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sábado, 23 de enero de 2021

MARINERO DE LOS MARES DEL DESTINO

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                       RETO QUELIBROLEO 2021

                                             Presentado por… el profesor Plot.
 

Saludos, ávidos lectores.

Marinero de los Mares del Destino forma parte de la saga de Elric de Melniboné, aunque está estructurado de forma que puede leerse como una historia independiente, sin haber leído la novela anterior ni tener necesidad de leer las posteriores. Está a su vez dividida en tres partes, que se continúan directamente, pero con arcos argumentales diferentes.

Para ponernos en situación, Elric es el autoexiliado emperador de Melniboné, una isla-reino temida y despreciada por el resto de reinos. Los melnibonenes son intrínsecamente crueles. Salvo raras excepciones, disfrutan con el abuso, la humillación y la tortura ajena, o en el mejor de los casos, se muestran indiferentes ante tales actos. Antiguos pactos con los Dioses del Caos, la capacidad de invocar demonios, y el control de la raza de los dragones, les permitió dominar todo el mundo en el pasado. En la actualidad, los poderes mágicos de los melniboneses se han reducido mucho, los dragones se extinguen lentamente, y el resto de reinos crecen y prosperan sin cesar. 

Elric es emperador de Melniboné por derecho, pero desprecia esa vida. Es albino, y su sangre está contaminada por muchas generaciones de consanguineidad. Es tan débil que solo puede mantenerse en pie a base de drogas, hasta que consigue a Stormbringer (Portadora de Tormentas) una espada mágica que es aún más poderosa y maligna que todos los Dioses del Caos, demonios y dragones juntos. La espada tiene sus propios planes, y Elric es su vehículo. Le deja creer que es él quien usa la espada, y no al revés. Strombringer tiene la capacidad de matar al instante a los seres a los que hiere (incluso si se trata de heridas leves) puesto que devora sus almas. Con la energía de estas, le transmite a Elric una vitalidad sobrenatural que elimina su dependencia de las drogas.

Al inicio de la primera aventura, Navegando hacia el futuro, Elric se encuentra en una neblinosa playa, sin más equipo de valor que la propia Stormbringer, ni medios para continuar sus viajes.

De entre el banco de niebla se deja ver un barco, navegando cerca de la costa. A gritos, Elric pide pasaje a abordo. Casi no le importa donde le lleven. Se le permite abordar la nave, y allí descubre que no se trata en absoluto de un barco normal.

Toda la tripulación son guerreros, que al igual que él, han sido recogidos de diferentes costas en las que estaban varados o perdidos. El buque navega entre mundos y dimensiones, y ha estado reclutando héroes y luchadores de diferentes realidades e incluso diferentes épocas de una misma realidad. Elric conoce al resto de guerreros, varios de los cuales parecen ser otras versiones de él mismo, nacidos en otros mundos y bajo circunstancias distintas a la suya.

Elric es el último de los dieciséis guerreros que la nave debía recoger, por lo que inmediatamente pone rumbo a su destino. El capitán, un hombre ciego que no puede abandonar el buque jamás, le explica la situación: dos criaturas de otro plano de existencia se han instalado en un punto del universo desde el cual están drenando la energía de este, para darle un uso en su propio plano. Los guerreros han sido reclutados para acabar con ellos antes que estos dos seres provoquen un daño irreparable en el equilibrio de las diferentes realidades.

Los guerreros son desembarcados en una costa desconocida, y asaltan un gran edificio de formas extrañas, que parece una mezcla de factoría moderna y órgano musical. Son recibidos por monstruos de todo tipo que se lanzan sobre ellos en oleadas. Estas bestias son defensas mágicas creadas instintivamente por los seres a los que buscan. Elric y los otros guerreros logran acabar con los dos seres extradimensionales, aunque varios de ellos mueren en el proceso. Los supervivientes regresan a la nave, pero esta no los devuelve a sus respectivos mundos, sino que sigue su viaje por el Mar del Destino.

La segunda aventura, Navegando hacia el presente, comienza con Elric abandonando el barco. Pide al capitán que lo devuelva a su época. Este le replica que tiene otros lugares a los que ir y otras misiones que cumplir. En ese momento el barco está navegando cerca del futuro del mundo de Elric, y puede dejarle allí si lo desea. El capitán le indica que, en algún lugar de ese futuro, hay un portal mágico que le permitirá retroceder a su época. Eric acepta esto y desembarca. Pero los recuerdos sobre el barco y todo lo relacionado con él se olvidan rápidamente al dejar de ser uno de sus tripulantes, y Elric llega a pensar que se ha tratado todo de un sueño.

El futuro en el que ha desembarcado es una especie de limbo post apocalíptico en el mismo final del tiempo. La tierra está desolada, el sol brilla con tonos azulados, como enfermo, y los únicos habitantes que encuentra allí son gentes que por un motivo u otro se han extraviado de su propio tiempo. Un grupo de guerreros de diferentes épocas le ataca para robarle. Durante el combate se le une otro hombre, el conde Smiorgan, que será su aliado en este mundo en el que también él ha quedado varado.

