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martes, 18 de noviembre de 2025

EL GUERRERO DEL ANTIFAZ (nº 41 a 43) Atrapados en Magreb

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, nobles caballeros y damas.

Nos encontramos en plenas fiestas de Moros y Cristianos de San Clemente, en Lorca. Se extienden durante diez días, del 14 al 24 de noviembre, aunque los principales eventos se concentran en los días 21 al 23. En lugar de por su nombre habitual de Moros y Cristianos, allí se las conoce como Fiestas de Moros, Cristianos y Judíos, siendo las únicas celebraciones de este tipo en que hay un tercer bando en representación de la población judía de la época. Se conmemora principalmente la toma del Castillo de Lorca en 1244. Las jornadas de celebraciones incluyen pregones, actuaciones teatrales, torneos medievales, conciertos, encuentros gastronómicos y (aunque fuera del periodo oficial por las fechas) conecta con la Janucá que se celebra en diciembre en la sinagoga del castillo.

Otra de las particularidades de esta fiesta es que incluye a un grupo de ocas, que hacen sus avances, retrocesos y giros como cualquier otra comparsa. Son a la vez un toque de humor para contrastar con la solemnidad del acto y un reconocimiento a los granjeros y pastores de estas tierras.

Por los registros históricos que se conservan, en 1243 el infante Alfonso de Castilla y León (más tarde conocido como Alfonso X el Sabio) hizo el pacto habitual con el rey musulmán que en aquel entonces dominaba Murcia: si deponía las armas y aceptaba el gobierno cristiano, se le permitiría a él y a su gente permanecer en la península conservando sus bienes y religión. Y como era habitual también, estos aceptaron, porque la alternativa era regresar al Magreb (Marruecos). 

Tras esto, en 1264 los musulmanes de Murcia se alzaron en armas otra vez junto con los de Granada, atacando también a las comunidades judías (que eran principalmente contables, artesanos y comerciantes), pues estos congeniaban más con los cristianos que con ellos. Esta revuelta fue sofocada por Jaime I de Aragón, en nombre de Alfonso X.

Las comparsas que desfilan por el bando moro son los Almorávides, Almohades, Benimerines, Abencerrajes, Alárabes, Tribus del Desierto y Guardia Nazarí. Por parte de los cristianos tenemos a los Caballeros de Santiago, Caballeros de San Jorge, Caballeros de San Clemente, Infantes de Alfonso de Castilla y Nobleza Castellana. Las comparsas judías están formadas por los Judíos de la Sinagoga, Mercaderes Hebreos, Judíos Sefardíes, Consejo de Ancianos, Artesanos & Comerciantes y Janucá.

Como de costumbre, aprovechamos otra fiesta de Moros y Cristianos (y Judíos, en este caso) para reseñar algunos capítulos más de El Guerrero del Antifaz.

En busca del pirata (n.º 41). Tras una feroz lucha, la fortaleza-prisión cae en manos de los cristianos. De pronto, el Guerrero dispone de cerca de trescientos soldados cristianos a su servicio, prisioneros de guerra liberados de una cárcel turca cercana a Túnez. 

Ahora que lo pienso, Argel está relativamente cerca de Túnez… ¿Y no estuvo don Miguel de Cervantes cautivo en Argel? ¡Quizá Cervantes sea uno de los presos anónimos liberados por el Guerrero!😱 ¿Qué otros episodios nos han ocultado los libros de historia?🤔Bueno, en realidad hay un lapso de tiempo de unos ochenta años entre el fin oficial de La Reconquista y el cautiverio de Cervantes en Argel, pero no hubiera estado mal que Gago incluyera algún que otro personaje histórico de la época para que sus nombres sonaran más a los críos que leían sus comics.

La intención del Guerrero ahora es trasladar a todos los prisioneros a España. Para ello necesita la flota del Pirata Negro. Por eso, el Guerrero y Fernando parten en su busca y, al no ser interceptados ni verse envueltos en nuevos combates, avanzan sin contratiempos. El Pirata Negro, por su parte, ha logrado sacar de Túnez a Beatriz ocultándola en un carro de forraje. El vehículo los conduce hasta un pequeño pueblo donde vive Omar, hermano de Yusuf. La idea del Pirata Negro es aprovechar esos envíos periódicos de forraje para ir sacando de Túnez al resto de las prisioneras.

Mientras tanto, en España, la esclava de Olián se presenta sola y desarmada en el castillo de Torres. Finge pedir clemencia para su amo, que ya ha perdido la mayor parte de sus territorios y su influencia en la región. En realidad, la intención de Zaida es sonsacar al conde o bien a Ana María información sobre el paradero y actividades del Guerrero. Es así como se entera, y Olián a través de ella, que el Guerrero partió hacia Túnez.

La noticia llega igualmente al reino de Aixa, y por tanto a conocimiento no solo de esta sino también al de Zoraida y los hermanos Kir. Estos empiezan a plantearse el ir en su búsqueda para ayudarle. El otro pretendiente de Aixa, Mozafhi, es ahora un remero esclavo en una de las galeras de Yeir Kan. El que se dediquen un par de viñetas a recordarnos su situación siendo ya un personaje irrelevante, es un indicativo de que podría volver a la palestra más adelante.

La casa de Omar (n.º 42). Olián, sabiéndose derrotado, pretende huir de España. Para ello hace llamar a uno de sus generales, Mathudi, y le confía una misión. Deberá buscar a la llamada Mujer Pirata, hija de un amigo suyo que, a la muerte de este, heredó su flota. Quiere que sea ella quien acuda a sacarle de España con sus barcos.

