EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.Uno de los microcuentos de terror más populares (quizá ya lo conozcáis) dice así: “El último humano del mundo estaba sentado en medio de la habitación. Y entonces, alguien llamó a la puerta”.
Es un resumen perfecto de esta novela de 1954: la historia del ultimo hombre de la Tierra. Es el único superviviente de la raza humana, pero todas las noches una multitud acude a llamar a su puerta. Transcurre en 1976, por lo que cuando se escribió era una proyección de solo veintidós años en el futuro.
Robert Neville está encerrado en su casa.
Ha clavado tablones en las ventanas y tiene la puerta atrancada con un madero.
Mil cartones de cigarrillos se apilan en un armario. Latas de comida y botellas
de agua y licor llenan habitaciones enteras. Dispone también de gasolina para hacer
funcionar su generador y asegurarse el suministro eléctrico.
Su vida es rutinaria. Cada noche se emborracha
hasta perder el conocimiento para poder dormir. Afuera, sus antiguos vecinos
lanzan piedras contra su casa y golpean la puerta con garrotes. Una espantosa
enfermedad de origen incierto les ha transformado en algo similar a los
vampiros de las leyendas medievales. Rehúyen la luz del sol, y el olor del ajo,
las cruces y los espejos los repelen. Las balas los derriban, pero solo las
estacas en el corazón parecen acabar con ellos definitivamente.
Al amanecer los vampiros se retiran, y
Neville sale de caza. Durante el día los vampiros duermen en sitios oscuros,
sumidos en una especie de coma. Neville los busca dentro de los edificios de la
ciudad. Les atraviesa el corazón con estacas y los quema en una gran pira. Diez al día. Veinte. Treinta. Reúne provisiones de donde las encuentra, y
regresa a casa, a encerrarse, a pasar otra noche borracho, con la música lo más
alta posible para no oírlos cuando vuelvan a golpear su puerta.
Y al día siguiente, vuelta a empezar. Tras
seis meses así está al borde de la ruina anímica más absoluta. Su
comportamiento comienza a ser descuidado, rayando lo suicida. Él es inmune a la
enfermedad, pero ignora el motivo. En las noches en que está demasiado asqueado
del alcohol como para emborracharse, se dedica a leer libros de medicina,
buscando una explicación a la enfermedad, a su inmunidad, o una posibilidad de
curarla. Pero no es médico, ni científico. No tiene ninguna base para entender
lo que lee, y debe formarse desde cero.
Los recuerdos lo atormentan; la repentina llegada
de una enfermedad global, residuo al parecer de algún arma química empleada en una
guerra indeterminada. La mortandad que provocó, tan elevada que los cadáveres
no podían ser enterrados adecuadamente. La orden del gobierno de apilar los cuerpos en los
basureros para quemarlos. El cadáver de su hija, arrancado de sus propios
brazos por los soldados para lanzarlo a la pira con los demás cuerpos anónimos.
El de su mujer, que enterró en secreto, y a la que tuvo que volver a matar dos
días después, cuando ella regresó a por él, como vampira…
Neville vive alternando estados de absoluta apatía con otros de actividad frenética. Hay un capítulo entero dedicado a describirnos como observa un perro. Un perrito que aparece husmeando por su barrio durante el día y se esconde de los vampiros durante la noche. Neville comienza a dejarle comida donde él pueda encontrarla, puesto que el perrito huye al verle. Durante más de un mes le deja comida y lo observa de lejos, con el aliento entrecortado por la emoción de estar viendo a otro ser vivo, a un posible compañero. Con las manos temblando cuando imagina que lo acaricia. Casi llorando, cuando poco a poco el pequeño animal va cogiéndole confianza y le permite acercarse un poco más. Hasta que un día lo ve llegar tambaleándose, con los ojos enturbiados: los primeros síntomas de la enfermedad.
La pérdida de esta última posibilidad de
compañía convierte a Neville en un autómata. Los años pasan y Neville sigue
viviendo, pero lo hace sin pasión ni interés alguno. Sigue matando a todos los
vampiros que encuentra, pero ha dejado de odiarlos o temerlos. Sigue
aprendiendo a base de libros, y llega a la conclusión que todos los tópicos
referentes a los vampiros (ajos, cruz, sol, espejos, etc.) responden a
condicionantes físicos o psicológicos impuestos por la enfermedad.
Esa rutina es la nueva normalidad del
mundo. Neville es consciente que, si se cuida un poco, puede llegar a vivir cuarenta o cincuenta años más, y se plantea si realmente vale la pena
tomarse la molestia de hacerlo.
