¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Conan el bárbaro es sin duda el más conocido de todos los héroes
literarios de Robert E. Howard. Le siguen otros también bastante populares como
el Rey Kull de Atlantis o Solomon Kane. Pero hay muchos más, de entre los cuales
tres recibieron el nombre gaélico de Cormac. A uno de estos, Cormac Mac Art,
Howard le dedicó cuatro relatos (dos de ellos inacabados en el momento de su suicido a la temprana edad de 30
años). Estos relatos, revisados, corregidos, y en los dos que lo requerían,
completados por Richard L. Tierney, son los que aparecen recopilados en Cormac,
rey de los mares.
El personaje de Cormac Mac Art es el clásico héroe de Howard: unos dos
metros de altura, musculoso, ojos de un color grisáceo o azul acerado, melena
negra, rostro cubierto de cicatrices… una descripción física perfecta (excepto
por lo de las cicatrices) del propio Howard, de hecho. Aunque Cormac es uno de
los primeros personajes creados por su autor, es cronológicamente muy posterior
a Conan. Si en el mundo de Conan, Aquilonia es una supuesta cultura prerromana,
en el de Cormac Roma ya ha conquistado y posteriormente abandonado las islas
británicas, dejando no obstante una perdurable huella en el mundo. Las
aventuras de Cormac se situarían, por lo que se deja entrever, simultáneamente
al periodo histórico/mítico de la leyenda artúrica.
Como personaje, Cormac es muy similar a Conan, pero difiere en dos
importantes aspectos. Primero, mientras que Conan basaba su estilo de lucha en
su gran fuerza física (a pesar de haber contado también con las lecciones de
grandes maestros de combate), en Cormac ocurre lo contrario, primando el
entrenamiento y la destreza sobre la potencia muscular. El ejército romano fue
el mejor de su época porque desarrolló el arte de la esgrima. Sus hombres estaban excepcionalmente entrenados, y
resultaban letales con el gladius,
una simple espada corta, en un mundo donde la mayoría de los pueblos a los que
se enfrentaban seguían contando con guerreros sin apenas entrenamiento que solo
procuraban ser excepcionalmente fuertes, para cargar con armas grandes y
pesadas, y golpear con ellas lo más duro posible. Cormac es fruto de la
mentalidad romana, y lucha preferentemente con dagas y espadas de hoja ligera
en lugar de con grandes hachas de batalla, mazas enormes o espadones a dos
manos.
Segundo, aunque Conan y Cormac tenían constituciones muy parecidas, Conan
era un titan comparado con los guerreros de los pueblos con los que solía
pelear, a los que habitualmente doblaba en peso y superaba en dos o tres palmos
de altura. Cormac Mac Art forma parte de la tripulación de Wulfhere el rompe-cráneos, un vikingo. Y a pesar de su excepcional
forma física, entre los corpulentos vikingos Cormac resulta comparativamente
pequeño. Esto nos deja con un “Conan” más hábil que fuerte, y menos alto y
musculoso que la media de los guerreros junto a los cuales lucha. A pesar de
ello, su dominio de la esgrima lo convierte en uno de los miembros más
respetados de la tripulación de Wulfhere.
Las cuatro historias contenidas en este tomo son las siguientes:
Los tigres del
mar: Wulfhere y sus guerreros son contratados por el Rey Gerinth para que
rescaten a su hermana, que se encuentra prisionera en el campamento de un jefe
vikingo. Cuando ambos grupos de vikingos se hallan enzarzados en pleno combate,
con brazos y cabezas saltando por los aires a cada golpe de hacha, aparece un
tercer adversario; una horda de cientos de pictos. Falta poco para las Nupcias de la Luna, uno de los más
importantes ritos pictos, en los que deben sacrificar a la joven más bella que
encuentren a su tenebroso dios Golka. Y los pictos ya han elegido a la afortunada, la misma mujer por la que
Cormac y Wulfhere están luchando tan encarnizadamente.
