EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Bienvenidos, amigos cinéfagos.
Esta es la primera película que se hizo basada en la novela de Richard Matheson Soy Leyenda. Es también la más fiel al texto de todas, siendo prácticamente una versión resumida y levemente alterada del libro.
Como no hay apenas cambios significativos respecto a la
historia de la novela, no explicaré de que trata. Encontrareis el argumento en
el comentario de hace unos días sobre el libro pulsando aquí. Para los que
ya conocéis la historia básica, pasaré a enumerar las diferencias respecto a la novela.
El primero de los cambios, y de entrada el más
desconcertante, es el nombre del protagonista. En lugar de Robert Neville, nos
lo presentan como Robert Morgan. La película se anunció oficialmente como una
adaptación de Soy Leyenda, por lo que no se trata de uno de esos
cambios que se hacen para disimular, cuando se adapta de forma ilícita una historia
sobre la que no se tienen derechos. Es posible, sin embargo, que este cambio
esté relacionado con el siguiente.
En la novela, el origen de la enfermedad no está claro. Se esparce rápidamente por todo el mundo, y se sugiere una posibilidad: que se trate del imprevisto efecto secundario de un arma vírica usada en una guerra reciente que no se especifica, mutada debido a la radiación de las armas atómicas también empleadas en dicha guerra.
Cuando se escribió
el libro, los Estados Unidos se encontraban a la cabeza de
la experimentación con patógenos y la producción de armas atómicas. Se
daba a entender, por tanto, que el virus podría tener su origen en algún país atacado por Norteamérica tanto con armamento atómico como
bacteriológico, y haberse extendido desde allí al resto del mundo. En la película, en cambio, se nos dice únicamente que es un virus de origen desconocido que “vino desde Europa, arrastrado por el viento”, sin más detalles que esos.
El desplazar la “culpa” de Norteamérica a
Europa, podría obedecer al mismo motivo que el cambio de apellido del personaje. “Morgan” es un apellido más común en
Norteamérica que “Neville”, que suena más a inglés. Probablemente se esperaba que, con un héroe más
netamente americano, y un enemigo (el virus) extranjero, el público de los USA
respondería mejor ante la perspectiva de una película que mostraba a todo el
mundo, su país incluido, completamente devastado. Las películas apocalípticas
no se veían en aquel entonces desde la misma perspectiva que ahora. Quizá porque la posibilidad
de una guerra atómica global era mucho mayor en los 60-70 que hoy en día, y este
tipo de historias dejaban un mal cuerpo a la gente, en lugar de resultar emocionantes.
El tercer cambio notable, es que
Neville/Morgan (mejor lo llamamos Robert) es un científico especializado en
virología. Cuando se detecta el virus está en primera línea de investigación, y
es uno de los últimos en seguir acudiendo a los laboratorios para intentar
combatirlo. El resultado es el mismo, ya que no logra frenarlo, pero añade a la
historia unas escenas de conversaciones entre científicos que dan una nueva
perspectiva a la trama. En la novela, Robert no tiene al inicio de la plaga ningún
conocimiento de medicina, pero el convertirlo en científico permite aportar datos concretos relativos al virus de forma más directa al
espectador. El presentar al protagonista como un científico o médico militar es
algo que se mantendría ya en todas las películas posteriores.
Finalmente, cuando Robert se encuentra con
la mujer enviada por los neohumanos y ésta le confiesa lo que es, él consigue
revertir su transformación. Ella empleaba un suero para mantener
estable el virus, pero Robert utiliza una formula destilada de sus propios
anticuerpos inmunes para erradicarlo de su organismo, demostrando que
puede salvar a todos los medio-infectados. Sin embargo, la operación de limpieza de
estos ya está en marcha. Robert es para ellos un monstruo más, un anacronismo
viviente, y le persiguen aún con más saña que a los vampiros.
En la novela, Robert se deja atrapar por
los neohumanos cuando estos vienen a buscarle, y acepta el destino que tienen
reservado para él. En esta película trata de huir de ellos. Se refugia en una iglesia,
quizá por instinto, quizá en la creencia que la simbología sagrada los repelerá
del mismo modo que lo hace con los vampiros. Pero no es el caso. Acorralan a
Robert y lo matan, sin más ceremonia que atravesarle el corazón con una lanza,
como si no fuera distinto de los vampiros. Los neohumanos observan la agonía de
Robert mientras este les grita con sus últimas
fuerzas “¡Sois monstruos! ¡Yo soy humano!”.
Cuando Robert finalmente expira, vemos a dos de las mujeres mutantes arrullando a un bebé que llora, calmándole en plan “ya ha pasado todo”. Como si el bebé acabara de despertar de una pesadilla y quisieran convencerlo de que los monstruos no existen. Y ciertamente, con Robert
muerto, los “monstruos”, los seres diferentes a ellos, han dejado de existir. El
mensaje aquí queda claro: con demasiada frecuencia confundimos distinto con malo.
El mostrarnos este bebé tiene un motivo. Los infectados, una vez la enfermedad se desarrolla por completo y degeneran al estado de “vampiros”, ya no se reproducen. Incluso se alimentan unos de otros cuando el hambre se hace insoportable, bebiendo la sangre del más débil del grupo hasta dejarlo seco. Son criaturas que, tanto de haber conseguido atrapar a Robert como de no lograrlo, estaban condenados de todos modos a sucumbir.
La mutación del virus y la aparición de estos otros seres, que siguen siendo capaces de reproducirse, permitirá a esta nueva y distinta humanidad evitar una completa extinción, a cambio de dejar de ser totalmente humanos. La nueva sociedad destinada a dominar el mundo está por encima de la brutalidad y la estupidez de los vampiros, pero se muestra totalitaria e intransigente. Vemos que todos visten del mismo modo. Todos tienen una misma actitud. Unos mismos movimientos mecánicos. Son, al igual que los vampiros, una masa anónima y sin alma. Prosperarán, sí, y la Tierra vivirá una nueva época, pero es imposible saber si será mejor o peor que la anterior.
Puedes ver otra adaptación al cine de la misma novela pulsando aquí u otra película de Price pulsando aquí.
The Last Man on Earth. 1964.
Richard Matheson, William P. Leceister (guion) Sidney Salkow (director) Vincent
Price (actor principal) Franca Bettoia (actriz principal). AIP & Produzzioni
La Regina. Editada en DVD en 2008 por L´ateleier 13 Pictures.
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