EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, nobles caballeros y damas.
Hoy comienzan las fiestas de moros y cristianos de Aldeire, en las que se conmemora la toma de Granada, la última batalla de la Reconquista. Se lleva a cabo en honor a la Virgen del Rosario, patrona del pueblo. Durante estas se escenifica en las calles una obra de teatro de cerca de una hora de duración que concluye con una batalla en la cual el bando moro es derrotado.
El reino nazarí de Granada, la última región que aún estaba bajo ocupación musulmana en la península, quedó finalmente liberado. Como solía ocurrir en estos casos, los supervivientes musulmanes prefirieron renegar de su religión y cultura para permanecer en España antes que regresar a su propia tierra. Esto se refleja en la fiesta, al final de la cual el sultán implora perdón a la Virgen del Rosario y se convierte al cristianismo junto con todos los suyos. La toma de Granada marcó así el fin de una guerra que se había extendido a lo largo de más de setecientos setenta años.
Como nos pilla mal desplazarnos para asistir a este evento, tomamos parte en él a nuestra manera, leyendo y reseñando otro par de capítulos de El Guerrero del Antifaz.
Defensa de héroes (nº 28). El enfrentamiento entre Hixem y Mozhafi es breve. Ambos ven al otro como un rival para obtener el amor de Zoraida pero es esta quien los separa, recalcando una vez más que no está interesada en ninguno de los dos en ese sentido. De momento, Hixem y Mozhafi se dan la mano y quedan como amigos, que es más de lo que me esperaba.
Mientras tanto, el Guerrero se adelanta a su grupo para explorar el terreno. Descubre un ejército musulmán inmenso que se dirige a reforzar el peñón con más de mil hombres. Averigua también que hay una fuerza cristiana que se dirige hacia este con la intención de rescatar a Ana María, creyendo que aún se encuentra ahí. Intercepta a los caballeros cristianos, que son poco más de cien (obviamente no saben nada de los refuerzos que ha recibido Olián) y les informa de los acontecimientos recientes. La columna está al mando del sensato capitán Fernández (que ayudó a Don Luís a tomar el puesto avanzado en el nº 21, Aliados contra Olián) y este decide ir en busca de los compañeros del Guerrero y regresar inmediatamente a terreno cristiano.
Sin embargo, tras reunirse con ellos y emprender el regreso, son atacados por los refuerzos de Olián, que los superan en más de diez a uno. Los caballeros cristianos logran hacerse fuertes en un montículo elevado donde tienen una cierta ventaja, pero a la vez quedan rodeados. Los moros les atacan en oleadas y son rechazados una y otra vez, pero no sin coste. También los defensores van cayendo pese a la ventaja del terreno, ya que esta no basta para contrarrestar totalmente la enorme superioridad numérica del enemigo.
El capitán Fernando cae aturdido por un fuerte golpe de maza en la cabeza y muere poco después sin haber recobrado el sentido. También Don Luís recibe varias heridas y se derrumba, incapaz de seguir luchando. Finalmente los atacantes se retiran. Están sufriendo demasiadas bajas y su superioridad numérica se reduce por momentos, así que optan por establecer un cerco en torno al montículo.
Varios caballeros se acercan a hablar con el Guerrero y le informan que hay más tropas cristianas en los alrededores. Ellos son una avanzadilla, y proponen enviar a alguien en busca del resto de tropas para romper el cerco. Sin ningún tipo de sutileza, el Guerrero hecha a correr ladera abajo y se abre paso a espadazos entre las filas enemigas hasta llegar a un caballo. Subiéndose en este de un salto, se aleja al galope en busca del grueso de las tropas cristianas.
Y las encuentra, pero no en mucha mejor situación que la avanzadilla. El grueso del ejército cristiano son solo otros doscientos hombres, y se están batiendo con las tropas de Alhamar, general de Olián.
