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jueves, 9 de agosto de 2018

CON EL DEMONIO NO SE JUEGA

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS 
¡ALERTA DE EXPOILERZ!

Una sobredosis de diálogos interminables. Frases lo más cortas posibles (muchas de una sola palabra). Hombres que carraspean y tosen cada vez que tienen que decirle algo a una mujer. Un demonio que no lo es. Una previsible boda al final. Y dos personajes dando vueltas sin cesar a la misma conversación. Todos estos elementos sirven de argumento y excusa a Berna para otro de sus relatos cogidos por los pelos. 

La escritora Olivia Grant ha provocado un pequeño revuelo con su última obra, en la cual se burla de la figura de Satanás, presentándolo como un ser ridículo y borrachuzo. Esto parece incomodar al propio Satanás, que se presenta en casa de Olivia y le deja una cruz invertida marcada a fuego en la espalda con un hierro candente.

Olivia es encontrada tirada en el suelo, desnuda y marcada, por el periodista Jerry (con el que esta había acordado una entrevista y una cena) y la propia sirvienta de Olivia, Margaret, que estaba fuera de la casa y coincide con Jerry en la puerta cuando este acude a la cita. 

Tras dejar a Olivia en manos de médicos y policías, Margaret acompaña a Jerry a su apartamento. Casualmente, Margaret no tiene casa y carece de ahorros. No puede permitirse una pensión, porque Olivia aún no le ha pagado ese mes, ni tiene familiares o amigos a los que recurrir, ni,,, vamos, que simplemente el autor fuerza la situación para que su única posibilidad de evitar dormir en la calle sea recurrir a Jerry, al que acaba de conocer. Esto, naturalmente, es la forma de justificar que Margaret y Jerry se vean pasando la noche en un pequeño apartamento de un solo dormitorio.

Con el demonio no se juega, vale… pero tampoco con la paciencia de los lectores. La práctica totalidad del relato es de hecho la interacción entre Jerry y Margaret durante estas incómodas horas, en las que ambos terminan viéndose "obligados por las circunstancias" a dormir en ropa interior en la misma cama. También hay un momento en el que Margaret tiene una pesadilla en la que Satanás le marca la espalda a ella tal como hizo con Olivia, por lo que hace que Jerry la examine en detalle en busca de heridas... os podéis hacer una idea. 

Satanás se presenta (esta vez sí), ante ellos para advertirles que les castigará si se burlan de él. ¿Aparece surgiendo de las sombras, o se materializa a partir de una explosión de llamas con olor a azufre? Pues... nada de eso. Llama al timbre de la puerta del apartamento y espera a que le abran. Entonces Jerry lo reconoce. Resulta que el supuesto demonio es un antiguo compañero de instituto, que está loco porque... bueno, es uno de esos locos porque sí, y le ha dado por hacer eso de disfrazarse de demonio para ir asustando a la gente. Esa es toda la investigación que deben llevar a cabo los protagonistas para resolver el misterio: resulta que uno de ellos ya lo conocía y el propio culpable se presenta en su casa. 

Tras una sesión de puñetazos en la que el loco termina matándose accidentalmente con su propio cuchillo, todo el asunto se resuelve y Jerry y Margaret se casan, que ya hace más de diez horas que se conocen. 

Pero con todo lo malo que tenía Berna, se vendía bien. Los lectores de la época aún estaban ahogados por la todavía latente censura y represión moral del postfranquismo, y lo único que buscaban era un poco de evasión ligera, algún asesinato gráfico y un poco de erotismo desenfadado. Si les hubieran ofrecido por el mismo precio que un bolsilibro de Berna uno de los complejos y recargados relatos de Lovecraft, probablemente no lo habrían comprado.

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

Con el demonio no se juega. 1979. Joseph Berna [José Luis Bernabéu]. Selección Terror nº 334. Editorial Bruguera S.A.

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