EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, nobles caballeros y damas.
Estamos a 8 de febrero, fecha en la que dan inicio las fiestas de Moros y Cristianos de Bocairent. Corría el año 1245 cuando tal día como hoy (probablemente no con exactitud, pero sí aproximadamente) las tropas de Jaime I de Aragón expulsaron a los musulmanes de la localidad de Bocairent, un asentamiento del que hay indicios que ya existía en la prehistoria. La primitiva Bocairent creció y se desarrolló mucho durante el dominio musulmán, justo es reconocerlo, pero también es cierto que lo hizo mucho más a partir de la Reconquista.
Las fiestas de Moros y Cristianos que conmemoran los combates librados en esta época se llevan a cabo en Bocairent entre los días 8 y 11, aunque hay varios actos en los días previos y posteriores que aun estando relacionados con estas no se consideran parte de la fiesta propiamente dicha.
La fiesta en sí empieza el día 8 con un desfile de tropas por las calles (más de 2000 personas caracterizadas como guerreros y diversos tipos de personajes de la época) para representar la entrada de las fuerzas de Jaime I en la ciudad y la toma de posiciones de las tropas moras que la ocupaban.
El día 9 (dedicado específicamente a San Blas) los desfiles llegan hasta la plaza del ayuntamiento, con un piquete del Tercio de Suavos abriendo paso a la columna de Granaderos, que avanza portando una reliquia sagrada. También se enarbolan banderas, entre las cuales hay un lienzo de Sorolla y otro de Segrelles (dos famosos artistas nacidos en la región de valencia) que pintaron específicamente para este acto.
El 10 las escuadras forman por separado; por el bando cristiano lo hacen los Españoletos, los Granaderos, los Contrabandistas, el Tercio de Suavos y los Estudiantes. Por el lado de los árabes lo hacen los Moros viejos, los Marroquíes, los Marineros moros, y los Mosqueteros. A continuación se escenifica una batalla entre ambos bandos en la que las escuadras moras son finalmente derrotadas.
El día 11 está dedicado a realizar misas por los difuntos de uno y otro bando y se escenifica la conversión del líder moro al cristianismo, entre otras ceremonias de clausura.
Aprovechamos estas fechas para comentar un par más de las historias de El Guerrero del Antifaz, que estaban ambientadas en una difícil época cuyo recuerdo se mantiene vivo en gran parte gracias a estas fiestas populares.
Guerra contra Harúm (nº 16). Tras haber sido rescatado por el Guerrero, Osmin adquiere al fin plena confianza él y deciden actuar todos juntos contra Harúm. Lo primero que deben hacer es reunirse, pero en ese momento Soleiman, Fernando y el viejo (al que por primera vez se nombra como Abú) están en otro lugar, buscando todavía a los Kir restantes a los que ellos creen aún prisioneros.
Estos tres son atacados por una de las patrullas de Harúm, que captura a Soleiman y hieren a Abú con una flecha. Únicamente Fernando logra escapar del numeroso grupo de enemigos. Huyendo a la desesperada, se encuentra con el Guerrero y le informa de lo ocurrido.
Soleiman y Abú, que en el pasado fue uno de los sirvientes domésticos de Harúm, son llevados a presencia de este. Los manda encerrar en una celda y nadie se toma la molestia de coser ni vendar la herida de Abú, que se va desangrando lentamente en su encierro.
Sabiendo que los Kir y el Guerrero están acechando a Harúm, las patrullas de este se intensifican. El continuo acoso de los soldados de Harúm obliga al grupo a dispersarse de nuevo. Osmin, el mayor, es capturado y llevado a las mazmorras junto a Soleiman y el ya moribundo Abú. Fernando, con su ligereza habitual vuelve a escaparse. El Guerrero y Santhal son los únicos que logran llegar hasta la fortaleza de Harúm, donde unos carreteros que también están hartos de los desmanes del reyezuelo moro les introducen en el castillo ocultos en su carro de forraje.
Se nos muestra un interludio en el que Olián, hijo del difunto y mucho más sensato Motamid, se ha recuperado de sus heridas y pone al corriente a sus generales de sus planes inmediatos. Pretende partir hacia el condado de Torres acompañado de una reducida escolta para raptar a Ana María y añadirla a su harén. El cuestionar la viabilidad del plan le cuesta la vida a uno de sus generales.
En las mazmorras, Osmin logra romper los oxidados grilletes que le retienen y escapa, abriéndose paso a puñetazos entre los guardias. Estos le rodean, pero entonces llegan como refuerzo Santhal y el Guerrero. El viejo Abú, conocedor de varios túneles y puertas secretas de la fortaleza que el propio Harúm y sus hombres ignoran, mostró estas al Guerrero. Valiéndose de ellas, es como el Guerrero y Santhal han llegado hasta las mazmorras sin ser descubiertos.
