MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

jueves, 24 de abril de 2025

EL AZOTE DE LA HUMANIDAD

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, luchadores del espacio.

Hoy toca otro de los libros de La saga de los Aznar. El número 21, titulado El azote de la humanidad, una clara referencia a los pérfidos thorbod. 

A modo de pequeño recordatorio, el libro anterior terminó con los exiliados del autoplaneta Valera partiendo al fin del mundo en el que fueron abandonados. Del aproximadamente millón y medio de personas que el Valera abandonó en aquel mundo sin nombre, al que sus colonos forzosos bautizaron como Exilio, quedan con vida menos de cuatro mil.  

Estos supervivientes lograron localizar una base thorbod, asaltarla y apoderarse de uno de sus cruceros de combate. En su precipitación por partir cuanto antes de Exilio y dar la voz de alarma a la Tierra sobre la existencia de los thorbod, a los que se creía extintos, no toman algunas precauciones básicas como repartirse entre más de una nave, o utilizar el armamento de estas para destruir el resto de naves de la base (o a toda la base, ya puestos) antes de partir de ella.

Al inicio de esta novela esas tres mil ochocientas personas llevan dos años viajando completamente hacinadas en una nave preparada para una dotación mucho menor, con reservas de alimentos mínimas y sin la posibilidad de hacer cosas tan básicas como darse un baño o reponer su vestuario, reducido a andrajos. En estas condiciones de hambre, insalubridad y hacinamiento han logrado llegar a las inmediaciones del sistema Nahum, donde esperan conseguir ayuda de los aliados que dejaron atrás. Sin embargo el sistema Nahum es también el objetivo de las tropas thorbod que estaban estacionadas en Exilio, y estas partieron de allí un año antes de que pudieran hacerlo los humanos. Es posible que todo el sistema haya caído ya ante ellos, y lo que encuentren no sea más que media docena de mundos conquistados donde el enemigo ya se ha establecido.

Afortunadamente para ellos sus aliados están todavía plantando una feroz resistencia contra los thorbod. Varios de los mundos han caído ante la bestia gris, pero aún quedan algunos que resisten. Los thorbod están utilizando como infantería a sus hombres planta, unas tropas de choque completamente desconocidas para los mundos del sistema Nahum, a las que los protagonistas se enfrentaron en el libro anterior.

La nave de los supervivientes de Exilio logra establecer comunicación con uno de los planetas que todavía resisten, y estos les proporcionan unas coordenadas de aterrizaje en una zona segura. A bordo de la nave, uno de los científicos (un anciano llamado Valdivia) informa a Miguel Ángel de algo en lo que ha estado trabajando últimamente. Dada la limitación extrema de recursos con las que cuentan todo su trabajo es teórico, pues no dispone de la capacidad de probar nada, pero está totalmente convencido de que sus cálculos y teorías son correctas. Su descubrimiento, contado muy básicamente (el autor dedica cinco páginas completas a detallar todos los pormenores del mismo) es un tipo de energía que permite reducir cualquier objeto inerte a un tamaño mínimo, para luego devolverlo al tamaño original cuando reciba cierta señal con otro tipo de energía que anula el efecto de la primera. 

Valdivia le habla entusiasmado a Miguel Ángel de todas las aplicaciones prácticas de su invento: transportar todo un ejército autómata de miles de robots en una pequeña cajita que cabría en un bolsillo y poder desplegarlos en cualquier lugar. Transportar docenas sino cientos de naves dentro de una caja de zapatos de modo que cada nave pudiese contener a su vez una flota entera de naves de su mismo tamaño o mayores. Armas del tamaño de ametralladoras montadas en el fuselaje de las naves que disparasen ráfagas de torpedos miniaturizados al tamaño de balas, lo que en la práctica equivaldría a tubos lanza torpedos capaces de disparar ráfagas de cientos de torpedos atómicos por minuto que antes de llegar hasta el enemigo recuperarían su tamaño normal provocando su daño habitual. Técnicamente, incluso edificios prefabricados enteros y funcionales podrían almacenarse en diminutas capsulas que alguien podría guardar en su bolsillo, junto con vehículos y meses o años de provisiones o arsenales completos. Lo único que esta energía no podría reducir de tamaño serían seres vivos, puesto que la extrema modificación de sus átomos los mataría. Salvo por este último detalle es casi la misma explicación que nos daría Isaac Asimov sobre las aplicaciones de la energía reductora en la novela Viaje Alucinante de 1966, once años posterior a El azote de la humanidad.

