¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Sorpresa mayúscula la que me llevé leyendo este
librito. El planteamiento del mismo es muy clásico: grupo de personas con un
interés común reunidas en un lugar de difícil acceso (y presumiblemente, de difícil
huida) donde muy probablemente irán siendo asesinados a medida que transcurra la
historia hasta que solo la pareja protagonista sobreviva, resuelva el misterio,
escape, y se case. Al principio todo parece indicar que va a ser una más de esas, pero no.
A veces piensas que has hecho tantas veces una cosa,
has visto tantas películas de cierto tipo, o has leído tantos libros similares, que lo vas a ver venir todo, o ya nada relacionado con ese tema puede sorprenderte. Y entonces, aparece algo nuevo para bajarte de
un bofetón del pedestal en el que tú mismo te habías asentado sin darte cuenta, y sin ni tan solo pretenderlo. ¡Bravo! Ojalá me pasara más a menudo esto de encontrarme con un libro que me dejara descolocado.
Amada bruja mía tiene lugar en un pequeño islote
caribeño donde aparece un cadáver. En el islote solo hay un puñado de chozas
donde algunos pescadores indígenas acampan ocasionalmente y guardan sus
pertrechos, un hotel largo tiempo abandonado... y una cueva donde se dice que
habita una bruja vudú de ochocientos años de edad, asistida por su enorme y
fiel zombi.
El cadáver encontrado es el de un escritor que al
parecer trabajaba en un libro sobre los secretos del vudú. No un libro
sensacionalista, sino un verdadero tratado de magia y rituales, en teoría
obtenidos de la propia bruja de la isla. Pero el escritor aparentemente se ha
suicidado volándose la cabeza él mismo con una pistola, no hay ni rastro del
libro, y ni los nativos ni la policía local tienen la más mínima intención de pedir
explicaciones a la bruja de la isla.
Un ecléctico grupo de extranjeros se presenta en el
lugar en los días siguientes, instalándose por su cuenta en el ruinoso hotel. Entre ellos hay escritores americanos que pretenden entrevistar a la bruja, un
reportero japonés que quiere fotografiarla a ella y a su zombi, una pintora que
quiere inmortalizarla en un cuadro, un cura que pretende demostrar que todo el
asunto del vudú no es más que una patraña... en total, siete hombres y tres mujeres,
entre blancos, negros, mulatos y asiáticos.
Ninguno es lo que ha dicho ser, ninguno es inofensivo, y ninguno está dispuesto a abandonar el islote sin el libro.
Ninguno es lo que ha dicho ser, ninguno es inofensivo, y ninguno está dispuesto a abandonar el islote sin el libro.
El zombi demuestra que es real dejándose ver un par
de veces y aceptando impasible algunos balazos antes de desaparecer entre la
vegetación o la oscuridad. Los ánimos se crispan rápidamente a medida que todos
los implicados comprenden que los otros están allí por el mismo motivo que
ellos, y que todos son extremadamente peligrosos.
La situación degenera en una
especie de todos contra todos en la que los aparentemente inocentes turistas e
investigadores se masacran entre ellos con un salvajismo desmedido por la posesión de un libro que ni
tan solo saben a ciencia cierta si existe. Mientras, la bruja y su zombi, que al principio parecía
que iban a ser los "monstruos" de la historia, se comportan como
meros observadores del espectáculo grotesco y sangriento que el grupo de
extraños, de personas "civilizadas", está dando en su isla.
Suelo terminar mis comentarios de bolsilibros con
aquello de "al final, la pareja protagonista se casa" porque
realmente es así como terminan casi todos, anunciándonos la boda del chico
bueno y la chica buena de la historia, premiándolos por el riesgo afrontado y las dificultades sufridas con una idílica vida de sexo y mutua compañía.
En este caso, el final es
perturbadoramente diferente, y sin embargo muy parecido. Los verdaderos buenos de la trama resultan ser la ancianísima y decrepita bruja y
su zombi incorrupto, que no se habían metido con nadie hasta que su isla
empezó a llenarse de gente rebosante de amenazas y exigencias... y el final nos
sugiere que realmente hay entre ambos una relación más profunda que la de una
mera servidumbre mágica, que desemboca en eso... en una vida (o algo parecido) idílica
(para ellos) de sexo necrófilo y mutua (y eterna) compañía. Comparado con lo que
acabamos descubriendo de cada uno de los diez protagonistas, una bruja y un
zombi amantes son como de la familia.
Puedes repasar otro libro de este autor pulsando aquí.
Amada bruja mía. 1983. Lou Carrigan [Antonio Miguel de los Ángeles Custodios Vera Ramírez]. Selección Terror nº 526. Editorial Bruguera.
Amada bruja mía. 1983. Lou Carrigan [Antonio Miguel de los Ángeles Custodios Vera Ramírez]. Selección Terror nº 526. Editorial Bruguera.
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