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jueves, 17 de diciembre de 2020

VIAJE A LO DESCONOCIDO

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                               ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.
 

Saludos, ávidos lectores.

Lo primero que hay que hacer notar sobre este bolsilibro, es que es que se titula Viaje a lo desconocido, y es de Joseph Berna. Pero cualquiera que esté familiarizado con la obra de este autor estará deacuerdo conmigo en que de “desconocido” nada. Sabemos exactamente lo que nos vamos a encontrar.

Tiene lugar en el clásico futuro berniano, es decir, sociedad utópica, vida fácil, sexo aún más fácil, coches voladores y pistolas de rayos. Los protagonistas son también los típicos héroe y heroína futuristas bernianos: Él es siempre alto, atlético, temerario, y se ha acostado con tantos cientos de chicas a sus aproximadamente treinta años que ha perdido la cuenta. Ella es de cuerpo voluptuoso pero de carácter aniñado, entre cinco y ocho años menor que él, y con el pelo del color contrario (si él es moreno, ella será rubia, y viceversa).

Él (llamado Rock, nada menos) es un periodista que acude a casa del profesor Larson, eminente inventor, para hacerle una entrevista. Le abre la puerta ella (Cindy, la sobrina de Larson) y mas o menos cinco minutos después de conocerse están tumbados en la arena de la playa besándose, manoseándose (“desconocido”… ya…), y bromeando con ese humor sin gracia tan peculiar de Berna, que está más cerca de provocar el bochorno y la vergüenza ajena que la risa.  

Son interrumpidos por el profesor Oland y sus matones, un ex socio de Larson que ha venido a robarle su último invento. Los llevan de vuelta a casa del profesor y lo amenazan para que les entregue una máquina del tiempo en la que ha estado trabajando. Es todavía algo experimental, así que Oland decide probarla con Rock y Cindy. Con una mochilita cada uno con comida, un botiquín y un cuchillo, los obligan a meterse en la máquina y los envían a una época y lugar aleatorios. 

Llevan también un pequeño aparato adosado a las muñecas que es su vínculo con la máquina del tiempo. Pulsando un botón en ese aparato, le indican al profesor Larson que es el momento de hacerlos volver. El problema es que al ser su máquina un modelo todavía no ajustado del todo, los saltos en el tiempo son completamente aleatorios. Pueden elegir, por tanto, cuando cambiar nuevamente de época, pero no el dónde ni el cuándo de su siguiente destino. Además, el salto en el tiempo no es inmediato. Desde el momento en el que mandan la señal hasta que el salto se produce pasan unos minutos, por lo que incluso de encontrarse en un peligro patente deberán lidiar con este durante un rato.

Confieso que la idea base no me disgusta. De hecho, me recuerda al librojuego de Los viajeros del tiempo, que es uno de mis preferidos de Multiaventura. La idea de una pareja moviéndose aleatoriamente por el tiempo, buscando la forma de resolver las situaciones en que se vean envueltos hasta tener la oportunidad de regresar a su propia época da para muchas situaciones interesantes.

El problema es el estilo de Berna, la extrema simpleza a la que lo suele reducir todo. Y sus continuas y cansinas referencias sexuales, que no me molestarían si tuvieran razón de ser o estuvieran bien integradas en las historias, pero generalmente no lo están.

Saltando al azar, Rock y Cindy llegan a un desierto en el que tienen que huir de unos chacales primero, y luego de tuaregs montados en camellos que les atacan lanzándoles boleadoras de gaucho (espera… ¿qué?). Luego se encuentran con unos clásicos piratas con alfanjes y trabucos. De ahí, saltan a un futuro en el que Nueva York está siendo destruido por una flota invasora de platillos volantes. Su siguiente reto serán osos polares, y luego caníbales prehistóricos… de todo un poco, vaya.

Su ultimo salto aleatorio los lleva a más de doscientos años por delante de la fecha de la que partieron originalmente. Están en el futuro del futuro en el que empezó la historia. Como en esas fechas las máquinas del tiempo son ya algo común que se puede comprar en cualquier tienda y usar sin restricciones, adquieren una para volver a su propia época. 

También compran una escopeta y una pistola ultrasónica. Ropa no. Durante sus viajes aleatorios anteriores habían estado perdiendo ropa por diversas causas hasta quedar con lo mínimo, pero no se molestan en comprar ropa. Tampoco se nos explica como adquieren lo que sí compran, sin dinero de la época ni nada que puedan vender. El caso es que son capaces de hacerse con una máquina del tiempo y un par de armas de alta tecnología, pero para pantalones y camisas normales se ve que no les fían.

Perfectamente armados y casi perfectamente desnudos, vuelven a su época, detienen a Oland y sus matones, y los entregan a la policía. Y no necesitamos saltar al futuro para saber que después de eso se van a casar.

Todo bastante absurdo en conjunto. Pero de haber estado escrito con un poco más de oficio, solo un poquito más, habría sido muy entretenido, y eso es lo que me duele de las historias de Berna. 

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí

Viaje a lo desconocido. 1982. Joseph Berna [José Luís Bernabéu] (texto) Antonio Bernal (portada). La conquista del espacio nº 636. Editorial Bruguera S.A.      

4 comentarios:

  1. Muy divertido tu resumen, supongo que muchas de estas novelas tenían unos ciertos requisitos indispensables que por contrato debían aparecer, una especie de fórmula matemática que debía cumplirse. De ahí que estén todos cortados por el mismo patrón.
    Saludos!

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    1. Si, a los autores se les daba mucha libertad para escribir sobre lo que quisieran, pero también había una serie de puntos de inflexión que debían cumplir. El más notable era que los protagonistas (siempre un hombre y una mujer) debían casarse al final (o darse a entender que lo harían) porque eso era lo correcto. Si se tocaba el tema de las religiones, solo el Cristianismo debía dejarse en buen lugar, siendo tratadas todas las otras creencia de forma negativa. Los protagonistas, fuera cual fuera su profesión, eran mejores investigadores que la policía. Si se nombraba a España, esta siempre era descrita como una tierra de justica y tolerancia, etc. Bueno, son cosas de la época que les tocó vivir a los autores. A partir de la muerte de Franco se fue abriendo un poco más la mano, aunque la mayoría de autores, quizá por la costumbre, mantuvieron esos tópicos. Pero en parte, el encanto de los bolsilibros está en esos detalles.

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    2. Muy interesante, seguro que era así como tú lo cuentas.

      Yo me refería más que eso a que se encargaba una novela que sucediera en una ciudad sumergida, donde al menos hubiera dos luchas a cuchillo, un malo con un harén, una salvaje nubia y unos extraterrestres benévolos, por poner un ejemplo, y a partir de ahí monta la historia de ciencia ficción.

      Lo de los viajes en el tiempo o de una dimensión a otra suele ser un pobre recurso para unir historias inconexas, que siempre son más fáciles de escribir que una historia larga.

      Saludos

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    3. No era tan detallado como eso. Puede que a veces se les encargara escribir algo sobre un tema concreto (por ejemplo, que pareciera relacionado con una pelicula estrenada hace poco) pero en lineas generales escribían lo que querían.

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