Un día, disfrutando de las tranquilas
horas diurnas en el porche de su casa, ve aparecer por la calle una mujer
vacilante y desnutrida, pero andando a pleno sol. Tras una realmente tensa
presentación, la mujer se queda a vivir con él. La historia de supervivencia de
la mujer no le cuadra a Neville, pero él mismo termina achacando sus sospechas
a los años que lleva viviendo absolutamente solo.
Pasados unos pocos días la mujer se
encariña con él y le cuenta la verdad. Ella fue enviada a espiarle. El virus es
mutante, y algunos infectados han evolucionado a otra cosa: unos seres que
ya nunca volverán a ser humanos, pero tampoco han degenerado al salvajismo descerebrado de las últimas fases de la enfermedad. Se mantienen estables mediante una droga sintética que han
aprendido a fabricar, y que impide progresar al virus, pero no revierte sus
efectos. Son simplemente otra cosa, una nueva humanidad que intenta reconstruir
la civilización. Pero antes deben acabar con todo vestigio de la anterior, y
eso incluye tanto a los vampiros como a Neville.
Neville es para ellos el peor horror
posible: el último resto de unos seres que ya no volverán a poblar la tierra.
Estos neohumanos sienten hacia él una profunda repulsión que solo puede calificarse de racismo. En un mundo donde
todos los demás han mutado, ahora Neville es el raro, lo anormal, el monstruo, lo que
no debería existir.
Los neohumanos toman la ciudad con
jeeps, armas de fuego y estacas. Masacran a los vampiros, a los que no consideran enfermos, sino alimañas, y capturan vivo a Neville para ejecutarlo de forma oficial, a
la vista de su población. Aunque se trata de personas con la misma capacidad de
razonar que él, y una convivencia total sería perfectamente posible, prefieren
matarlo. Los mutantes del virus son ahora lo normal, y Neville, por ser el único que no ha cambiado, es demasiado diferente a ellos para que se sientan seguros compartiendo el mismo mundo con él.
Mientras es llevado a su ejecución, un mar
de rostros hostiles lo observa con el asombro y terror propios de los que contemplan lo
imposible. El último pensamiento de Neville es amargo, pero no está exento de
cierto orgullo: “Soy leyenda”.
En el fondo, la historia es una reflexión sobre los conceptos que tenemos de la normalidad y la soledad. Creo que todos tenemos fases en la vida en las que nos sentimos como Neville: como si fuéramos la única persona cuerda en una sociedad que ha perdido totalmente el norte, y completamente solos, aun estando rodeados de gente.
Esta novela ha servido de base para (al
menos, puede haber más que desconozca) cuatro películas (dos de las cuales
comentaremos aquí, en breve) y un cortometraje. Fue también una de las
principales fuentes de inspiración para La noche de los muertos vivientes,
según reveló en una entrevista el propio Romero.
Soy leyenda. 1954. Richard Matheson.
Publicado en 1988 por Ediciones Minotauro.
Vergüenza me da reconocer que tampoco he leído nunca a Matheson, pero las dos películas que hay de esta obra me las he visto. Me gustó más la antigua de Charlton Heston, que la vi de más joven (con unos 18 años o así) y no tanto la de Will Smith que la vi en el cine.
ResponderEliminarLa de Charlton Heston es mi preferida también. Tengo previsto comentar esa y la anterior (la primera que se hizo) interpretada por Vincent Price, que son las dos que tengo en DVD.
EliminarLa de Will Smith también la vi, pero no me llamó mucho la atención. Me gusta Will como actor, pero creo que el papel no le pegaba nada, y el CG de los vampiros era pésimo.
El comentario de la Vincent Price ya lo tengo preparado, me faltan algunas capturas de pantalla. Seguramente lo publicaré este jueves, si a los mutantes les parece bien ^_^U.
Ostras, pues la de Vincent price no la tengo identificada, leí lo de las cuatro películas, pero pensé que serían muy minoritarias, o amateur.
EliminarLas que yo he visto son la de Vincent Price, que fue la primera (1963), la de Charlton Heston (1971) y la de Will Smith (2007). Aparte de estas hay un cortometraje (¡español!) del 67, y una de muy bajo presupuesto que hizo en plan oportunista en 2007 para aprovechar la publicidad de la de Will. Y como olvidar ese Especial Halloween de Los Simpsons en que tras una hecatombe atómica, Homer es perseguido por mutantes encapuchados, una clara referencia a los de la versión de Charlton Heston. Puede que aún haya alguna versión más (me extrañaría mucho que no hubiera un musical hindú de Soy Leyenda. Esa gente hace musicales de todo). Durante algún tiempo se estuvo hablando sobre una posible continuación directa de la de Will, pero al parecer se terminó desestimando.
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