destino, si alguno de los asistentes la asesinó por envidia hacia el anciano, o si ella misma pidió a su desconocido verdadero amor que le diera muerte antes de verse separado para siempre de él.
Lo que si se sabe, o al menos eso afirma mucha gente, es que aún a día de hoy, por los sótanos de la casa vaga el fantasma de la joven. Mientras camina, hace tintinear en su mano las trece monedas, como queriendo indicar que tiene con que pagar su pasaje al barquero, pero no es capaz de salir de la casa para llegar hasta él.
La casa de los enanos. Esta nos habla de una casona a las afueras de Madrid. Estuvo abandonada por muchos años hasta que fue ocupada por un grupo de tahúres. Una noche, durante una ruidosa discusión que mantenían entre ellos, se presentó ante el grupo un diminuto gnomo chistándoles para que se callaran. Tal como vino se fue, dejando a los hombres perplejos. Pero tras esto, pasados unos instantes, comenzaron a discutir de nuevo, y de nuevo un hombrecillo minúsculo (diferente al anterior) vino para callarlos. Esta vez los bandidos se lanzaron contra él para atraparlo, pero el enanito se escabulló con facilidad. De nuevo los tipos empezaron a discutir, y de pronto una puerta se abrió y entraron en tromba una veintena de furiosos enanitos, se apagaron las velas, y en la oscuridad los enanos les dieron una paliza a los hombres, que huyeron de la casa para no volver más.
Tras esto la casa la compró una noble señora que decoró el lugar a su gusto. En una ocasión notó que faltaban algunos objetos y le pregunto a su criado por ellos. En ese momento entró en la sala uno de estos gnomos llevando los objetos y se los devolvió con cara de circunstancias. Aunque la actitud de la personita no era hostil, la mujer se desmayó de la impresión, empaquetó sus cosas y abandonó la casa ese mismo día.
A continuación llegó a vivir a la casa un canónigo con sus criados. Los enanitos se mostraron amables siempre. En una ocasión recogieron la ropa que la lavandera había dejado tendida cuando se desató una fuerte y repentina tormenta. Otra vez el canónigo buscaba un libro que no sabía dónde había dejado y uno de los enanitos apareció para entregárselo. Todo iba bien entre ellos hasta que el canónigo cometió un error al escribir un documento y uno de los enanitos lo corrigió. El que le corrigieran fue lo que hizo montar en cólera al canónigo, que también abandonó la casa.
La casa quedó vacía de presencia humana de nuevo hasta que mucho después el propio Fernando VI la compró, pero los enanitos ya no volvieron a dejarse ver, y se dice que se marcharon a otro hogar por no sentirse apreciados.
Solo hemos tenido tiempo de leer y reseñar estas tres, debido a que el gatín ya se está recuperando de su operación de ojo y está mucho más activo que ayer. Hay que desinfectar los puntos a diario hasta que cicatricen, pero por lo demás ya está casi tan revoltoso como siempre. Y si un gatito de cuatro meses puede retomar su vida normal tan solo un día después de haber sufrido esto, todos podemos hacer eso mismo y más.
¡Aparecen dos palabras salvajes! Mientras recorríamos mentalmente las tierras de Castilla y sus leyendas, nos salieron al paso dos palabras salvajes, canónigo y egregio. Canónigo la conocía como un tipo de planta, pero al buscar otros significados me he enterado que también es un cargo dentro de la iglesia católica. Un canónigo es el asesor de un obispo. La otra palabra, egregio, es un sinónimo de insigne o ilustre.
Puedes repasar los otros libros que hemos leído estos días mientras vigilamos al gatín pulsando aquí.
Leyendas de Castilla. 1984 (fecha de la recopilación). Antoni Garcés (portada e ilustraciones). Labor Bolsillo Juvenil nº 39. Editorial Labor S.A.
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