El profesor Valdivia tiene sin embargo fama de estar loco, y las condiciones de pésima alimentación y nula capacidad para comprobar su trabajo (lo que presenta a Miguel Ángel es un montón de garabatos sobre papel, y cálculos hechos con una simple calculadora de mano) le hacen quedar como un tonto fantasioso. Únicamente la hija de Valdivia, una jovencita morena y delgaducha llamada Carmencita, tiene una fe absoluta en el trabajo de su padre.

Miguel Ángel tenía la intención de aterrizar su crucero thorbod, rebautizado como Esperanza, en Noreh, el mundo nativo de los nahumitas y planeta capital del sistema. Sin embargo, una comunicación proveniente del planeta Bagoah le informa que el imperio nahumita ha renacido. Amber, la esposa de Miguel Ángel a la que esté repudió y envió de vuelta a su mundo antes de ser exiliado junto con el resto de los Aznar por los Valeranos, restauró el imperio nahumita a su regreso. Debido a la relatividad temporal, lo que para la princesa Amber fueron cuatro años de ausencia para los habitantes de Noreh fue más de un siglo. 

Los nahumitas que quedaron en el planeta pacificado por los valeranos mantuvieron durante todo ese tiempo una imagen idealizada del antiguo dictador que les gobernaba y que fue derrocado por los humanos. La sociedad que estos les impusieron, en la que eran iguales al resto de habitantes del sistema, era algo que los orgullosos nahumitas consideraban degradante. Educados desde siempre en la idea de que los nahumitas eran los dueños legítimos de todo cuanto existía, incluidos otros seres vivos, estos seguían considerándose amos y señores del universo por derecho de nacimiento. Se veían a sí mismos como superiores a cualquier otra raza, que debía ser o bien esclavizada si les resultaba útil o bien extinguida en caso contrario. La llegada de la hija y por tanto heredera legítima de su idealizado líder puso en pie de guerra a la población de Noreh.

El querer igualar y tratar en las mismas condiciones a todos los habitantes del sistema hizo que los valeranos permitieran a los nahumitas (al igual que a todas las otras razas y mundos) tener su propia armada y sus propias tropas, y esto se reveló luego como un grave error. Envalentonados por el providencial y para ellos milagroso regreso de la única superviviente de su perdida y gloriosa dinastía de gobernantes, los nahumitas iniciaron una guerra contra el resto de desprevenidos planetas del sistema. Estando en eso fue cuando tuvo lugar la llegada de la armada thorbod, que se encontró no con un sistema de mundos dispuesto a plantarles cara unidos, sino con uno que ya había perdido gran parte de su flota y tropas luchando entre ellos.

Con gran pesar, puesto que Miguel Ángel sigue hasta cierto punto enamorado de Amber y estaba seguro de que podría cambiar antes o después su altanera y elitista actitud, ordena poner rumbo a Bagoah, donde aún le quedan aliados. Si bien este desarrollo de los acontecimientos entristece a Miguel Ángel y supone un duro revés para sus generales, que contaban con que al menos la capital del sistema estuviese aun libre de enemigos, no son tan malas noticias para Amatifu. La dura pero enamorada amazona que acompañó a Miguel Ángel fuera de Exilio no ha perdido la esperanza de que este le corresponda algún día. Hasta ahora no lo ha hecho porque seguía teniendo en su mente la imagen idealizada de la hermosa Amber, pero la revelación de que ahora es una enemiga más y no una posible aliada supone en cierto modo un alivio para Amatifu ya que aumenta las posibilidades de que Miguel Ángel se fije en ella.

Mientras su nave se dirige a Bagoah tienen la oportunidad de echar un buen vistazo a la flota principal thorbod. Esta se compone de unas dos mil naves nodrizas de 30 km de eslora y forma piramidal, aunque su base es ligeramente curva. Analizando su forma y tamaño llegan a la conclusión que el autoplaneta que orbitaba a Exilio como una pequeña luna en realidad eran estas dos mil naves piramidales acopladas como una esfera. Se trata de una obra de ingeniería colosal, una forma de crear de modo totalmente artificial un auto planeta como el Valera sin depender de tener el golpe de suerte que supuso encontrar este mundo hueco caprichosamente creado por la naturaleza enteramente de dedona.

