EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡Saludos, amigos cinéfagos!
¡Cuatro de noviembre! Tal día como hoy, hace ciento tres años, Howard Carter descubrió la tumba de Tutankamón, “el faraón niño”. Nos ha parecido que es un buen momento para desempolvar esta vieja película que, si bien tiene un nulo interés arqueológico, presenta una variación bastante curiosa de uno de mis monstruos clásicos favoritos, la momia viviente.
La película fue dirigida y coguionizada por Frank Agrama, responsable de otras cintas de serie B pero también fundador de Harmony Gold. Esta es la compañía que distribuyó en América la magnífica serie Macross Saga bajo el nombre de Robotech, dándole una proyección internacional. El despertar de la momia se filmó realmente en Egipto, lo cual (paradójicamente) es lo menos habitual en las películas de momias. Y probablemente en eso se les fue la mayor parte del presupuesto...
La historia empieza 3.000 años antes de Cristo. Los soldados del cruel faraón Safiraman se dedican a capturar periódicamente gente de su propio reino para torturarlos y sacrificarlos. Safiraman es, por lo que se nos da a entender, un individuo sádico que disfruta con el sufrimiento ajeno. Pero le llega su hora, como a todos, y se le sepulta en una mastaba (una cámara funeraria subterránea). Su sacerdotisa lanza una maldición para que la momia de Safiraman pueda alzarse si su tumba es profanada. La cámara funeraria se cierra y un grupo de sacerdotes se queda voluntariamente en su interior. Mueren asfixiados por un gas venenoso mientras la sacerdotisa abandona la tumba, cerrando las puertas de piedra tras de sí.
Pasan cuatro mil novecientos ochenta y un años. Un grupo de ladrones de tumbas encuentra la mastaba de Safiraman. Lo único que les interesa es el valor económico de lo que puedan saquear de allí, y vuelan la puerta de piedra del sepulcro sin contemplaciones, usando cartuchos de dinamita. Aquí tenemos un pequeño toque de realismo nada habitual en las películas de momias, y es que los ladrones no entran inmediatamente en la mastaba, sino que dejan que se airee durante un día completo para que la atmósfera corrompida que se forma en los espacios tanto tiempo cerrados no les envenene. Esta es una medida de protección básica que se lleva a cabo actualmente en los descubrimientos de cámaras selladas.
Este grupo de saqueadores está formado por Rick, el jefe, una especie de anti-Indiana Jones rubio, y sus tres secuaces, de esos que se nota desde el principio que están allí para aumentar el número de personajes asesinables. Uno de ellos, un hombre bajito y gordito, es especialmente interesante a día de hoy por un diálogo que mantiene con Rick. Este socio aparece más tarde que los otros y Rick le pregunta “¿Qué haces aquí?”, a lo que este contesta “Vigilar mi inversión”.
No solo el personaje (bajito, gordo y desaliñado) recuerda mucho al alcaide de la prisión de La Momia (1999), sino que es el mismo diálogo que este mantiene con Ivvy. Y aparte, tanto el aventurero interpretado por Brendan Fraser en aquella como el de esta se llaman Rick. Esto último se podría tomar como una casualidad si no fuera por lo anteriormente comentado. Probablemente el guionista o el director de La Momia de Brendan Fraser había visto El despertar de la momia y la tuvo en cuenta de forma consciente o inconsciente.
El caso es que, tras abrir ellos la mastaba, es otro grupo de tres ladrones los que entran primero, azuzados por una anciana loca llamada Xena, que resulta ser la sacerdotisa que sepultó a Safiraman casi cinco mil años atrás, y que, la verdad, se conserva muy bien para su edad. Estos otros ladrones entran en la tumba… y el único que logra salir con vida, se deja la cara dentro.
Paralelamente a estos alegres sucesos tenemos a un grupo de modelos que están recorriendo Egipto junto con unos fotógrafos y una maquilladora. Van por encargo de una revista de moda, para tomarse fotos en el desierto con las pirámides como decorado. Casualmente se topan con el grupo de Rick y deciden que el interior de la tumba es el escenario perfecto para su sesión fotográfica. El director de las modelos posee un documento en el que el gobierno de El Cairo le autoriza a sacarse fotos en cualquier lugar, y le reclama a Rick su derecho a hacerlo en la tumba, pensando que se trata de una excavación autorizada. Rick, que no quiere que este vaya a quejarse a las autoridades y le descubra, accede de mala gana. Ahora tiene que esperar a que estos inoportunos turistas se cansen de hacer fotos para poder buscar tranquilamente el tesoro y llevárselo. Eso, como supondréis, no va a pasar.