Espadas del mar
del norte: el drakar de Wulfhere embarranca en unos arrecifes, y junto con Cormac y
otros cincuenta de sus hombres, logra alcanzar a nado la costa de una isla
cercana. La isla resulta ser la guarida de un clan rival al de Wulfhere, que ha
erigido allí una fortaleza guardada por trescientos de sus guerreros. Cormac se
infiltrará entre ellos con la intención de robar uno de sus drakares, pero al encontrar unos inesperados aliados entre las filas enemigas, se animará a trazar un plan
más ambicioso.
La noche del
lobo: Cormac se halla en el campamento de otro de los muchos adversarios de
Wulfhere para negociar la compra de un prisionero. Allí presencia como un jefe
picto local es humillado y apaleado por los mismos vikingos a los que tiempo
atrás recibió con amistad y confianza. El propio Cormac termina convirtiéndose
en prisionero de los feroces piratas nórdicos. La oportunidad de escapar se le
presenta cuando miles de pictos, soliviantados por el trato recibido por su
líder, atacan en masa la empalizada del campamento.
El templo de la
abominación: es el más corto de los relatos, y probablemente se trate de una de las
primeras historias de toda la obra de Howard. Wulfhere y su tripulación se
adentran en un extraño templo de una costa perdida, pretendiendo saquearlo.
Allí encuentran a un viejo sacerdote cristiano torturado y encadenado, y son
atacados por unos aberrantes hombres-cabra. Estas bestias prehumanas son
controladas por un adorador de los Shoggoths lovecrafnianos, uno de los
cuales mora bajo el templo, aguardando pacientemente el día en que sus acólitos
lo liberen.
Estos relatos tuvieron una adaptación en comic que puedes ver pulsando aquí.
Cormac, Rey de
los mares. Robert E. Howard. Publicado en 2006 por Ans Editor.
Parece interesante, un guerrero que no destaca por su fuerza sino por su habilidad. Nunca he leido nada de Howard ¿Me lo recomiendas¿ Una vez lei que Howard no describia muy bien la accion, pero no he leido nada de él pues no puedo comparar.
ResponderEliminarLo recomiendo totalmente. A mí me gusta mucho el estilo de Howard, pero claro, todo es cuestión de gustos. También es verdad que su forma de escribir era bastante irregular debido a que durante los diez últimos años de su vida, en los que produjo toda su obra, su estado anímico pasaba continuamente de enormes depresiones a periodos de escritura obsesiva en los que apenas comía o dormía por no dejar de escribir. Esto hace que algunos de sus relatos estén muy trabajados y en otros de la impresión de haberlos terminado lo antes posible para poder empezar con otra historia que le rondaba por la cabeza. A pesar de los altibajos, que hace que no todos sus relatos sean igual de buenos (pero eso pasa con absolutamente todos los autores) el conjunto de su obra me parece muy bueno. También hay que tener en cuenta que muchos de sus relatos se encontraron inacabados a su muerte y fueron completados por otros autores para poder publicarlos.
EliminarLo mejor es que leas algo de Howard y juzgues por ti mismo. Personalmente, me gusta mucho “El Tesoro de Tranicos”, que es uno de los relatos que si dejó totalmente terminados y además tampoco es especialmente largo ni demasiado corto. Aparece recopilado en “Conan el Usurpador”. Es una versión ligeramente alterada respecto al original de Howard, pero la verdad es que casi toda su obra tuvo que ser retocada, al menos para darle una coherencia cronológica que los originales no tenían.
Tengo un libro de relatos de Howard de la colección Valdemar Gótica, por lo que los que se incluyen son todos de Horror y no incluyen de Espada y Brujería, así que sobre ese ámbito no puedo opinar, pero de los que aparecen en el libro tengo que recomendar "El terrible tacto de la muerte", me impresionó y debo reconocer que es el único que recuerdo ^-^U
ResponderEliminarNo me suena este titulo. Repasaré los libros de recopilaciones que tengo a ver si está entre ellos y le doy un vistazo, aunque creo que a mi me pasa lo contrario: todo lo que tengo de Howard es de Espada y Brujería, y nada de terror ^o^U
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