Presentado por… Flop
Ordenando nuestra biblioteca nos encontramos con algunos libros de cuentos de Jack London que ya no recordábamos tener. Y pensamos que, antes de reseñarlos, no estaría de más dedicar una entrada a este autor tan peculiar. Conocer las circunstancias que marcaron la vida de un autor ayuda a entender mejor su obra, y en algunos casos, es tan apasionante como esta.
Jack London (John Griffith Chaney) fue un escritor estadounidense nacido de una pareja muy pobre. Su madre era una música y espiritista con problemas mentales y su padre un astrólogo ambulante que los abandonó antes incluso de que Jack naciera. La única figura que aportó estabilidad a su infancia fue su padrastro, obrero y militar retirado, de quien tomó el apellido de London. Él mismo tuvo que empezar a trabajar siendo niño como vendedor de periódicos y mozo de fábrica para aportar algo de presupuesto extra a la familia. Fue pescador ilegal de ostras en la bahía de San Francisco, buscador de oro en el Klondike (una de las regiones más duras y salvajes de Canadá), y navegó como marinero por los mares del norte y el sur, siempre valiéndose por sí mismo, en pos de una fortuna que parecía serle esquiva. Fue, en definitiva, lo que a día de hoy se denomina autónomo, y que en aquel entonces se conocía como aventurero.
Asistió a la escuela de forma irregular, cuando sus trabajos se lo permitían, pero su verdadera educación la obtuvo a base de libros que tomaba prestados de las bibliotecas públicas. Uno de ellos fue El manifiesto comunista, de Karl Marx, que convirtió al joven e impresionable Jack en un socialista declarado, pese a que su propia vida y sus relatos muestran una ideología totalmente contraria al comunismo: el individualismo, la meritocracia, el emprendimiento personal, la lucha contra la adversidad (ya sea esta representada por una injusticia social o por la propia naturaleza) y la idea de que todo hombre debe ser capaz de valerse por sí solo si es necesario en lugar de depender de colectivismos.
Al final de su vida renunció desengañado del socialismo, pero de esa época en la que creía fervientemente en él surgió El talón de hierro (1906), considerada una de las primeras obras de ciencia ficción distópica. Este libro, en el que demonizaba el capitalismo y el libre mercado, le proporcionó unos considerables beneficios que se apresuró a gastar de la forma más capitalista posible, en pequeños lujos y caprichos del todo innecesarios.
Se ha dicho que esta aparente incoherencia entre sus ideales declarados y los que mostraba tener en la mayoría de sus obras es lo que las hace únicas. Personalmente creo que combinaba una fascinación por la fuerza individual con discursos de compromiso social simplemente porque así había sido su vida. Se podría decir que el individualismo fue su realidad, y el socialismo su sueño. A su etapa de pescador de ostras siguió otra en la que se unió a la patrulla que perseguía a los pescadores de ostras, por ejemplo. Vivió la situación desde ambos lados del espectro, siendo primero delincuente por necesidad y luego la autoridad que los perseguía. También trabajó en fábricas textiles en condiciones poco menos que inhumanas, pero tras alcanzar el éxito literario él mismo fue dueño de negocios similares. Sus obras atraen tanto porque muestran y problematizan el choque entre las necesidades del individuo y las del grupo, o entre una cultura y otra muy diferente, en lugar de simplemente pintar a unos de buenos y a los otros de malos.
Dos de las obras de London, La llamada de lo salvaje y Colmillo Blanco, son especialmente interesantes a la hora de entenderle.
En la primera el protagonista es Buck, un robusto perro San Bernardo que vive tranquilamente, bien cuidado por su familia, hasta que es robado de la finca para ser vendido como perro de trineo. Allí aprende a obedecer a golpes de palo y látigo, descubre por primera vez en su vida el hambre, el frío, el dolor y el ser forzado a correr tirando del trineo hasta prácticamente caer muerto. En lugar de rendirse y dejarse morir, Buck aprende a convertir esa nueva vida en la suya, peleando con otros perros, estableciendo jerarquías entre los animales de tiro y sus propios dueños. Hacia el final vuelve a un estado totalmente salvaje y, liberado del trineo, se convierte en el líder de una manada de lobos.
Colmillo Blanco es el caso inverso, la historia de un perro lobo nacido y criado ya como animal de tiro que conoce las penurias desde cachorro. Pasa por diversos dueños, que mantienen sojuzgada su sangre de lobo a base de maltratos. Lo emplean como perro de trineo y también le hacen pelear por dinero con otros perros, a los que aprende a matar. Colmillo Blanco vive una existencia de dolor y muerte hasta que cae en manos de un buen dueño, que lo adopta como perro doméstico. Ahí es su carácter salvaje el que es puesto a prueba, aprendiendo a confiar en los humanos, que para él siempre han sido motivo de temor y odio. Finalmente Colmillo Blanco se adapta a esa nueva vida, calma su carácter, se domestica a sí mismo y se convierte en un miembro más de la familia.
Ambas obras nos cuentan en esencia la misma historia, pero desde los dos ángulos opuestos: la del individuo acomodado en el grupo al que las circunstancias obligan a ser fuerte por si mismo, y la del individuo bestializado por su propio entorno que aprende a formar parte de una sociedad civilizada.
Considero que estas dos son las obras que mejor reflejan la vida del autor porque muestran la que parece ser su autentica ideología; que la fuerza no reside necesariamente en el individuo o en el grupo sino en la capacidad de sobrevivir a toda costa adaptándose a todo aquello que no se puede controlar.
Puedes ver nuestra reseña de algunos libros de este autor pulsando aquí.
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