El equipo llena de focos y generadores la mastaba para la sesión fotográfica. Aparentemente, porque no se aclara, es la energía eléctrica o estática de los focos lo que reactiva a la momia de Safiraman. Y, al contrario que todas las momias vistas en el cine hasta ese momento, que se caracterizaban por estar resecas y apergaminadas, esta es una momia húmeda. Rezuma un fluido viscoso, corrosivo y humeante. Está, como dirían en la ya mencionada La Momia de 1999, “…jugosa”. Al despertar Safiraman lo hacen también sus sacerdotes, que es otro punto en común entre ambas. Las momias cinematográficas siempre habían sido monstruos solitarios, pero este es, que yo sepa, el primer caso de una momia con un grupo de sacerdotes momificados como sirvientes. Y La Momia de 1999 es el segundo. Sin duda la principal inspiración de La Momia de 1999 fue La Momia de 1932, pero sospecho que la modesta El despertar de la momia tuvo algo que ver en su deriva hacia película de acción.
El caso es que, con las momias ya pululando por ahí, empezamos a tener algunas muertes. Una de ellas es la de Xena, que tras casi cinco mil años esperando su regreso se encuentra al fin con Safiraman solo para ser estrangulada por este. Quizá Safiraman no la reconoce o (lo que veo más probable) ella no le importa en absoluto. Después de todo, esperar agradecimiento de alguien cruel y sanguinario por naturaleza ya se sale del terreno de la ingenuidad y entra en el de la estupidez.
Safiraman y sus sacerdotes emprenden la marcha hacia el poblado más cercano, ansiosos por matar a alguien. Van acabando con algunas personas aparentemente al azar. También con algunas de las modelos cuando las pillan aisladas del resto, así como con Rick y sus ayudantes. Como es habitual en estas películas, nadie echa especialmente de menos a los que van desapareciendo, achacando su ausencia a cualquier excusa poco creíble.
Un detalle curioso es que Safiraman mata estrangulando o usando armas cuerpo a cuerpo que encuentra por ahí, mientras que sus sacerdotes actúan más como zombis, mordiendo a sus víctimas y devorándolas. Es cierto que en la mitología egipcia existen seres similares a los zombis, los chatiu, llamados también Cadáveres Cósmicos de las Estrellas del Decanato (la terminología y conceptos que aparecen en algunos textos antiguos egipcios suenan a sorprendentemente actuales, la verdad). Los chatiu eran algo así como constelaciones de estrellas muertas vivientes que en determinadas ocasiones generaban (o se transformaban, la mitología es confusa en este punto) en espíritus demoníacos humanoides que se comportaban como zombis en el Más Allá, devorando a mordiscos las almas de los difuntos. Pero los chatiu no tenían una versión corpórea en el plano terrenal, siendo solo tangibles en el espiritual, y dudo que el motivo de incluir zombis en una película de momias fuera representar a esta parte tan poco conocida de la mitología egipcia. La explicación de la presencia de zombis aquí es mucho más simple.
En los ochenta estábamos en plena fiebre zombi, desatada por la Dawn of the Dead de Romero en 1978, y las películas de zombis proliferaban. El hacer que los sacerdotes se comportaran como zombis más que como momias probablemente fue solo una forma de aprovechar también el tirón de los zombis para esta película, cuyo título original, por cierto, es Dawn of the Mummy🙄
Estas escenas de muertes están bastante desordenadas, porque Safiraman parece estar a la vez en el pueblo y en la excavación, matando aquí y allí. No queda claro cómo se pasea por las calles del pueblo sin que nadie se fije en él ni cómo cubre rápidamente la distancia entre este y la excavación. Podemos suponer que tiene el poder de teleportarse… o lo que es más probable, que las escenas se montaran mal y que por eso la momia parezca saltar de un escenario a otro.
Todos los personajes van muriendo y los que quedan se ven atrapados en el estallido zombi que se produce en el pueblo hacia el final, con Safiraman y todos sus sacerdotes (un montón de ellos) apareciendo de pronto para hacer una gran matanza final. Escenas de pánico, escasa oposición por parte de los habitantes del lugar, momias-zombi devorando a la gente... Dos de las modelos y un proveedor que el equipo tenía en el pueblo tratan de acabar con Safiraman con la dinamita que usaba Rick para excavar, haciéndose perseguir por la momia hasta el cobertizo donde se guarda esta, y encerrándola allí. Cuando el cobertizo explota creen haber acabado con Safiraman, pero una típica imagen final nos muestra que este sigue entero.
La película es más que nada una curiosidad dentro de su propio género, filmada de forma torpe pero quieras que no original por el modo en que mezcla el cine de momias con el de zombis, el cambiar la momia reseca por una “jugosa” y de tacto ácido, y la presencia de un numeroso grupo de momias extra. Vista hoy en día tiene ese encanto de la serie B de las películas que tratan de ser serias y resultan involuntariamente cómicas, especialmente por la exageradísima y delirante actuación de Rick.
Más películas de momias pulsando aquí.
Dawn of the Mummy. 1981. Frank Agrama, Daria Price, Ronald Dobrin (guion) Frank Agrama (director). George Peck, Barry Sattels (actores principales) Brenda King, Joan Levy (actrices principales). Harmony Gold. Editada en DVD por No.Limits.Films.

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