Otro de los
típicos libritos de Joseph Berna, que habría sido sin duda el autor favorito de
Sigmund Freud de haber vivido en la misma época. El inicio del relato es la
apertura clásica de Berna, centrada en describirnos el héroe de la historia:
invariablemente es alto, atlético, rubio o moreno (eso no parece importarle) y
de tres a siete años mayor que la protagonista, que aparece poco después.
Alguien está
dedicándose a asesinar a mujeres que posan como modelos fotográficos, por el
extravagante sistema de narcotizarlas, atarlas desnudas y amordazadas a su
propia cama, y soltar en la habitación una tarántula para que las pique. Logra
una cierta tensión con el primer asesinato, con la escena de la modelo
inmovilizada e indefensa, preguntándose qué le va a suceder, narrándonos todas
las horribles posibilidades que le pasan por la cabeza. Bastante más trabajado
de lo habitual en Berna.
Sin embargo, la
cosa decae con la aparición de la araña, extrañamente sobona, que se dedica a
pasearse por el cuerpo de la joven pasando de un pecho al otro y andando arriba
y abajo por los muslos, en lugar de limitarse a picarla. Cuando al final decide
hacerlo, dedica varias horas a ello inyectando dosis mínimas de veneno,
repartiendo además las picaduras por todo el cuerpo, hasta que la acumulación
de toxina mata a la joven.
Este
comportamiento extraño de la tarántula resulta interesante al principio, porque
las tarántulas no tienen esa capacidad de dosificar su veneno. Lo normal es que
inyecten todo el que tienen acumulado de una sola vez y luego busquen donde
esconderse hasta que los sacos de veneno de sus quelíceros vuelven a llenarse.
Pero el que recorra el cuerpo de las modelos tal como la haría la mano de un
agresor humano, recreándose y reincidiendo en lugares específicos, y se dedique
a matar lentamente a una víctima que ni supone un peligro para ella ni va a
poder devorar, hace pensar que la criatura esté siendo controlada por una mente
superior, o al menos esté severamente amaestrada para actual así. Pero ¿cómo se
amaestra a una tarántula?
El protagonista
se ve implicado en esta trama de asesinatos debido a su profesión, fotógrafo de
modelos. Se encargará de llevar el peso de la investigación mientras la policía
pasea de aquí a allá sin enterarse de nada, y finalmente logrará atrapar al
asesino, que resulta ser otro fotógrafo de modelos. ¿El motivo por el que mata
a las modelos? Muy sencillo: es homosexual, algo que para el público español de
la época equivalía a la demencia y estaba a un paso de la psicopatía. De hecho,
durante el franquismo era motivo de prisión o incluso ejecución. En el sumario
del fusilamiento de Federico García Lorca aparecen las palabras "por
rojo y maricón" entre la lista de delitos de los que se le
acusaba.
Berna nos
informa de esta particularidad del asesino con su sutileza habitual:
"...medía
alrededor del metro ochenta de estatura, y era de constitución fuerte. Tenía el
pelo negro y rizado, y sus facciones no denunciaban, ni mucho menos, su
inclinación hacia las personas de su mismo sexo. Que no tenía en absoluto pinta
de marica, vamos".
Afortunadamente,
el criminal recibirá su merecido por el clásico procedimiento de ser apalizado
por el héroe en una épica lucha final que concluirá con el aplastamiento
adicional de su tarántula. Si alguien esperaba una explicación sobre el anómalo
comportamiento de la tarántula, su fijación a pasearse por partes del cuerpo
femenino que a su dueño repelían, su misteriosa capacidad de dosificar el
veneno… solo puedo decir que yo también la esperaba. Lo único que se nos
revela al respecto es que el asesino eligió una tarántula como arma para
parecer más original.
Al final, la
pareja protagonista se casa.
Si te atreves con otros dos libros de este autor a la vez, puedes verlos pulsando aquí.
La tarántula asesina. 1983. Joseph Berna [José Luis Bernabéu]. Selección Terror nº 533. Editorial Bruguera S.A.
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