A su llegada a Bagoah, que se le describió como un puerto seguro en el que refugiarse, encuentran que este ha sido reducido a un infierno atómico cubierto por los hongos de las explosiones nucleares y barrido por vientos radioactivos que vuelven su superficie completamente inhabitable. Los habitantes de Bagoah se han refugiado en ciudades subterráneas a gran profundidad. Una gigantesca compuerta permite el acceso de naves completas hasta esas ciudades y es brevemente abierta para permitir el paso (tanto literalmente como de forma figurada) a la Esperanza. Allí Miguel Ángel y su cortejo de científicos y generales, todos ellos sucios, andrajosos y apestando a sudor y hacinamiento, son recibidos por una delegación de hombres y mujeres cargados de medallas, enfundados en impecables uniformes de gala y perfumadas y enjoyadas ropas dignas de la realeza. Pese a este contraste de atuendos, sus anfitriones no dudan en abrazar efusivamente a los recién llegados. No los conocen puesto que el tiempo ha pasado para ellos al igual que ha pasado para los nahumitas, pero también en Bagoah hay historias convertidas ya casi en leyendas sobre los humanos del Valera que les liberaron de la tiranía del Gran Tass. Para ellos los andrajosos, apestosos y esquelético recién llegados son héroes de leyenda, y como a tales les reciben.

Entre sus anfitriones está el presidente Cloris, un anciano en las últimas etapas de su vida que resulta ser el hijo del Duque Cloris y la princesa Ondina, que aún eran apenas un par de jovenzuelos cuando el Valera dejó atrás el sistema de Nahum. Éste les informa que su capacidad de resistencia ha llegado al límite. Da su propio planeta y el resto del sistema prácticamente por perdido y no pone objeciones en ceder parte de sus ya mermadas fuerzas a Miguel Ángel y los humanos para que hagan su viaje a la Tierra. De hecho, puesto que ya está convencido de que van a ser derrotados, la llegada de Miguel Ángel no como Salvador sino como refugiado le resulta igualmente providencial. La intención del presidente Cloris era evacuar del planeta a todos los niños y los jóvenes para que se establecieran en otro mundo, solo que no sabían dónde enviarlos puesto que no tienen noticia de otros mundos habitables fuera de su propio sistema. Pero ahora los humanos que pretenden poner rumbo a la Tierra pueden llevárselos con ellos para que se establezcan allí o en algún otro de los mundos que éstos conocen, como Redención.

Los exiliados valeranos pasan algunos días reponiendo fuerzas como invitados de honor. Miguel Ángel está amargado por el hecho de haber llegado en el momento de mayor necesidad de sus aliados a pedirles ayuda en lugar de dársela, pero no cuenta con medios para ser el salvador que quizá sus anfitriones esperaban. Aun así asume que su papel en toda esa tragedia será el de llevarse con él a los niños del planeta para que la raza bagoahita no se extinga.

Mientras los preparativos de esta evacuación se llevan a cabo y las fuerzas thorbod siguen haciendo estragos entre la debilitada armada que defiende el planeta, Miguel Ángel recuerda repentinamente las teorías y desvaríos del profesor Valdivia. La situación es tan desesperada que decide darle crédito por primera vez. En la Esperanza no tenían los medios para probarla, y sus anfitriones actuales quizá no puedan poner a su servicio instalaciones o recursos para ello puesto que necesitan hasta el último gramo de metal y hasta la última chispa de energía que sean capaces de generar para mantener la frágil resistencia de la que todavía son capaces. 

Cuando trata de reunirse con Valdivia descubre que este ya ha movido ficha en ese sentido por su propia cuenta. Valdivia y Carmelita llevaron su proyecto, su montón de fantasiosas ideas y su legajo de folios apergaminados emborronados a mano hasta un científico bagoahita que si confía a sus teorías. De hecho, casi antes de que Miguel Ángel planteé a alguna de las autoridades de Bagoah el dar crédito a las teorías de Valdivia estas ya han sido puestas en marcha. La miniaturización de la materia resulta ser una realidad. 