Por lo que van descubriendo en su deambular por aquel extraño futuro, Elric y Smiorgan llegan a la conclusión que un ancestral hechicero melnibonés se ha refugiado voluntariamente allí huyendo de su propia época. La única forma de regresar a su presente, es mediante el portal mágico del que le habló el capitán del barco. Pero la única llave que lo abre está en poder del hechicero, y no la va a ceder de buen grado. 

En la tercera aventura, Navegando hacia el pasado, Elric y Smiorgan han llegado hasta el portal. Este resulta encontrarse en altamar, por lo que no tienen más remedio que cruzarlo a bordo de un barco. Pero el barco se deshace al cambiar de época, dejándolos como náufragos en algún mar equivalente de su propio tiempo. 

Afortunadamente son recogidos poco después por la galera del duque Aván. Este es un noble que está llevando a cabo una expedición en busca de un legendario tesoro en las inexploradas junglas del oeste. Elric y Smiorgan se unen a su causa (mucha opción no tenían, en realidad). Smiorgan está interesado en la parte que le corresponderá del tesoro. Para Elric, el interés de la expedición es otro. El lugar al que van se menciona en las leyendas melnibonesas, relacionándolo con el origen de su pueblo.

La galera llega a su punto de destino y se adentra por un rio navegable. En medio del ambiente selvático, el calor agobiante y las nubes de insectos, los tripulantes son súbitamente atacados por los olabs. Se trata de criaturas hasta ese momento desconocidas por los humanos, que mezclan varios rasgos animales: crestas emplumadas, escamas, patas zancudas... Los olabs les agreden lanzándoles discos cortantes de roca cristalina que hacen un destrozo entre la tripulación y el propio barco, segando no solo brazos y cabezas sino también remos y aparejos. 

Cuando los olabs se lanzan al abordaje, Elric descubre además dos cosas sobre ellos que lo alteran: los rasgos faciales de los olabs son los típicos entre los melniboneses, y al parecer carecen de alma, pues Stormbringer no les causa mayor daño que cualquier espada convencional.

Tras librarse de los olab, habiendo sufrido unas bajas considerables, la tripulación llega hasta las ruinas que buscaban. Encuentran el tesoro de las leyendas, pero este no es el que Aván pensaba, y resulta inamovible.  Un nuevo ataque de los olab acaba con casi todos los marineros que quedaban, dejando a Elric, Smiorgan, Aván y un solo marinero, atrapados en las ruinas. Estando allí copados, buscando una forma de huir, Elric tiene la oportunidad de hablar con un nativo que ha sido mantenido vivo por los dioses del caos durante los últimos diez mil años, como castigo por haberlos espiado. Este le revela el verdadero origen de su pueblo y el motivo de la alianza permanente de los melniboneses con los dioses del caos. 

Elric recurre a uno de esos antiguo pactos para que él y Smiorgan puedan huir con seguridad de las ruinas. Asesina a Aván y al último marinero con Stormbringer, para que esta devore sus almas y obtener así el poder que necesita para que su plan funcione. En su camino de vuelta a los reinos civilizados, Smiorgan reflexiona sobre la conveniencia de olvidar a todos los dioses, buenos o malos, para que la humanidad sea realmente libre de los trastornos de la magia. Pero comete el error de decirlo en voz lo suficientemente alta como para que Stormbringer le oiga.

Estas tres aventuras pueden parecer un paréntesis en la saga de Elric, por mantenerlo alejado de su búsqueda principal, pero son esenciales en el todo de la historia. En la primera se profundiza en los temas del multiverso y el campeón eterno, conceptos fundamentales en la obra de Moorcock. La segunda, en la que se nos muestra ese futuro desolado, nos da indicios de como va terminar la guerra entre los dioses del Orden y el Caos. Y en la tercera, se ponen en marcha una serie de acontecimientos que extenderán esa guerra hasta el plano físico del Elric, convirtiendo su mundo en un campo de batalla más.

La narrativa es la habitual en el autor. La información se nos va dando muchas veces con cuentagotas, y abundan los giros de la trama que no se ven venir. En ocasiones estos giros dan la impresión de ser cosas que se han añadido sobre la marcha para alargar el texto, pero cuando el texto es bueno, que lo alarguen no es un problema. 

Con lo que sí que tengo un pequeño problema, es con los poderes de Elric. Estos se basan en invocaciones de dioses y demonios, y nunca se nos dice de forma clara a cuantos o cuales puede invocar ni el rango de ayuda que pueden prestarle. Es muy habitual que el autor meta a los personajes en una situación aparentemente irresoluble para que, cuando todo parece perdido, Elric recuerde de pronto que puede invocar algo adecuado para salir del paso. Algo que hasta ese momento nunca se había mencionado, y que en muchos casos nunca vuelve a utilizar. Esto se repite con frecuencia (con demasiada, para mi gusto) pero la enorme inventiva de Moorcock a la hora de crear monstruos, situaciones y conceptos novedosos lo compensa con creces. Sus historias puede que sean algo repetitivas, pero siempre son emocionantes. 

Y esta ha sido nuestra primera lectura del Reto Quelibroleo 2021. La siguiente será El corazón de las tinieblas, de Josep Conrad, en algún momento de febrero. 

The Sailor on the Seas of Fate. 1976. Michael Moorcock (texto). Colección Fantasy nº 19. Editado en 1988 por Martinez Roca. 

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