De vuelta en África, el Guerrero logra encontrar al Pirata Negro en el pueblo del hermano de Yusuf, del que este le habló. Trata de convencerlo de que emplee su flota para poner a salvo a los cerca de trescientos prisioneros cristianos que rescató de la prisión. El Pirata Negro no parece dispuesto a ceder en esto, hasta que intercede Beatriz. Perdidamente enamorado (o más bien encaprichado, porque apenas ha tenido tiempo de conocerla), el Pirata Negro accede a lo que esta le pide.

No demasiado lejos de allí, en la ciudad de Túnez, los hermanos Kan han descubierto la treta de Yusuf y han capturado al resto de mujeres que este escondía, cuando trataba de sacar a otras dos de la ciudad ocultas en un carro de heno. 

Yusuf logra huir, mientras que los carreteros son capturados y ejecutados, tras hacerles confesar dónde se esconden el Pirata Negro y el Guerrero. Casi inmediatamente llegan unos guardias que escaparon de la prisión y notifican la pérdida de esta. Yeir Kan, que ve que todo se le está yendo de las manos rápidamente, envía tropas tanto al pueblo en busca del Guerrero y el Pirata Negro como a la prisión, para tratar de recuperarla.

El Guerrero ha vuelto a la prisión para organizar a los excautivos. Su intención es llevarlos a todos hasta la costa para que la flota del Pirata Negro los recoja, pero en la prisión hay muy pocos caballos y, yendo la mayoría de ellos a pie, tardarían demasiado en cubrir esa distancia. Uno de los prisioneros sabe de un puesto de guardia moro cerca de allí en el que hay una gran caballeriza, y deciden asaltarlo. Simultáneamente a esto, las tropas de Yeir Kan llegan hasta el cercano pueblo de Omar y rodean la casa de este. El Pirata Negro y Fernando bloquean puertas y ventanas y se aprestan para la defensa.

Dos héroes en acción (n.º 43). En España, Don Luis ya se ha recuperado de sus heridas lo suficiente para salir a dar un paseo, acompañado por el conde de Torres, su hija Ana María (ahora prometida de Don Luis) y Sarita. Cuando don Luis empieza a hablar de matrimonio, Sarita nota la incomodidad de Ana María y se la lleva aparte con una excusa. Los hombres se quedan hablando mientras las mujeres se alejan un tanto. 

Zaida, que ha estado al acecho de los movimientos de Ana María, ve aquí su oportunidad de acabar con ella. se aproxima a las damas con un cuchillo y trata de apuñalar a Ana María por la espalda, pero Sarita se interpone y es ella quien recibe la hoja del arma en su cuerpo. Su grito de aviso a Ana María, sin embargo, ha servido para llamar la atención de don Luis y el conde. Don Luis se lanza sobre Zaida cuando esta se dispone a apuñalar ahora a Ana María y en el forcejeo la hoja termina hundiéndose ahora en su propio pecho.    

En ese momento, en Túnez, los hombres de Yeir Kan terminan por abrirse paso al interior de la casa de Omar pese a los esfuerzos del Pirata Negro y Fernando por contenerlos. La espada del Pirata Negro se rompe por la fuerza con la que golpea a sus adversarios, y sigue peleando con los puños. La lucha se vuelve desesperada y hasta Beatriz toma del suelo la espada de uno de los hombres caídos de Yeir Kan para echar una mano. 

Lo que salva la situación es el regreso del Guerrero y los prisioneros cristianos, que han logrado apoderarse de los caballos que necesitaban. Ahora son los hombres de Yeir Kan los que están en inferioridad numérica. El combate termina rápidamente y algunos logran huir.

Por uno de los supervivientes heridos, el Guerrero se entera de lo ocurrido a Yusuf y los carreteros, y que el resto de mujeres vuelven a estar prisioneras en palacio. El Guerrero y Fernando deciden entonces ir en su rescate mientras el Pirata Negro embarca a Beatriz y los prisioneros de guerra cristianos rumbo a España.

Afortunadamente para ellos, Yeir Kan ha enviado a la mayor parte de su guardia a retomar el control de la prisión. Esto, junto con las bajas que ha tenido los días anteriores y el grupo aniquilado en el pueblo de Omar, ha dejado su ciudadela casi desguarnecida. Por medio de un centinela al que derriba e interroga, el Guerrero se entera de dónde tienen encerradas ahora a las mujeres, y va a buscarlas. Se trata de una casita fuera de palacio, en la que están atadas y amordazadas, amontonadas en un rincón, pero sin vigilancia.

Cuando entra para liberarlas, el suelo cede bajo sus pies y se precipita a un foso. El fondo del mismo está lleno de agua para amortiguar el impacto y capturar vivo al incauto que caiga en ella, pero es agua profunda y el Guerrero, incapaz de trepar por la resbaladiza pared, debe agarrarse a un saliente para no hundirse.

Las trampas de foso son un recurso clásico en este cómic. ¡En El Guerrero del Antifaz el suelo es menos de fiar que en el primer Prince of Persia! Fernando, que andaba tras él, se libra del foso, pero no de los guardias que estaban al acecho y acuden en masa cuando la trampa se dispara. Aunque le derrotan y capturan, durante la pelea Fernando logra arrojar a uno de sus enemigos al foso. En el fondo de este, el guardia moro y el Guerrero empiezan a pelear a puño y cuchillo por el único buen agarradero que permitirá al vencedor no ahogarse inmediatamente.

¡Buen momento para dejarlo! Hasta que continuemos con algún capítulo más, puedes repasar los números anteriores en orden desde el primero pulsando aquí.  

Otras colecciones de Manuel Gago 

Nuevas aventuras del Guerrero del Antifaz

El Aguilucho

El Guerrero del Antifaz. 1944. Manuel Gago (guion y dibujo). Reeditado en 1972 por Editorial Valenciana S.A.

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