Esto se nos muestra con una escena algo cómica en la que Carmencita coloca sobre una mesa una pequeña araña robot que parece de juguete. A continuación, con un aparato que emite una luz especial la amplía hasta su tamaño real de unos seis metros de altura, hundiendo la mesa en el proceso. Mientras Carmencita, Valdivia, Miguel Ángel, un alto cargo del ejército bagoahita y un científico de éstos discuten sobre las aplicaciones prácticas de esto, la araña, falta de instrucciones, vuelve a su programación base y se dedica a inspeccionar los alrededores en busca de posibles amenazas. Pero habiendo sido diseñada para la lucha en terreno abierto le resulta imposible cruzar las puertas tamaño humano de la habitación en la que se encuentra, y empieza a derribar los muros del edificio uno tras otro provocando escenas de pánico entre los sirvientes.

Finalmente se acuerda dedicar a toda la maquinaria bélica del planeta a la producción de torpedos autómata y máquinas reductoras de tamaño, y equipar las pocas naves de combate que aún les quedan con cañones automáticos en lugar de tubos lanza torpedos. Estos cañones dispararán ráfagas de balas-torpedo lanzándolas a millares contra la flota nahumita en lugar de disparar los torpedos robot en packs de docenas como es habitual. Habiéndose alejado lo suficiente de las naves bagoahitas, estas balas-torpedo volverán a su tamaño real antes de impactar a sus objetivos.

La consigna de las tropas bagoahitas, que hasta ese momento había sido “Resistir hasta el final” cambia ahora a “Resistir dos meses más, pues tras estos llegará la victoria”, tal es la fe que tienen en esta nueva arma. Sin embargo resistir dos meses más estando la guerra ya prácticamente perdida es todo un desafío. Miguel Ángel no cree posible que las mermadas fuerzas de Bagoah resistan tanto tiempo contra la aplastante superioridad thorbod, y necesitan ese tiempo para fabricar las suficientes máquinas reductoras y los suficientes torpedos autómatas como para cambiar el rumbo de la guerra. Esto le lleva a tomar la decisión mostrar el descubrimiento a Amber, la princesa-emperatriz de los nahumitas, y técnicamente todavía su esposa. Aunque ahora son enemigos, Miguel Ángel todavía quiere mostrarse ante ella como un salvador. También necesita coordinar con ella los esfuerzos de la guerra para que su armada, que actualmente es la única con un mínimo de posibilidades de plantar cara a los thorbod, entretenga a estos durante los próximos dos meses dándoles tiempo a ellos a ultimar los preparativos. Espera también conseguir de sus almacenes una gran cantidad de materiales de los que ellos mismos van escasos.

Este encuentro presenta varios problemas. Por una parte hay que burlar el cerco que la flota thorbod tiene entorno a Noreh, tanto a la ida como a la vuelta. También está el hecho de que no saben que esperar de Amber y los nahumitas, ya que es probable que estos simplemente los ejecuten nada más verlos. Pese a que tácticamente parece un error revelarles la existencia de este arma a los innobles y traidores nahumitas, Miguel Ángel lo considera su mejor opción. Sus aliado bagoahitas, teniendo en cuenta todo lo que le deben, toman la decisión de permitírselo.

Romper el bloqueo thorbod resulta realmente sencillo, puesto que para su viaje emplean la Esperanza, la nave que arrebataron a los thorbod en Exilio. Estos se dan cuenta que la nave que se mueve entre sus filas no les pertenece pese a su diseño y enlazan con esta para interrogar a sus ocupantes, pero son ignorados. Tampoco pueden disparar contra ella porque los torpedos autómata que emplean están programados para no impactar por error a las naves de su propia flota, y al ser disparados contra una nave thorbod, la evitarían. Los torpedos que disparen contra ellos deben ser reprogramados para no reconocer a esa nave thorbod en particular como tal, pero esto lleva tiempo y la Esperanza simplemente cruza las filas thorbod sin que nadie dispare contra ella. 

