Otra historia de detectives disfrazada de
ciencia ficción. El comienzo es engañoso, con un personaje sin suerte
aterrizando en un planeta salvaje para realizar reparaciones de emergencia.
Pronto se ve envuelto en un combate con un enorme cavernícola que regenera
incluso extremidades amputadas en cuestión de segundos, del que a su vez le
libra una misteriosa muchacha acompañada de otra raza diferente de criaturas
simiescas a las que les brota un cuerno de la cabeza cuando se enfadan... todo
muy en plan ciencia ficción clásica, sin demasiadas pretensiones y graciosa por
su misma ingenuidad.
Pero luego se convierte en una simple
trama de investigación de un secuestro. El Circo Galáctico del
título es literalmente eso... un circo usado como tapadera por los secuestradores,
en el que hay un forzudo que levanta pesas, varios equilibristas, un
hombre-cohete al que disparan con un cañón... da la impresión que el autor puso
primero el título al relato porque la idea de un circo galáctico le sonaba
bien, pero luego no supo qué papel darle, así que lo dejó en un simple circo
como los de hoy en día, pero haciendo giras de mundo en mundo, lo cual no
parece económicamente rentable.
Hay algunas cosas que chirrían demasiado:
se da una gran importancia al nombre del responsable del secuestro, dando a
entender que las letras que lo componen pudieran encerrar un significado oculto
(luego resulta que no es así, se trata simplemente de su nombre). Y se exagera
increíblemente la fuerza del protagonista, que sin ser un hibrido medio
alienígena, ni un ciborg ni nada por el estilo, envía por los aires de una
patada a un tigre bicéfalo de cuatro metros de largo. No contento todavía,
agarra al pobre animal por la cola y lo lanza a diez metros de distancia sin
ninguna dificultad. Y todo esto lo logra, según el autor, gracias a que su
entrenamiento como piloto incluía clases de supervivencia por si debía
aterrizar en algún paraje salvaje.
Por otra parte, el punto original en el
relato lo pone el arsenal del que hacen gala los malvados, que, en lugar de
reducirse a las típicas pistolas de rayos láser, es más variado. Se nos
describen tres tipos de armas bastante originales para la época: una pistola
que dispara gas narcótico, una que emplea como munición finísimas agujas
disparadas a ultra velocidad, y la pistola de lazos.
Esta tercera arma es un aparato que
proyecta un cable de gran resistencia y un grosor casi microscópico, al extremo
del cual hay una pequeña plomada. Manejado por una mano experta, puede envolver
el cuello de la víctima y decapitarlo de un simple tirón.
De no ser porque se escribió una década
antes, podríamos pensar que el autor plagiaba descaradamente a los látigos
monofilamento de William Gibson y su Neuromante.
Al final, la pareja protagonista se casa.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
Circo Galáctico. 1975. Gleen Parrish [Luís
García Lecha]. La conquista del espacio nº270. Editorial Bruguera S.A.
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