Tras acabar con los guardias de las mazmorras, el Guerrero, Osmin y Santhal regresan a la celda donde quedaron Soleiman y Abú. Liberan al tercero de los Kir, pero Abú ha perdido ya demasiada sangre y muere poco después, sin haber logrado vengar personalmente a su hija, violada y asesinada por Harúm. El cadáver de Abú es abandonado en un corredor de las mazmorras, pues la situación no hace seguro el cargar con él para enterrarlo. El Guerrero y los Kir, en cambio, encuentran en otra celda y liberan a Aixa, la hija de Harúm a la que este ha repudiado por esconder al Guerrero anteriormente.
Toda la guardia del castillo se les hecha encima, pero las estrecheces de las mazmorras anulan su ventaja numérica. Las tropas de Harúm se retiran a las habitaciones superiores, mucho más amplias, para poder rodearlos en cuanto traten de salir. Sin embargo, el Guerrero muestra a los Kir otro pasaje secreto por el que pueden salir directamente al jardín, y estos tratan de ganar las murallas llevándose a Aixa con ellos. El Guerrero se queda para enfrentarse con Harúm.
Los cuatro titanes (nº 17). Los Kir son descubiertos por los guardias del castillo cuando recorren los jardines. Los soldados que los estaban emboscando en el lugar equivocado se movilizan de nuevo y se lanzan en masa contra ellos. Por su parte, el Guerrero ha alcanzado los pisos superiores.
Tras acabar con unos pocos guardias dispersos se topa con un numeroso grupo al mando de un oficial bastante gordo, que me recordó de inmediato a uno de los enemigos del primer Prince of Persia, un soldado obeso pero tremendamente hábil que en los primeros encuentros costaba bastante derrotar. Aunque el Guerrero no llega a cruzar espadas con este oficial, el que el orondo árabe corra al frente de sus tropas contra un enemigo que ya tiene fama de invencible me hace suponer que no debe ser mal esgrimista pese a su pésima condición física.
Buscando evitar un combate prolongado, el Guerrero escapa por salas y pasillos al azar llegando hasta el harén, donde los hombres de Harúm tienen prohibido entrar so pena de muerte. Despacha a un par de eunucos armados con puñales arrojadizos que defendían la puerta y entra en el harén.
Obsesionado con que nadie vea a sus mujeres más que él mismo, Harúm entra él solo en busca del Guerrero, después de haber estado todo el tiempo evitándolo.
Sin embargo, cuando al fin se encuentran queda patente que la habilidad del Guerrero como luchador es muy superior a la de Harúm. Tras una serie de puyas y envites el Guerrero alcanza con un fuerte espadazo el cuello de su rival y lo mata al instante. La guardia de Harúm irrumpe entonces en el harén, pero ya no hay nada que puedan hacer.
Cumplida su venganza y la de Abú (y rota con ello la promesa que le hizo a Aixa) el Guerrero escapa saltando al jardín por una ventana. Allí, los Kir todavía luchan enconadamente contra la guardia de Harúm. Osmin ordena a sus hermanos deshacerse de Aixa para poder escapar ellos, pero Santhal, que es el que carga con la joven, parece haberse prendado rápidamente de ella. Pone como excusa para no soltarla el haberle asegurado al Guerrero que la protegería, pero al avispado lector le resulta evidente que la razón es otra. Osmin y Soleiman logran saltar el muro y abandonar el castillo sanos y salvos, mientras que Santhal es herido varias veces en su afán de proteger a Aixa.
Al día siguiente, la noticia de la muerte de Harúm llega hasta su sobrino, Hamed Zenet, que tomará el relevo como villano principal. Zenet es un rival interesante. Harúm se parecía mucho a los anteriores caudillos moros que han ido apareciendo, pero Zenet es más siniestro. Viste ropajes sobrios y oscuros, tiene a su servicio un verdugo deforme y una guardia de élite que le es fanáticamente fiel, llamada Los jinetes negros. Zenet parece además obsesionado con añadir a Aixa a su harén (y siendo él sobrino de Harúm, eso significa que Aixa es su prima) además de alegrarse abiertamente por la muerte de este, ya que le corresponde hacerse cargo de la fortaleza y terrenos conquistados del difunto.
Tan pronto como toma posesión del castillo de Harúm, Zenet manda ejecutar a la guardia personal de su tío y a todo prisionero que quede en las mazmorras. Luego envía patrullas en busca del Guerrero, al que supone en compañía de Aixa.
¡Solo nos quedan tres números para terminar con el primer tomo recopilatorio de El Guerrero del Antifaz! …el primero de los diecisiete que son. Veremos alguna peripecia más de estos personajes haciéndola coincidir con alguna otra fiesta de Moros y Cristianos de las más de cien que salpican el calendario y geografía españolas. Mientras tanto, podéis repasar los números anteriores pulsando aquí.
Otras colecciones de Manuel Gago
Nuevas aventuras del Guerrero del Antifaz
El Guerrero del Antifaz. 1944. Manuel Gago (guion y dibujo). Reeditado en 1972 por Editorial Valenciana S.A.
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