Ellos sí podrían disparar sus torpedos autómata contra las naves thorbod que les rodean, pues se han rearmado con torpedos bagoahitas que no reconocen a las naves thorbod como aliadas. Sin embargo, de convertirse en una amenaza para la flota thorbod estos sin duda preferirían sacrificar a una de sus naves haciéndola embestir a la Esperanza de forma que ambas quedaran destruidas antes que permitir que ésta se paseara disparando indiscriminadamente contra ellas. Los thorbods, extrañados por la presencia de la Esperanza pero por naturaleza carentes de imaginación o iniciativa, la dejan pasar limitándose a informar a sus líderes sobre la extraña situación.

Miguel Ángel y sus acompañantes llegan así a presencia de la princesa (ahora emperatriz) Amber. Son exhaustivamente registrados en busca de armas por su guardia real. Al no encontrar ninguna permiten que únicamente Miguel Ángel se entreviste con la emperatriz. Amber se muestra desde el primer momento estúpidamente altiva y orgullosa. Vive en una fantasía de empoderamiento en la cual es dueña del universo y todo lo que está ocurriendo no es más que un pequeño contratiempo. 

Amber da por sentado que los thorbod serán derrotados, que sus tropas los barrerán en cualquier momento para después conquistar el resto del sistema y a continuación todos los otros mundos que existan. Grita alocadamente consignas vanas como “Nahum será un imperio o no será nada” y sus delirios de grandeza son más que evidentes. 

Viendo que Miguel Ángel no se inclina ante ella atemorizado y que incluso le habla con el desprecio que merece, Amber monta en cólera y ordena a sus hombres que lo torturen hasta la muerte. Dándose cuenta finalmente que sus pretensiones de establecer una alianza u obtener algún tipo de ayuda de ella son inútiles, Miguel Ángel se arranca una condecoración que lucía al pecho y la roja al suelo. Esta condecoración, del tamaño de una nuez, era en realidad una de las arañas mecánicas del ejército autómata reducida de tamaño. 

Obedeciendo a un plan preprogramado, la araña crece inmediatamente hasta su tamaño real desatando el caos dentro del palacio. Todo el séquito que le acompaña tiene cada uno de ellos una araña robot camuflada bien como una medalla, bien como una hebilla del cinturón. Enfrentados a media docena de arañas robot la guardia real nahumita, tradicionalmente armada con sables, no puede hacer nada contra ellos. Las arañas autómatas, si bien se manejan por sí solas siguiendo unas pautas de actuación básicas, disponen también de un compartimento donde un soldado puede introducirse y manejar la araña manualmente.

Habiendo previsto ya una posible reacción similar a esta por parte de la princesa Amber todos en el grupo desprenden sus arañas robots miniaturizadas, y las lanzan al suelo haciéndolas crecer de inmediato. El chisporroteo verdoso y el rápido aumento de tamaño de los objetos hace que los guardias, quizá pensando que se trata de algún tipo de explosivo, se alejen de ellos dando a Miguel Angel y los suyos la oportunidad de introducirse en las arañas. Una vez en el interior de estas colosales máquinas de guerra fuertemente blindadas y artilladas no les resulta difícil abandonar el palacio arrasando con todo a su paso. 

De hecho, antes de tomar tierra pero estando ya cerca de esta, la Esperanza liberó a su paso un centenar de arañas robots reducidas al tamaño de guisantes que quedaron sembradas por un amplia extensión de terreno. Ahora todas esas arañas han recuperado su tamaño normal creando un ejercito de arañas de guerra, despejando los alrededores de la nave posada de las tropas nahumitas que la vigilaban.  

Tras volver sanos y salvos a la Esperanza, parten del planeta dejando atrás a las arañas autómata, que se dedican a seguir destruyendo todo lo que pillan por medio hasta ser ellas mismas destruidas. La Esperanza vuelve a cruzar la línea de naves thorbod… que siguen sin reaccionar, a la espera de instrucciones precisas de sus líderes, pero son un obstáculo insalvable para posibles perseguidores nahumitas.

De regreso a Bagoah y habiendo concentrado allí las flotas supervivientes de los otros mundos aliados, se ultiman los preparativos para la batalla contra los thorbod. El estallido de ira que la visita de Miguel Angel provocó en Amber hace que esta redoble los enfrentamientos contra los thorbod, dándole así sin saberlo el tiempo que este necesitaba. Las pocas naves con las que cuenta Bagoah son equipadas con los torpedos autómata miniaturizados. Esto permite a cada nave no solo transportar varios miles de veces más torpedos de los que corresponden, sino dispararlos en rápida sucesión y poner en vuelo muchos más de lo que la cadencia de fuego de los tubos convencionales permite, haciendo insuficiente cualquier contramedida que se emplee contra ellos. 