El Guerrero se enfrenta personalmente con él en combate singular y pese a la gran habilidad de éste le derrota. Le ordena cesar el ataque a cambio de perdonar su vida, pero Alhamar demuestra ser un adversario honorable después de todo y se niega a rendirse, prefiriendo la muerte antes que faltar a su deber. Incapaz de ejecutar a un hombre valiente, enemigo o no, el Guerrero aguarda hasta que la batalla llega a un final por sí misma. Los moros se retiran para reagruparse y los cristianos, informados por el Guerrero de la situación de la avanzadilla, aceptan entonces ir en su rescate.
El tirano (nº 29). Toda la región es ahora un hervidero de tropas. Alhamar y sus soldados están a la espera de refuerzos para ir tras el grueso del ejército cristiano. Este, entre tanto, ha llegado al montículo donde su avanzadilla está sitiada. Los atacantes han reanudado sus asaltos, desgastando a los defensores pero también perdiendo muchas tropas en el proceso. La llegada de los caballeros cristianos iguala más las fuerzas, y los soldados moros optan al fin por retirarse.
El grueso del ejército cristiano se reúne con su avanzadilla y el Guerrero con sus amigos. Entre los caballeros cristianos está el capitán Rodolfo, cuyo odio hacia el Guerrero parece ser cada vez mayor. Una puya tras otra, Rodolfo logra que el Guerrero pierda la paciencia y la emprenda a puñetazos, y otros caballeros deben intervenir para detenerlos.
Tras un breve debate sobre lo que deberían hacer a continuación, todos emprenden el camino de regreso hacia territorio aliado. Sin embargo, tan pronto como considera que Ana María, Sarita y el malherido Don Luís están a salvo, el Guerrero se despide de ellos y de los caballeros y vuelve grupas, marchándose por su cuenta. Fernando y Osmín lo acompañan.
Los tres se dirigen al refugio de los Kir, donde se reúnen con Shantal y Solimán, los hermanos de Osmín. Estos les hablan del rapto de Aixa y su combate contra el terrible Kadúl, el verdugo de Hamet Zenete (esto ocurrió en el nº 23, Apresados en el monte). Han conseguido averiguar quién era ese individuo y se estaban preparando para rescatarla.
Lo que no han tenido en cuenta es que su guarida ya no es segura. Kadúl conoce la situación de esta y la ha revelado a su señor. Este ha enviado a un grupo de sus Jinetes Negros a acabar con ellos. Los Jinetes Negros aprovechan que todos están dentro de la cueva para bloquear la entrada y aguardar fuera con ballestas, preparados para acribillarles cuando traten de salir. El Guerrero y los demás salen de la cueva por otro conducto que los Jinetes no conocen y caen sobre estos por sorpresa. En cualquier caso la localización del refugio ya no es secreta, por lo que no es seguro seguir usándolo.
Pasamos ahora la fortaleza de Hamet Zenete, que sigue empeñado en casarse con su prima Aixa. No solo es que esté obsesionado con ella desde hace mucho, sino que una boda con la hija de su hermano hará que los antiguos servidores de este vean más legítimo el que haya tomado posesión de su territorio. Aquí se nos revela que Hamet, aparte de ser un tirano sanguinario que ejecuta a todos aquellos servidores que le fallan, tiene poderes hipnóticos. Ejerce estos sobre Aixa, sometiéndola a su voluntad.
Mientras tanto, continúa la purga de Hamet sobre los antiguos soldados de Harúm que ahora le obedecen a desgana. Uno de ellos, al verse descubierto mientras conspiraba contra él, desenvaina su cimitarra y se enfrenta a Hamet, pero este lo retiene solo con la mirada. Kadúl el verdugo atrapa a este soldado y lo lleva a las celdas, donde varios otros esperan su tortura y ejecución.
Podéis repasar el siguiente número pulsando aquí.
Otras colecciones de Manuel Gago
Nuevas aventuras del Guerrero del Antifaz
El Guerrero del Antifaz. 1944. Manuel Gago (guion y dibujo). Reeditado en 1972 por Editorial Valenciana S.A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario