¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor
Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Para olvidarnos un poco de esta epidemia que nos tiene recluidos sin poder salir de los edificios, vamos a relajarnos con un bolsilibro de ciencia ficción ochentera.
Veamos… este mismo. Trata sobre una nube de esporas alienígenas devoradoras de carne que se esparce sobre una amplia región, obligando a la gente a permanecer dentro de las casas, porque salir a la calle implica morir de forma horrible y… eh… bueno… quizá no ha sido muy buena elección este titulo concreto, pero puesto que ya hemos empezado…
Es el primer bolsilibro de Elliot Dooley que he
leído. Es un seudónimo, por supuesto, pero en cuanto llevaba unas diez páginas ya
estaba convencido que el autor era José Luís Bernabéu, más conocido como Joseph Berna. Porque
el librito es de principio a fin lo que podríamos esperar de Berna: una historia muy
básica, muchas escenas de sexo totalmente forzadas y ridículas, montones de
frases de una sola palabra seguidas de punto y aparte, una solución final
absurda… es una imitación perfecta de un bolsilibro de Berna, pero el autor es
un tal Enrique Martínez Fariñas, y Ellioy Dooley es uno de los casi treinta seudonimos (que se sepa) que llegó a utilizar.
Vamos
con la historia. En un futuro indeterminado (sabemos que es el futuro porque hay
coches voladores y los soldados tienen armas láser) aparece en el cielo una
solitaria nube de color oscuro. No es una nube de tormenta, si no una densa
masa de esporas, que empiezan a caer en diversos lugares, siempre sobre grupos
de gente al aire libre. Las esporas son formas de vida alienígena, que cubren rápidamente
a los animales de sangre caliente que encuentran, devorándolos como diminutas
pirañas. A medida que comen, estos seres crecen aumentando desmesuradamente su tamaño. Una vez
en el suelo las esporas no pueden volver al aire, por lo que se limitan a quedarse
en el suelo buscando más carne que comer.
Esto
provoca que el y la protagonista, ambos científicos, queden atrapados en un centro
de investigación militar. Sin poder salir del lugar, se dedican a hacer pruebas
sobre unas pocas esporas que consiguen de muestra, algún intento absurdo de
eliminar las esporas caídas en el suelo… atropellándolas con un coche… y cuando
se aburren de todo esto, acostándose como si no tuvieran nada más importante a
lo que dedicarse.
Mientras
tanto, las esporas siguen cayendo sobre campistas, ciudades, y los sufridos
militares que tratan de evacuar estas. El ir alternando escenas del
centro de investigación con descripciones de ataques a cielo abierto, es lo que
mantiene el interés de la historia, haciéndola una poco más entretenida.
Uno
de soldados de un convoy atacado, antes de morir devorado por las esporas, logra
transmitir un mensaje de radio proporcionando una información vital: los
soldados han disparado contra las esporas más grandes, pero estas han absorbido
la energía del láser, creciendo aún más. Solo los que han disparado contra las
esporas con primitivas armas de fuego han logrado matarlas.
Esto
permite a los protagonistas desarrollar una nueva estrategia con la que vencer
a las esporas… dispararles primero con láser para que crezcan y sean así un
blanco más fácil para acertarles con armas de fuego… y así es como destruyen en
poco tiempo a los millones de esporas que ya había por el suelo, y las que
siguen cayendo de la nube, puesto que al parecer esta tiene un número finito de
ellas que no se repone de ningún modo.
A
pesar que en el texto se nos indica que las armas de fuego son algo obsoleto y
las que quedan están en manos de coleccionistas, hay armas de fuego y
municiones adecuadas para eliminar a todos los millones de esporas. Solo para
eliminar a las que rodean el laboratorio, hacen funcionar dos ametralladoras casi
ininterrumpidamente ¡durante más de tres horas!
Y esas ametralladoras y su correspondiente
munición las dona uno de los soldados, que las tenía como parte de su colección personal, que aparentemente guardaba en el mismo centro de investigación en lugar de en su casa. ¿Sois conscientes de las toneladas de
munición que representa eso? Pero siempre se ha dicho que las soluciones simples son las mejores ¿y que hay mas simple que solucionarlo todo a tiros?
En
fin… el plan de agigantar a millones de esporas carnívoras para después matarlas con ametralladoras da resultado, y pronto todas las criaturas son eliminadas. Y,
naturalmente, la pareja protagonista se casa. O se lía, que en los bolsilibros de
los 80, una cosa llevaba inevitablemente a la otra.
Cuando
terminé de leerlo no tenía duda alguna que el autor era José Luís Bernabéu con otro seudónimo.
Solo para confirmarlo busque referencias de Elliot Dooley y es cuando descubrí
que era otro autor, aunque su estilo, al menos en este bolsilibro, es idéntico
al de Berna.
La
invasión de las esporas. 1982. Eliot Dooley [Enrique Martínez Fariñas] (texto)
Lozano (cubierta). Héroes del espacio nº 127. Ediciones Ceres S.A.
Muy buena elección para los tiempos que corren. Yo estoy acabando "La muerte negra" que va precisamente de una epidemia de peste neumónica en el Nueva York de los años 70.
ResponderEliminarSi es el de G.Cravens y J.S.Marr, lo leí hace algunos años. Solo tengo un vago recuerdo de él porque lo leí justo antes (o justo a continuación, no estoy seguro) de otro de J.Herbert titulado Dominios. El de Dominios trata casi de lo mismo, pero con guerra atómica y ratas mutantes incluidas. Ahora tengo mezclada en la cabeza la trama de ambos ^_^U
EliminarSí, ese es. A mí me está gustando bastante. El principio me parece brutal, cómo describe el patógeno y su expansión por el cuerpo. Espero poder reseñarlo en el blog, junto a unos cuantos que tengo pendientes 😅
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