Los efectos son devastadores. Tanto la flota thorbod como la nahumita a continuación son arrasadas en tiempo récord. Miles de naves quedan reducidas a brasas medio fundidas que se enfrían rápidamente derivando en el espacio. Un crisol atómico que consume a ambas flotas casi instantáneamente. La capacidad de reducir los torpedos no solo libra a las naves de vanguardia de la necesidad de retroceder para rearmarse, sino que vuelve inútil cualquier intercambio de disparos. Por cada torpedo que es capaz de disparar una nave thorbod o nahumita, una nave bagoahita pone en vuelo en el mismo tiempo a un centenar de estos. Cuando las oleadas de torpedos se cruzan una con otra, la oleada bagoahita simplemente sigue su camino sacrificando uno de sus torpedos por cada torpedo rival que derriba, apenas sin acusar pérdidas mientras que toda la oleada de sus adversarios desaparece en un fogonazo. 

Los thorbods, eminentemente prácticos, se retiran con las tropas supervivientes dejando abandonados a su suerte a los hombres planta que enviaron a invadír las superficies de los planetas arrasados. Los nahumitas, bajo el mando de Amber, se empecinan en enviar todas sus reservas a proseguir una lucha que claramente no pueden ganar. Cuando toda su flota ha quedado reducida a polvo cósmico, una llamarada recorre Noreh consumiendo todo el oxígeno, incluido el que forma parte integral del agua. Atmósferas y mares se volatilizan instantáneamente, y toda la población, todo animal, toda planta, todo insecto… toda vida desaparece en un breve fogonazo. Amber ha hecho detonar una bomba W en su propio mundo.

Lo que queda tras esto es simplemente la reconstrucción que sigue a cada guerra. En Noreh no sólo no queda vida sino que el propio planeta será inhabitable durante millones de años. Un mundo muerto que ninguno de sus antiguos rivales tiene interés en reclamar. Junto con un pequeño grupo, enfundados en trajes anti radiación y con cascos de respiración, Miguel Ángel baja al planeta y llega a pie hasta el antiguo palacio real. Sentado en el trono de su derrumbado imperio, el cadáver congelado de Amber sostiene aún su cetro y luce su corona, que ya no confieren gobierno sobre nada. Al tomar estos elementos como botín de guerra, la mano y cabeza del cadáver se desprenden con un crujido y ruedan por el suelo, seguidos por el resto del cuerpo congelado. Miguel Ángel deja la corona como trofeo en Bagoah para que sus habitantes recuerden siempre el peligro que supone endiosarse hasta esos niveles. El cetro se lo lleva con él en su camino de regreso a la Tierra para que le sirva a sus descendientes como recordatorio de lo mismo. Al inicio de este viaje de décadas le propone matrimonio a Carmencita y esta acepta sin dudarlo.

Aquí nos olvidamos de la valiente Amatifu, que no solo puso su vida en juego por Miguel Ángel en la novela anterior sino que también abandonó todo lo que conocía para seguir junto a él, pero por la que este no ha llegado a sentir verdadero amor en ningún momento. Este es un tema muy recurrente del autor, el de personajes te lo dejan todo en un intento de formar parte de la vida de otros que terminan por olvidarse de ellos. Es simplemente algo que ocurre en la vida real, algo que quizá también el autor vivió siendo el mismo quien lo hizo o sabiendo que alguien lo había hecho por él. Amatifu se convierte así en uno más de los personajes abandonados por el autor que tienen su momento de importancia pero a los que no se les da una conclusión y simplemente pasan antes o después a formar parte de la masa de individuos anónimos cuyo final no conocemos. No he leído el siguiente número, pero teniendo en cuenta que en este Amatifu ya no tenía ninguna relevancia y que ni tan solo se la nombra en el final, dudo que vaya a aparecer en el siguiente.

¡Próximamente en sus kioscos, El coloso en rebeldía!

El azote de la humanidad. 1974 (reescritura del texto original de 1955). George H. White [Pascual Eguídanos]. La saga de los Aznar nº 21. Editorial Valenciana S. A. 

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