¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Situada en Alemania,
es una historia de licántropos (o en este caso licántropas) algo confusa pero
entretenida.
Un cazador
perdido en un bosque es hospitalizado tras sobrevivir al ataque de lo que, él afirma, era una mujer-lobo. Para la policía es
un asunto claro: las heridas se las produjo un lobo, y delira por el trauma sufrido, la pérdida de sangre, y una más que probable
elevada ingesta de alcohol. Pero cuando en el mismo hospital, a plena luz del día,
el herido se transforma en lobo, mata a una enfermera, y revienta contra el
pavimento al tratar de huir por una ventana y caer desde gran altura, la cosa
ya no parece tan clara.
El mejor amigo
del cazador (pintor paisajista de profesión) y una periodista deciden investigar por su
cuenta y se desplazan hasta el pueblecito donde pernoctó el finado antes de
internarse en el bosque. Allí escuchan de boca de los aldeanos varias historias
que circulan desde hace un par de siglos por la región, que atribuye los
ataques de lobos y licántropos a una mujer.
La dama en cuestión fue la esposa
de un noble local. Él era aficionado a llenar su casa de amantes, y ella era
aficionada a hacerlas desaparecer, hasta el día que decidió cortar de raíz el
problema acabando también con su marido. Desde entonces (y son hechos ocurridos
más de un siglo antes del inicio de esta historia) ella controla a los lobos
del bosque y los alimenta con los despojos de los cazadores y viajeros a los
que mata.
Pintor y
periodista se internarán en el bosque en busca de Schwarzhaus (casa negra, en
alemán), la vieja casona familiar de la dama, que en ocasiones se aparece como
una amable y hospitalaria anciana, otras como una exuberante y ardiente moza, y
no pocas como una gran loba de pelaje blanco.
El hombre lleva
con él una escopeta de caza con cartuchos de postas de plomo. Dos de ellos son
especiales, cargados con postas de plata, regalo de uno de los aldeanos. También
lleva con él una pequeña pero aparentemente inagotable petaca de licor, de la que
tanto él como ella obtienen continuamente el valor y las fuerzas que necesitan
para seguir adelante por el bosque. Otro regalo que les habían hecho en el pueblo
es un pequeño frasquito de agua bendita, pero la verdadera poción mágica de la
historia, es la petaca de licor infinito.
La estancia en Schwartzhaus
es peculiar. Son recibidos como huéspedes por una anciana. Un buen fuego arde para ellos en la chimenea bien provista de leños. Se les ofrece carne asada y vino. Se les
preparan habitaciones… demasiado trabajo para una anciana que parece vivir
sola. Pero hay demasiado movimiento, tanto dentro de la casa como por los alrededores
de esta, para dormir tranquilo. El texto nos marea mucho, dejando claro que la
mujer es una licántropa y controla a los lobos, para a continuación presentarla
simplemente como una pobre alucinada. Pero ninguna de las dos versiones termina
de encajar con todos los hechos.
Encuentro interesante sin embargo que se recupere la idea original de la licantropía como maldición. El que los hombres lobos, vampiros y zombis puedan crear a más de su clase mediante la mordedura es un concepto relativamente moderno. En el origen del mito, solo un brujo podía provocar en otra persona este estado mediante hechizos o maldiciones, o era el resultado de determinados sucesos, como que un gato negro se uniera a la procesión de familiares que acompañaba a un muerto a su entierro, o que el felino saltara sobre el ataúd antes de bajarlo a la tumba. Haber muerto sin bautizar, sin confesar, o simplemente haber sido en vida una persona extremadamente malvada, también podían hacer renacer al cadáver como vampiro u hombre-lobo. Los mordiscos de estos seres, simplemente mataban. En este librito se dan ambos casos, licantropía por maldición y también por contagio.
M
El pintor duda, puesto que estaba casi convencido
de enfrentarse a una licántropa, y llegó a Schwartzhaus con la intención de acabar con ella. Pero también podría tratarse de una o
varias mujeres normales pero desquiciadas, compartiendo una misma fantasía. El final
aclara algunos puntos, pero también resulta expresamente confuso en otros.
Ni tan solo deja claro si el pintor y la periodista se casan o no. Se deja caer que se lo están pensando, pero ninguno de los dos parece precisamente entusiasmado con la idea. Algo bastante raro en estos libritos, donde el matrimonio se presenta como la máxima recompensa posible para el héroe.
Ni tan solo deja claro si el pintor y la periodista se casan o no. Se deja caer que se lo están pensando, pero ninguno de los dos parece precisamente entusiasmado con la idea. Algo bastante raro en estos libritos, donde el matrimonio se presenta como la máxima recompensa posible para el héroe.
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¡Lobos!
1975. Clark Carrados [Luís García Lecha]. Selección Terror nº 118. Editorial Bruguera S.A.
¡Lobos! ¡Escorpiones! ¡Sirenas! ¡Zombis! ¡BUCANERAS! ¡Esto es un no parar! ¡Como haya también vampiresas, estamos apañados!
ResponderEliminarAquí tenemos de todo. Vampiresas puedes encontrarlas en la entrada nº 150 de El Templo de los Pergaminos, por ejemplo. Y aceptamos peticiones de nuestro distinguido público ¿Momias? ¿Fantasmas? ¿Extraterrestres? ¿Psicópatas? ¿Brujas? Nombra algo y dame un par de días para releerlo, y lo comentaré sin falta.
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