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jueves, 8 de octubre de 2020

EL ÚLTIMO HOMBRE SOBRE LA TIERRA

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                                   ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

Presentado por... Pecky.
 

Bienvenidos, amigos cinéfagos. 

Esta es la primera película que se hizo basada en la novela de Richard Matheson Soy Leyenda. Es también la más fiel al texto de todas, siendo prácticamente una versión resumida y levemente alterada del libro.

Como no hay apenas cambios significativos respecto a la historia de la novela, no explicaré de que trata. Encontrareis el argumento en el comentario de hace unos días sobre el libro pulsando aquí. Para los que ya conocéis la historia básica, pasaré a enumerar las diferencias respecto a la novela.

El primero de los cambios, y de entrada el más desconcertante, es el nombre del protagonista. En lugar de Robert Neville, nos lo presentan como Robert Morgan. La película se anunció oficialmente como una adaptación de Soy Leyenda, por lo que no se trata de uno de esos cambios que se hacen para disimular, cuando se adapta de forma ilícita una historia sobre la que no se tienen derechos. Es posible, sin embargo, que este cambio esté relacionado con el siguiente.

En la novela, el origen de la enfermedad no está claro. Se esparce rápidamente por todo el mundo, y se sugiere una posibilidad: que se trate del imprevisto efecto secundario de un arma vírica usada en una guerra reciente que no se especifica, mutada debido a la radiación de las armas atómicas también empleadas en dicha guerra. 

Cuando se escribió el libro, los Estados Unidos se encontraban a la cabeza de la experimentación con patógenos y la producción de armas atómicas. Se daba a entender, por tanto, que el virus podría tener su origen en algún país atacado por Norteamérica tanto con armamento atómico como bacteriológico, y haberse extendido desde allí al resto del mundo. En la película, en cambio, se nos dice únicamente que es un virus de origen desconocido que “vino desde Europa, arrastrado por el viento”, sin más detalles que esos.

El desplazar la “culpa” de Norteamérica a Europa, podría obedecer al mismo motivo que el cambio de apellido del personaje. “Morgan” es un apellido más común en Norteamérica que “Neville”, que suena más a inglés. Probablemente se esperaba que, con un héroe más netamente americano, y un enemigo (el virus) extranjero, el público de los USA respondería mejor ante la perspectiva de una película que mostraba a todo el mundo, su país incluido, completamente devastado. Las películas apocalípticas no se veían en aquel entonces desde la misma perspectiva que ahora. Quizá porque la posibilidad de una guerra atómica global era mucho mayor en los 60-70 que hoy en día, y este tipo de historias dejaban un mal cuerpo a la gente, en lugar de resultar emocionantes.

El tercer cambio notable, es que Neville/Morgan (mejor lo llamamos Robert) es un científico especializado en virología. Cuando se detecta el virus está en primera línea de investigación, y es uno de los últimos en seguir acudiendo a los laboratorios para intentar combatirlo. El resultado es el mismo, ya que no logra frenarlo, pero añade a la historia unas escenas de conversaciones entre científicos que dan una nueva perspectiva a la trama. En la novela, Robert no tiene al inicio de la plaga ningún conocimiento de medicina, pero el convertirlo en científico permite aportar datos concretos relativos al virus de forma más directa al espectador. El presentar al protagonista como un científico o médico militar es algo que se mantendría ya en todas las películas posteriores.

Finalmente, cuando Robert se encuentra con la mujer enviada por los neohumanos y ésta le confiesa lo que es, él consigue revertir su transformación. Ella empleaba un suero para mantener estable el virus, pero Robert utiliza una formula destilada de sus propios anticuerpos inmunes para erradicarlo de su organismo, demostrando que puede salvar a todos los medio-infectados. Sin embargo, la operación de limpieza de estos ya está en marcha. Robert es para ellos un monstruo más, un anacronismo viviente, y le persiguen aún con más saña que a los vampiros.

En la novela, Robert se deja atrapar por los neohumanos cuando estos vienen a buscarle, y acepta el destino que tienen reservado para él. En esta película trata de huir de ellos. Se refugia en una iglesia, quizá por instinto, quizá en la creencia que la simbología sagrada los repelerá del mismo modo que lo hace con los vampiros. Pero no es el caso. Acorralan a Robert y lo matan, sin más ceremonia que atravesarle el corazón con una lanza, como si no fuera distinto de los vampiros. Los neohumanos observan la agonía de Robert mientras este les grita con sus últimas fuerzas “¡Sois monstruos! ¡Yo soy humano!”.

Cuando Robert finalmente expira, vemos a dos de las mujeres mutantes arrullando a un bebé que llora, calmándole en plan “ya ha pasado todo”. Como si el bebé acabara de despertar de una pesadilla y quisieran convencerlo de que los monstruos no existen. Y ciertamente, con Robert muerto, los “monstruos”, los seres diferentes a ellos, han dejado de existir. El mensaje aquí queda claro: con demasiada frecuencia confundimos distinto con malo.

El mostrarnos este bebé tiene un motivo. Los infectados, una vez la enfermedad se desarrolla por completo y degeneran al estado de “vampiros”, ya no se reproducen. Incluso se alimentan unos de otros cuando el hambre se hace insoportable, bebiendo la sangre del más débil del grupo hasta dejarlo seco. Son criaturas que, tanto de haber conseguido atrapar a Robert como de no lograrlo, estaban condenados de todos modos a sucumbir. 

La mutación del virus y la aparición de estos otros seres, que siguen siendo capaces de reproducirse, permitirá a esta nueva y distinta humanidad evitar una completa extinción, a cambio de dejar de ser totalmente humanos. La nueva sociedad destinada a dominar el mundo está por encima de la brutalidad y la estupidez de los vampiros, pero se muestra totalitaria e intransigente. Vemos que todos visten del mismo modo. Todos tienen una misma actitud. Unos mismos movimientos mecánicos. Son, al igual que los vampiros, una masa anónima y sin alma. Prosperarán, sí, y la Tierra vivirá una nueva época, pero es imposible saber si será mejor o peor que la anterior.

Puedes ver otra adaptación al cine de la misma novela pulsando aquí u otra película de Price pulsando aquí.

The Last Man on Earth. 1964. Richard Matheson, William P. Leceister (guion) Sidney Salkow (director) Vincent Price (actor principal) Franca Bettoia (actriz principal). AIP & Produzzioni La Regina. Editada en DVD en 2008 por L´ateleier 13 Pictures.

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