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viernes, 22 de marzo de 2019

SINIESTRO

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ! 

Un relato sobre experimentos humanos bastante entretenido, sobre todo porque se aleja del típico planteamiento inicial de los bolsilibros. 

Lo normal era que este tipo de publicaciones comenzaran presentando a los protagonistas, los buenos de la historia, y luego metiéndonos en situación. A veces se hacía al revés, presentándonos primero la trama y luego introduciendo en ella a los personajes, pero de todos modos ambas cosas se hacían lo antes posible. 

En Siniestro, se nos detalla tanto la situación que podemos llegar a pensar que en realidad no hay protagonistas, más allá del grupo de científicos locos, sus sicarios, y las victimas de sus experimentos.

Un elenco formado íntegramente por villanos, y por victimas que en ningún momento asumen un papel de héroes protagonistas tampoco es raro en el género del terror. Muchas películas de psicópatas entran en ese grupo, pero es una situación muy poco habitual en los bolsilibros, donde los protagonistas son invariablemente fuertes, atractivos, valientes… un dechado de virtudes. No es hasta transcurridos varios capítulos que observamos que, de todo el grupo de malvados, uno se comporta de forma extraña, induciéndonos a sospechar que él pueda ser en realidad el protagonista de la historia.

Este personaje en cuestión es un individuo grotesco, feo, encorvado, lascivo… ¡y ruso! Y en estos libritos, que imitaban al cine y la literatura americana de la época, ser ruso equivalía automáticamente a ser malvado. Un protagonista original, al menos, que se toma como algo personal el salvaguardar la vida de una de las cobayas de los experimentos: una rubia escultural de la que se encapricha nada mas verla, y decide conservar en buen estado para… bueno, para su propio uso.  

El que en lugar de la clásica parejita joven y perfecta nos metan como protagonistas a un científico loco ya entrado en años, feo, rudo, y deforme (y ruso), y a una chica que se pasa casi toda la historia sedada, siendo llevada de un lado a otro como un saco de patatas, sin hacer nada ni pronunciar palabra, tiene al menos su toque original.

Lamentablemente, si la idea de que los buenos tienen que ser guapos y atractivos y los malos tienen que ser feos y asquerosos aún perdura hoy en día, a principio de los 80 era aún más patente. Tiene cierta lógica, en realidad. Una persona que por su genética sea físicamente muy atractiva siempre tendrá a su alrededor más gente dispuesta a relacionarse con ella o a prestarle ayuda (aunque sea por interés más que por verdadera amabilidad) que una poco atractiva. Es lamentable, pero cierto.

Y una persona que por su atractivo se encuentra con que en general se la trata mejor y se le dan más facilidades, es de suponer que tendrá un mejor carácter que otra por haber nacido deforme, enferma, o simplemente fea, se encuentra con que poca gente está interesada en formar parte de su vida. Probablemente la absurda  idea de que los guapos son bueno y los feos malos (o como dice el refrán: “la cara es el espejo del alma”) venga de ahí.

Pero los bolsilibros se basaban en darle a la gente lo que quería leer (lo que hoy en día se llama fanservice) y dado que casi todo el mundo tiene una imagen un tanto idealizada de si mismo, esto implicaba una pareja protagonista fuerte, valiente y atractiva, con la que los lectores potenciales pudieran identificarse. El original aspecto del protagonista, así como su cuestionable comportamiento, esconden un secreto que al final de la historia transforman lo que podría haber sido un héroe bastante original en algo vulgar y costumbrista (y hasta un poco ridículo), convirtiendo la conclusión de la trama en lo menos interesante de la misma. 

Aun así, hasta los últimos compases, y a pesar de que un par de muertes extrañas no se explican, es bastante entretenido y plantea unas cuantas buenas ideas.

Puedes repasar otro libro de este autor pulsando aquí.

Siniestro. 1982. Lou Carrigan [Antonio Miguel de los Ángeles Custodios Vera Ramírez]. Selección Terror nº 467. Editorial Bruguera S.A.

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